Cuando leí la noticia de que la UD Las Palmas iba a jugar hoy en Barcelona con la bandera de España bordada en su camiseta pensé que se trataba de una broma o de una parodia periodística de alguna publicación de humor, o uno de los muchos bulos que circulan estos días. La UD Las Palmas es un equipo de fútbol, nada más, que ya es bastante que sea llamado «nuestro equipo representativo», aunque no sé muy bien por qué y ante quién nos representa. Que lleve en su camiseta los colores de la bandera de la isla de Gran canaria ya es mucho, y con esos colores, que no pertenecen solamente al fútbol, hemos tenido días de alegría y de tristeza, y, por qué no decirlo, hemos sufrido vergüenza ajena más de una vez, que se ha vuelto propia por el color de la camiseta aunque haya grancanarios a los que no les guste el fútbol.
Una vez confirmada la pretensión de llevar bordada la bandera española en un día tan duro, tengo que decir que hacerlo es una provocación, echar gasolina al fuego y añadir un elemento más de conflicto. El argumento de que el Barcelona FC se ha posicionado en este asunto no me vale; es cosa del Barça, y ellos sabrán. Pero la UD Las Palmas es cosa nuestra, porque ya que por lo visto es una supuesta representación de Gran Canaria, tiene que entender que en esta isla hay distintas sensibilidades, incluso entre los más fervientes seguidores del equipo, y que no puede arrogarse la representación de una isla en un momento como este. A ver si queda claro de una vez por todas que la UD Las Palmas es solo un equipo de fútbol, y no puede tomar decisiones que coloquen el nombre de Gran Canaria en medio de un conflicto político.
Ruego a la UD Las Palmas que, si finalmente no se suspende el partido, se limite a jugar al fútbol, que para posicionamientos políticos hay en la isla otras instancias democráticas. Por ello, como grancanario que ha cedido los colores de la isla a un equipo de fútbol, niego mi aprobación para que en mi nombre se realicen acciones que pueden ser interpretadas como una provocación. Ahora mismo lo que se necesita es templanza, porque tarde o temprano habrá que sentarse a hablar.
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