Publicado el

El ébola da la medida de lo que somos

No estoy soprendido, porque por desgracia vemos cada día el cinismo de los poderosos. Con la crisis de la epidemia de ébola en varios países de Africa Occidental ha vuelto a suceder. Sería casi hipócrita echarse las manos a la cabeza, porque no es nuevo. Pero sí da mucha tristeza. Los medios de comunicación, los gobiernos y hasta las organizaciones internacionales como la ONU y la OMS han puesto a funcionar rápidamente sus protocolos. zzzzFuerttttt.JPG¿Para actuar en ayuda de los países que sufren ese azote? No. En las reuniones de emergencia se toman decisiones sobre el control de los aeropuertos y las mercancías, el rescate de ciudadanos de los países desarrollados o incluso se habla del cierre de las fronteras de Sierra Leona. La repatriación de dos misioneros españoles se ha convertdio en la noticia-espectáculo del día, con un lujazo de detalles sobre el hospital madrileño en el que los cuidarán, entrevistas con familiares y reportajes sobre la transformación del avión en un recinto aislado. Todo muy bien y por supuesto muy necesario, pero ni una sola palabra de qué se va a hacer con los miles de ciudadanos de estos países africanos que mueren como moscas. El propio misionero español decía por teléfono que en Liberia estaba desatendido y prácticamente condenado a muerte. Se me ocurre que los grandes estados, con una ínfima parte de los millones que se gastan en bombardear, sitiar y saquear países muy lejanos, podrían montar un dispositivo de emergencia para dar a estas personas los mismos cuidados que van a recibir los evacuados a España y Estados Unidos. Ya han rebasado la frontera de la hipocresía y están claramente en territorio del cinismo, y parecen gritar: «vamos a salvar a los nuestros y los africanos que se las entiendan con el ébola». O sea una condena a muerte casi segura.

Publicado el

Con Marilyn, de aquí a la eternidad

zzz jfk mary 1.JPGHace unos años, cuando el Festival de Cine de Las Palmas de Gran Canaria funcionaba a plenitud, yo publicaba cada día del festival en el periódico Canarias7 un capítulo de un relato truculento, entre el género detectivesco y la parodia, siempre relacionado con el mundo del cine. Así fue hasta el año 2009. Ese año, el suspense provenía de la memoria, y el desenlace transcurría en la gala de clausura, en la que todo sucedió de manera imprevista. Este es un fragmento de aquel final de relato que se titula Sobre la eternidad:
«…Mientras la gente aplaudía, Sciachi (un periodista) acompañó al escenario, desde el patio de butacas, a un hombre de no menos de noventa años, que se ayudaba con un bastón pero que caminaba erguido y desafiante. Era muy guapo, con los ojos azules y una sonrisa espléndida. Todos se preguntaban por la identidad del anciano mientras él avanzaba y era recibido por Kimberly Rod (una actriz famosa) con dos besos. Luego, con paso lento pero firme, se acercó al micrófono:
zzz jfk mary.JPG-Señoras, señores, me llamo John Fitzgeral Kennedy -dijo en un español terrible, con acento bostoniano mientras el público mantenía la respiración y la mitad de los teléfonos del mundo se bloqueaban-. Igual que no murió Marilyn en 1962, yo tampoco fui asesinado en 1963. Me hirieron, pero luego me llevaron a un barracón. El hombre que dijeron que era yo debió ser un cadáver que buscaron a propósito. Por eso las autopsias no concuerdan con los disparos y se hicieron un lío porque nada de lo que decían que había sucedido sucedió en realidad. Ahora vivo en la isla de Serifos, con Marilyn Monroe, gracias a la generosidad y la inteligencia de Alberto Sciachi y Kimberly Rod. Y ya saben, con Marilyn de aquí a la eternidad.
Kennedy comenzó a bajar del escenario y se fue por el pasillo central del brazo de una anciana bellísima llamada Marilyn Monroe…»

Publicado el

Los nombres de las calles


zzzppppFoto0716.JPGLas ciudades cambian su nombre cuando cambia la lengua (Zaragoza: César Augusta; Compostela: Campus Stellae o Campo de la Estrella), y ya empieza a olvidarse por qué Schamman, La Paterna, Escaleritas, Arenales o Miller se llaman así. Se pone a una calle el nombre de una persona ilustre para homenajearla, pero luego nadie sabe quién fue. ¿Saben siquiera la mayoría de los carteros o los vecinos de esas calles quiénes eran, por ejemplo, Cayetana Manrique o García Tello, que la calle Pérez Galdós no se refería al novelista, sino a su hermano militar (luego lo cambiaron), o que las calles de Schamman son personajes o títulos de Galdós? ¿Por qué Juan de Quesada es El Toril, Bravo Murillo el Camino Nuevo y la Plaza de la Feria es en realidad del Ingeniero León y Castillo? Salvo José Barrera Artiles, ¿quién demonios sabe quiénes eran y a qué dedicaban su tiempo libre el Lectoral Feo Ramos, el Sargento Llagas, Travieso, Carvajal, Perdomo y Cebrián? Para eso, como en Nueva York, calles numeradas, y encima no te pierdes.