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El Charco

3211IMG_0685.JPGEl Charco de La Aldea de San Nicolás de Tolentino es, con El Pino, La Rama y los carnavales, el cuarteto festivo más particular de Gran Canaria. La Aldea es un lugar muy especial, casi como una isla dentro de la isla, debido a su situación geográfica y a la escasez de comunicaciones durante siglos. Las cosas han cambiado, pero la Historia ha forjado en los aldeanos una forma de ser muy peculiar, y quien más quien menos tiene un amigo o una amiga de La Aldea y puede dar fe de ello. No creo exagerar al decir que, en conjunto, son la gente de La Aldea es la más abierta, divertida y generosa que conozco. Son sencillos, trabajadores y parranderos. Todo a su tiempo, pues por su firmeza fueron los primeros en ganar la guerra social del agua. Y hoy, día del Charco, rindo homenaje de afecto y admiración a La Aldea, que es como decir a la amistad. En esto, seguro, la isla es unánime.

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Ofrendas de la tierra; ¿de qué tierra?


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En la romería de Teror se ofrenda a la Virgen del Pino lo más granado de nuestros municipios. La imagen de la canariedad se equipara a lo rural y campesino, un poco a las tradiciones artesanas y otro poquito al alma marinera de nuestros pueblos costeros, todo ello con cachorro, justillo y canciones de Néstor Álamo. Se diría que es una reivindicación del equilibrio medioambiental, de la agricultura y la ganadería con sus exquisitos productos genuinos y derivados, de las manos artesanas que conservan maneras en desuso de construir el bienestar. Y no se puede pasar por alto la solidaridad, que este año ha alcanzado las 25 toneladas de productos de primera calidad para compartir con los más desfavorecidos.
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Métanse el miedo por el Vesubio

Lo de la estrategia del miedo está cada vez más claro, y hablo del miedo genérico que nos paraliza, que es lo que finalmente se pretende. A Pedro Piqueras le colgaron hace años la etiqueta de trágico, pero hoy es uno más porque los informativos de televisión abren todos con algo fuerte, duro y a ser posible espectacular y sangriento. Es la moda; y cuando resulta que es un día sin esas noticias terribles, lo suelen resolver con un accidente de tráfico en Finlandia o el percance de una escalera mecánica en Taiwán; la única condición es que haya imágenes impactantes. Este mes de agosto lo han tenido fácil; por desgracia ha sido una permanente página de sucesos, como si los dioses se hubieran cabreado. Terribles atentados, accidentes aéreos, inundaciones, incendios, erupciones volcánicas, tifones, el remache del terremoto de Italia y siempre de doloroso fondo las guerras que no acaban, el drama de los refugiados sirios y no sirios y la inestabilidad social en muchos países ocasionada por la voracidad de quienes quieren quedarse con todo y solo dejan a los más pobres el recurso de la protesta. Continuar leyendo «Métanse el miedo por el Vesubio»