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DIARIO DE CUARENTENA. Jornada 27: Viernes Santo, Luna Llena. (10/04/2020).

 

Hoy es Viernes Santo, y recuerdo que mi abuela materna siempre juntaba al nombre del día la expresión Luna Llena, y a mí me parecía milagroso que cada Viernes Santo la Luna luciera en todo su esplendor. No sabía entonces que eso ocurre precisamente porque la Semana Santa se rige por el calendario lunar. Rebuscando, supe que, en el Concilio de Nicea (año 325), se acordó que el Domingo de Pascua de Resurrección sería siempre el siguiente a la primera Luna Llena después del equinoccio de primavera (21 de marzo). Por eso la Semana Santa tiene fecha variable, que a su vez determina los carnavales anteriores. Y mi abuela siempre relacionaba el Viernes Santo con la Luna Llena, aunque esta puede ser cualquier día de la semana, como este año, que fue el miércoles.

Para seguir con la tradición grancanaria, hoy comeremos sancocho, pero esta vez será algo distinto. Por razones dietéticas, lo haremos con un poco de bacalao, que como ya habrán supuesto, es pescado muy habitual y tolerado en mi casa. Digamos que es un sancocho como el que suelen hacer los canarios que viven en La Península, donde el cherne salado no es fácil de conseguir. El paladar de este sancocho se parece al legítimo como un huevo a una castaña, pero está bueno y al final es básicamente pescado y papas. Luego hay diversos tipos de pella de gofio, y de ensalada, pues recuerdo la que hacía una vecina de mi niñez; por mucho que le dijeran que ya con el cherne o la corvina había bastante pescado en la mesa, ella proclamaba, ufana: “¿Dónde se ha visto que una ensalada como Dios manda no tenga una buena lata de sardina de Nantes?”

Los aplausos de ayer por la tarde estuvieron un poco descafeinados; algunas ventanas no se abrieron, tal vez porque la siesta se les alargó. Pero Sofía y Diego estuvieron puntuales, en los brazos de sus padres, mirando con curiosidad esa costumbre que no sé cómo interpretarán en sus cabecitas. El caso es que Sofía sigue haciendo sonar una pandereta y saludando para cargarnos las pilas. Buen día.

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DIARIO DE CUARENTENA. Jornada 26: La distancia física de las personas que amamos. (09/04/2020).

 

El día ha sido contradictorio, porque un afamado divulgador filosófico hispano ridiculizaba en una entrevista a quienes salen cada tarde a aplaudir. Supongo que no se ha parado a pensar que ese aplauso colectivo tiene tres funciones, a cual más importante. En primer lugar sirve para que quienes están en la batalla de mantener la vida (no solo los sanitarios) sientan que la sociedad a la que sirven valora su esfuerzo; al mismo tiempo, a muchas de las personas confinadas les sirve para expresar ese apoyo y sentirse útiles de alguna manera; y por último, aplaudir mucha gente a la misma hora, aunque solo se escuchen los aplauso de tu calle, hace que se perciba un vínculo común de que esto es cosa de todos. Y aun hay una cuarta función: la de asomarnos a la calle y comprobar, aunque solo sea durante unos minutos, que sigue habiendo vida, ilusión y esperanza, que no todo es una calle desierta. Pero claro, siempre hay seres superiores que lo encuentran todo negativo y ridículo. Tienen una velocidad cósmica para criticar, pero no suelen exponer qué harían ellos. Es el apostolado del NO.

Nos comunicamos con nuestra gente que no está en nuestra misma casa. Nosotros hablamos con nuestras familias, mi hijo y su esposa pasan la cuarentena en su domicilio de La Laguna, mi padre y mi hermana en la otra punta de mi ciudad y las hermanas y el hermano de mi compañera de confinamiento siempre en conexión pero en otro lugar. No sabemos cuándo y en qué condiciones podremos estar de nuevo físicamente junto a ellos, y es obvio que esa sensación no es agradable. Los hijos están siempre por delante de nosotros en nuestras prioridades, y se nota esa obligada separación de ellos. Porque no puedes pensar que mañana se podría romper esa distancia a voluntad. También sabemos que lo mejor que podemos hacer ahora mismo por las personas que amamos es exactamente esto que hacemos. Si mucho desasosiegan el tiempo y la distancia, más aún inquietan la impotencia y la incertidumbre. He buscado un poema que explique este sentimiento, pero no lo he encontrado; tal vez no lo haya.

Ayer por la tarde supimos también el nombre del bebé que es hermano de Sofía. Se llama Diego, y es todavía muy pequeño. Así que ahora saludamos cada tarde a Sofía y a su hermano, aunque Diego está a lo suyo, como es propio de su leve edad. Cambiamos los adornos de colores que ponemos en los cristales y de esa manera Sofía sabe que nos ocupamos de ella también cuando no está presente, lo mismo que tenemos presente a nuestros seres queridos que habitan físicamente extramuros pero que siempre están con nosotros. Buen día.

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DIARIO DE CUARENTENA. Jornada 25: Sofía es la luz de la calle. (08/04/2020).

 

Sigo a régimen de eso que llaman información. Por las mañanas, veo las cifras oficiales y las nuevas indicaciones, para estar atento a lo que pasa, pero desde luego me niego a esa noria de opiniones, tiras y aflojas que llenan horas y horas de radio y televisión. Cierto es que la radio ofrece más originalidad, sobre todo por la tarde. Como a todos, suelen llegarme enlaces de vídeos sobre mil aspectos de la actual crisis. Muchos de estos audiovisuales son largos, y no tendría horas en el día para verlos todos. Sí que abro los que pueden sacarme una sonrisa, porque tener todo el día la mente ocupada con el mismo asunto no puede ser saludable, sobre todo cuando desconocemos qué es verdad y qué es desinformación interesada.

Ayer fue tarde de cocina, para hacer una gran marmita de puré que distribuimos en tarrinas para irlas sacando del congelador como primer plato saludable. Y ya que estábamos, hicimos la cena y también dejamos preparada la comida de hoy a mediodía. No es una novedad que haya surgido durante la cuarentena, es una vieja costumbre. Tienes siempre un primer plato listo, lo cual no quiere decir que cada día tomemos puré sin falta. Hoy, por ejemplo, es uno de esos días que no, porque tenemos como plato único un señorial potaje de garbanzos con espinacas.

Poco a poco, Sofía se ha convertido en el centro de atención de todas las ventanas. Las que están por debajo o a un lado la buscan con la mirada y la saludan; las de enfrente, como la mía, la disfrutan directamente. Todo el mundo saluda a Sofía y ella seguramente no se da cuenta de que se ha convertido en la luz de este trozo de calle. Cada día, procuramos ponerle en el cristal algún dibujo nuevo, y he visto que algunas personas más del vecindario llenan de colores sus cristales. Es una manera de saludar a la primavera, y a Sofía, su emisaria de lujo. Buen día.