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DIARIO DE CUARENTENA. Jornada 28: Sopladeras pintadas. (11/04/2020).

 

Como carecemos de conocimientos específicos sobre la parte científica de lo que está ocurriendo, las informaciones que nos llegan no acaban de aclararnos gran cosa. Todo eso que aparece en nuestro móvil, en la pantalla de nuestro ordenador o en la televisión, en forma de artículos, informes o declaraciones de especialistas, lo único que consigue es liarnos porque no acabamos de entender siquiera la mayor parte de la nomenclatura. De manera que en mi casa hemos decidido evitar todo eso, porque, además de que no nos aporta luces sobre tantas sombras, genera inseguridad y más incertidumbre, que es la palabra clave de esta situación. Y eso, contando con que esos trabajos sean reales y veraces, porque también la red está repleta de elementos que lo único que tratan es de desinformar. Así que, lo mejor que podemos hacer es concentrarnos en nuestras cosas y armar las rutinas que aconsejan los psicólogos.

El sucedáneo de sancocho de Viernes Santo hecho con bacalao estuvo muy bien. De alguna manera hemos cumplido con la tradición, y la ensalada no tenía sardinas de Nantes, pero sí un aguacate que ha tardado días en madurar y hoy estaba en todo su esplendor. Y seguimos con nuestra dinámica de infusiones a media mañana, a media tarde y por la noche, porque bueno es tomar mucho líquido y ya sabemos que las hierbas son todas buenas para algo. Lo de las infusiones se ha convertido casi en un rito.

Los aplausos de ayer por la tarde volvieron a traernos la mirada de Sofía. También de Diego. Aunque estamos en una era muy tecnológica, a los niños las sopladeras les siguen fascinando. Intenté comprar hace unos días en el estanco de mi barrio, pero no había. Así que le hemos imprimido varias fotos con ristras de globos de muchos colores y las hemos pegado en nuestra ventana. No son de verdad, pero en estos días vivimos como en un ensueño, y lo único que es verdad son los afectos, lo demás es ciencia ficción. Por eso, las sopladeras pintadas en un papel son un mensaje de esperanza que tratamos de personalizar en Sofía y Diego. Buen día.

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DIARIO DE CUARENTENA. Jornada 27: Viernes Santo, Luna Llena. (10/04/2020).

 

Hoy es Viernes Santo, y recuerdo que mi abuela materna siempre juntaba al nombre del día la expresión Luna Llena, y a mí me parecía milagroso que cada Viernes Santo la Luna luciera en todo su esplendor. No sabía entonces que eso ocurre precisamente porque la Semana Santa se rige por el calendario lunar. Rebuscando, supe que, en el Concilio de Nicea (año 325), se acordó que el Domingo de Pascua de Resurrección sería siempre el siguiente a la primera Luna Llena después del equinoccio de primavera (21 de marzo). Por eso la Semana Santa tiene fecha variable, que a su vez determina los carnavales anteriores. Y mi abuela siempre relacionaba el Viernes Santo con la Luna Llena, aunque esta puede ser cualquier día de la semana, como este año, que fue el miércoles.

Para seguir con la tradición grancanaria, hoy comeremos sancocho, pero esta vez será algo distinto. Por razones dietéticas, lo haremos con un poco de bacalao, que como ya habrán supuesto, es pescado muy habitual y tolerado en mi casa. Digamos que es un sancocho como el que suelen hacer los canarios que viven en La Península, donde el cherne salado no es fácil de conseguir. El paladar de este sancocho se parece al legítimo como un huevo a una castaña, pero está bueno y al final es básicamente pescado y papas. Luego hay diversos tipos de pella de gofio, y de ensalada, pues recuerdo la que hacía una vecina de mi niñez; por mucho que le dijeran que ya con el cherne o la corvina había bastante pescado en la mesa, ella proclamaba, ufana: “¿Dónde se ha visto que una ensalada como Dios manda no tenga una buena lata de sardina de Nantes?”

Los aplausos de ayer por la tarde estuvieron un poco descafeinados; algunas ventanas no se abrieron, tal vez porque la siesta se les alargó. Pero Sofía y Diego estuvieron puntuales, en los brazos de sus padres, mirando con curiosidad esa costumbre que no sé cómo interpretarán en sus cabecitas. El caso es que Sofía sigue haciendo sonar una pandereta y saludando para cargarnos las pilas. Buen día.

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DIARIO DE CUARENTENA. Jornada 26: La distancia física de las personas que amamos. (09/04/2020).

 

El día ha sido contradictorio, porque un afamado divulgador filosófico hispano ridiculizaba en una entrevista a quienes salen cada tarde a aplaudir. Supongo que no se ha parado a pensar que ese aplauso colectivo tiene tres funciones, a cual más importante. En primer lugar sirve para que quienes están en la batalla de mantener la vida (no solo los sanitarios) sientan que la sociedad a la que sirven valora su esfuerzo; al mismo tiempo, a muchas de las personas confinadas les sirve para expresar ese apoyo y sentirse útiles de alguna manera; y por último, aplaudir mucha gente a la misma hora, aunque solo se escuchen los aplauso de tu calle, hace que se perciba un vínculo común de que esto es cosa de todos. Y aun hay una cuarta función: la de asomarnos a la calle y comprobar, aunque solo sea durante unos minutos, que sigue habiendo vida, ilusión y esperanza, que no todo es una calle desierta. Pero claro, siempre hay seres superiores que lo encuentran todo negativo y ridículo. Tienen una velocidad cósmica para criticar, pero no suelen exponer qué harían ellos. Es el apostolado del NO.

Nos comunicamos con nuestra gente que no está en nuestra misma casa. Nosotros hablamos con nuestras familias, mi hijo y su esposa pasan la cuarentena en su domicilio de La Laguna, mi padre y mi hermana en la otra punta de mi ciudad y las hermanas y el hermano de mi compañera de confinamiento siempre en conexión pero en otro lugar. No sabemos cuándo y en qué condiciones podremos estar de nuevo físicamente junto a ellos, y es obvio que esa sensación no es agradable. Los hijos están siempre por delante de nosotros en nuestras prioridades, y se nota esa obligada separación de ellos. Porque no puedes pensar que mañana se podría romper esa distancia a voluntad. También sabemos que lo mejor que podemos hacer ahora mismo por las personas que amamos es exactamente esto que hacemos. Si mucho desasosiegan el tiempo y la distancia, más aún inquietan la impotencia y la incertidumbre. He buscado un poema que explique este sentimiento, pero no lo he encontrado; tal vez no lo haya.

Ayer por la tarde supimos también el nombre del bebé que es hermano de Sofía. Se llama Diego, y es todavía muy pequeño. Así que ahora saludamos cada tarde a Sofía y a su hermano, aunque Diego está a lo suyo, como es propio de su leve edad. Cambiamos los adornos de colores que ponemos en los cristales y de esa manera Sofía sabe que nos ocupamos de ella también cuando no está presente, lo mismo que tenemos presente a nuestros seres queridos que habitan físicamente extramuros pero que siempre están con nosotros. Buen día.