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Ser presente es complicado

zzzreloj.JPGSer presente es complicado, porque cuando tomas el relevo del pasado debes ser muy roguroso, ver qué sobra y qué falta, y vigilar continuamente para entregar las cosas al futuro en orden. Tienes que hacer inventario de todo, y durante ese efímero mandato hasta entregar el tiempo al futuro que se hará presnte, has de vigilar que crezcan las flores, que se venzan los yogures que corresponda y que el blancor de las paredes se osurezca es parte infinitesimal que sumada a otras hará que haya que pintar dentro de no sé cuántos futuros. Hay que controlarlo todo, porque los despistes se encadenan, y es tanta la atención que hay que prestar que muchas veces se deja en manos de la gente las cosas que debiéramos hacer; les decimos que vivan el presente, y descargamos responsabilidad. El problema que tengo ahora es que el pasado me ha entregado el mundo incompleto, porque en alguna parte se ha escondido la cordura. Me dice el pasado que a él el pasado anterior también le entregó el mundo sin cordura, por lo que deduzco que desde hace unos años esta se extravió y nadie se ha preocupado de buscarla. Y así están las cosas, a la buena de Dios, porque nadie controla lo que es racional y lógico, y esto se está disparatando. Así que los dejo, a ver si antes de que llegue el futuro hago un registro a fondo y puedo entregarle un mundo cuerdo. Mientras yo hago el registro, vivan el presente.

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¿España huele a ajo?

zzz ajos.JPGVivimos una etapa muy cansina, en la que da igual lo que se diga o se haga, que por lo visto nunca pasa nada. Hace unos años, cuando Victoria Adams vino a vivir a España porque su marido, David Beckam, jugaba en el Real Madrid, dijo que no le gustaba vivir aquí porque «España huele a ajo». La cosa no me hizo ni mucha ni poca gracia, y recuerdo que se levantaron las lenguas indignadas porque esa «pija inglesa» había ofendido el honor nacional. Andando el tiempo, ha venido a resultar que aquellas palabras, dichas seguramente a la buena de Dios, se han convertido en una de las definiciones más certeras de un país que ya no sabe de dónde viene y mucho menos a dónde va. Si los hecho carecen de importancia es que hemos llegado a la gran corrupción colectiva, en la que vale todo y cada cual que apañe lo que pueda. Si entramos en las palabras, el cansancio es adormecedor, palabras, acusaciones y disparates, interpretaciones sesgadas y vámonos todos a lanzar la cabra desde el campanario. Hace unos días, el presidente del gobierno comentó el terrible asesinato de León con estas palabras: » Es un crimen cruel, inútil y absurdo, que no voy a calificar». Y lo dice después de haber utilizado en la misma frase no uno, sino tres adjetivos calificativos, de lo que se deduce que ya las palabras se dicen a lo loco, sean o no coherentes. ¿Será verdad que España huele a ajo?

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La ignorancia y la violencia

Cuando habla el maestro Emilio Lledó, hay que escuchar; y ha dicho que la ignorancia cultivada genera violencia. Hay que resaltar que no dice ignorancia a secas, sino que pone el matiz de «cultivada», esto es, decretada y planificada, incidiendo en asuntos como la territorialidad, la posesión o la fuerza. La ignorancia es la ausencia de conocimientos y por consiguiente de valores sociales, pero si se la cultiva creando falsos valores y poniendo el acento en los más bajos instintos, se depierta el cerebro reptiliano que tenemos recubierto por el de los mamíferos y por una corteza que nos hace humanos. La ignorancia cultivada atraviesa todas las capas evolutivas y va al centro original, que no se distingue del de un animal salvaje. Precisamente la educación y la cultura lo que hacen es fortalecer esa capa humana para que sea capaz de dominar al reptil que llevamos dentro. Y vemos cómo se va fabricando la violencia metiendo conceptos de dominio, de poder, de fuerza y de exclusión, como los tigres que orinan para marcar su territorio. zzzodessa.JPGPor ello es tan dramático el paso atrás que se promueve desde las políticas claramente diseñadas para cultivar la ignorancia. Si a ello le añadimos valores artificiales como el de la pertenencia a una tribu a cualquier precio, ya tenemos la mecha de la violencia. El fútbol es un ejemplo claro, porque en sí mismo es un bello deporte y una emocionante competición pero hay que ser madridistas, culés, atléticos o lo que sea, de manera que la violencia llega a dominar la competición, como ocurre en Italia, donde los jugadores y las directivas tienen que negociar con las amenazantes y violentas peñas ultras para poder tomar decisiones. Si hablamos de violencia machista nos da escalofríos, porque desde los medios se siguen alentando valores reptilianos, en los que la posesión, la fuerza y el terror son los argumentos de esa ignorancia cultivada. Da miedo acudir a un partido de fútbol con mucha rivalidad como el derby canario del domino, o ver un telediaro en el que unos fanáticos incendian un edificio lleno de gente en Odessa porque se rigen por la pertenenecia a un grupo, o un criminal que acuchilla a su exesposa y a su nueva pareja porque, como los tigres, considera que han invadido «su» territorio. Escalofriante. Por eso estoy frontalmente en contra de las políticas educativas que se proponen, cultivadoras de la ignorancia, y de la permisividad para con algunos medios que explotan esos instintos, sea desde la política, el deporte o la prensa del corazón. Es una pena que sabios como Emilio Lledó no sean escuchados.