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¿Para qué fuimos a La Luna?

Hace 45 años (20 de julio en Estados Unidos, 21 en Europa), el ser humano, personificado en el astronauta Neil Amstrong, consiguió el sueño acariciado durante milenios por poetas, visionarios y científicos: alcanzar La Luna. Pasando por encima de leyendas urbanas que hablan de que eso no ocurrió, y que hasta fue motivo de un famosísimo falso documental, hay que dejar claro que, ocurriera o no, la tecnología disponible en 1969 hacía perfectamente posible viajar hasta La Luna y regresar. También habría que correr un tupido velo sobre el origen de esa tecnología, fruto de «la captura» por parte de Estados Unidos del científico nazi Herbert Von Braun, un genio de los cohetes, que primero fabricó los V-1 y V-2 que aterrorizaron Londres y luego hizo para la NASA el Saturno, un cohete que puso en órbita los artefactos necesarios y que aun hoy no ha sido superado, pues hasta los últimos viajes de los transbordadores espaciales lo utilizaron. Tocamos el cielo con las manos, La Luna, hace 45 años. Los muchachos de entonces que queríamos distanciarnos del casposo entorno, vivíamos en la esquizofrenia de las lecturas políticas secretas, a la vez que estábamos fascinados por la carrera espacial, primero el Sputnik, la perra Laika, Gagarin y Glenn, luego los proyectos Mercury, Geminis y Apolo, que seguíamos con el mismo entusiasmo que las canciones de Bob Dylan o las películas del Agente 007. No nos estalló la cabeza de milagro.
zzzzz lllunnna.JPGEl caso es que aquel 21 de julio seguimos el alunizaje por la radio (en Canarias no había entonces televisión por satélite) y la voz que recordamos es la de Cirilo Rodríguez, corresponsal de RNE, aunque al día siguiente pudimos escuchar en diferido la de Hermida mientras veíamos las borrosas imágenes de Amstrong bajando la escalera del módulo lunar. Millones y millones gastados en un viaje que creíamos científico pero que solo era un envite para adelantar al enemigo durante la Guerra Fría, con Vietnam ardiendo por los cuatro costados. ¿Ir a La Luna para qué? ¿Para perfeccionar la manera de matar niños inocentes en Gaza o derribar aviones civiles en Ucrania? ¿Para plantearnos si hay agua en Marte mientras envenenamos la de este planeta y somos incapaces de dar de beber a los sedientos somalíes? ¿Para eso fuimos a La luna? 45 años después, antes que con «esa gran gesta americana», me sigo quedando con Bob Dylan e incluso con las fanfarronadas de Sean Connery haciendo de un inverosímil James Bond. ¡Ah, sí! Los astronautas se bañaron en Maspalomas y se alojaron en un hotel del oasis que ahora tratan de destruir. Para eso sirvió el viaje a La Luna.

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6 niños muertos, 7 goles humillantes

Un misil crucero revienta en Ramalazzzzbomba.JPG
escarmiento a la inocencia injusta;
seis niños mueren en el ojo por ojo,
pero a la vez Brasil pierde por uno a siete.
La pentacampeona humillada en su casa,
siete goles, qué tragedia.
Y la gente preocupada por seis niños muertos,
por dos docena de palestinos castigados…
Respeten la gloria de Alemania,
con Klosse saltando el récord goleador
que le arrebata a Ronaldo ante los suyos.
Esta noche, cuando la civilizada Europa
mire el partido Argentina-Holanda,
¿bombardearán otra vez la franja de Gaza?
¿O los campos de refugiados sirios?
¿O Dalfour, Tinduf, Honduras, Somalia, Irak?
Qué terrible humillación, siete goles en contra
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7 de julio, San Fermín ma non troppo

Aparte de fiestas tradicionales en otras épocas del año, como el Carnaval, las Fallas, el Rocío o la Feria de Abril, el mayor peso festero recae siempre en el verano, que en Canarias se abre con las hogueras de San Antonio y San Juan y se cierra con el fuego «infernal» de San Miguel el 29 de septiembre, ya en el lindero del otoño. Y es lógico que se aproveche el buen tiempo para armar fiestas que vienen de muy lejos, casi siempre celebrando a un santo o a una virgen, aunque también se han recuperado o creado otras que tienen que ver con las cosechas, el agua, el barro o cualquier otro elemento que finalmente es un factor económico de determinado colectivo (aunque lo de la Tomatina de Albuñol nunca me gustó, debe ser por aquello de que con las cosas de comer no se juega).
zzzzkPICT0018333.JPGY está bien la fiesta como compensación al trabajo, como forma de relacionarse con los demás y como sana diversión. Lo hermoso ha sido siempre que cada una tenga sus propias características, que mantenga el sello que la hace diferente y especial. Pero en los últimos años se está imponiendo una forma grosera de festejar, y así se va perdiendo la esencia de cada una. Cada día, cualquier fiesta, se parece más a todas, y calculas que estás en carnavales porque te quedan restos de purpurina en la cara o en los Sanfermines porque amaneces con un pañuelo rojo al cuello. Otros elementos que están distorsionando el verdadero espíritu de cada fiesta son la violencia y el «todo vale», y estamos viendo en estos días cómo en Pamplona se está convirtiendo en un deporte manosear a las mujeres en contra de su voluntad. Y eso nada tiene que ver con los Sanfermines, con los carnavales o con la romería de San Agapito. Así que, fiesta sí, pero fiesta y no otra cosa, y cada una con sus señas de identidad, porque si no acabarán todas siendo un gigantesco botellón
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