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Tindaya, el Doctor Chil y la cabra

En estos últimos días, se ha ido sucediendo una serie de hechos en Canarias que, si les hacemos una lectura global, entramos en espacios esotéricos que tal vez puedan llevarnos a viajar físicamente a la enigmática isla Non Trubada (San Borondón) o a entablar contacto con los atlantes de aquella isla platónica que tal vez estuvo en esta zona del océano.
En un reciente Consejo de Gobierno, se delimitó la zona de Tindaya que debe proteger los vestigios arqueológicos de la montaña, que hay quien diga que tiene que ver con un renacimiento del famoso proyecto de Chillida. El mismo gobierno canario que critica el empecinamiento del gobierno central en las prospecciones petrolíferas (en esto soy del mismo parecer), desoyendo el clamor de la sociedad canaria, se empeña una y otra vez desde hace 19 años en el vaciado de la Montaña de Tindaya, dando coces contra aguijones económicos, jurídicos y arqueológicos, sin oír a nadie que sea de opinión distinta. Al fondo se ve el gran negocio de la traquita, que es de lo que estamos hablando, porque ya el tonto (que ellos creen que es el pueblo) no traga con discursos artísticos y cósmicos.
zzztindayaa.JPGClaro, le tocas las narices a los dioses y estos montan en cólera, empezando por confundir a los responsables políticos que dicen haber mantenido reuniones con patricios canarios como el Doctor Chil, 113 años después de muerto. Todo es posible cuando los dioses de la montaña se mosquean, y no sería raro que empezaran a soplar y montaran la ventolera que ha azotado Canarias estos días.
La constatación de que que los espíritus de Tindaya andan alterados es que han poseído en Santa Cruz de Tenerife el cuerpo de una cabra, que en medio del vendaval la emprendió a topetazos contra los coches, símbolo de la civilización. Blanco y en botella… Estos son mensajes claros que provienen de otras dimensiones, porque la cabra es el símbolo de Fuerteventura y el Doctor Chil es el custodio de nuestros vestigios aborígenes. Yo me lo pensaría antes de dar el siguiente paso, porque como dice el conocido proverbio judío «No te acerques a una cabra por delante, a un caballo por detrás y a un tonto por ninguna parte». Y el tonto ya está harto de infundios y manipulaciones. Advertidos están.

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Rajoy, el hombre del siglo

Mariano Rajoy va camino de convertirse en el hombre del siglo, si es que ya no lo es. Lo que no sabemos de qué siglo, aunque todo apunta al XIX, cuando lo normal era el caciquismo, el abuso de poder y la custodia de las costumbres sociales, religiosas y económicas de siglos aún más anteriores. Como ahora. Con ese aspecto distante y soso y esa barba blanca cuidada podría pasar por cualquier patricio del partido conservador en tiempos de Cánovas, o incluso antes, Y digo que va a entrar en la historia por su generosidad política, porque ha trabajado a destajo para que otros crezcan. Circula por ahí una chanza en la que Pablo Iglesias imagenfgh.JPG(el de ahora, no el del siglo XIX) le entrega el carnet de socio de honor de Podemos, porque ha hecho más que nadie para que la nueva formación aumente por minutos sus apoyos. Por su parte, los independentistas catalanes también le deben mucho, desde la presentación del recurso de inconstitucionalidad del Estatuto en tiempos de Zapatero, hasta el boicot al cava de aquel otoño que en Cataluña recuerdan con emoción, sin olvidar su enroque en cuatro frases que repite sean cuáles sean la situación o la pregunta, sus silencios, su mandatos a la Fiscalía General del Estado o sus recurrentes pedidas de auxilio al Tribunal Constitucional, que en este asunto es quien ha tomado decisiones, en su caso jurídicas por ausencia de las políticas. Estoy convencido de que si los catalanes quieren conseguir finalmente la independencia deberían hacer campaña para que Rajoy sea reelegido, pues en un par de años más hasta los del PP catalán y los de Albert Rivera acabarán deseando la independencia, porque llegará un momento en que su condición de catalanes ofendidos estará por encima de la de leales españoles. Y en el centro de la Plaza de Cataluña elevarán una columna de agradecimiento con la estatua de Rajoy en la cima, como la de Nelson en Trafalgar Square.

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En La Moncloa hay fotofobia crónica

Los sucesivos gobierno que ha habido en España en las últimas cuatro décadas, supuestamente democráticos, padecen un problema ocular: fotofobia subtropical crónica. Tienen los ojos adaptados a determinado tipo de luz, y ven nítidamente todo lo que venga del norte, pero cuando muiran hacia el sur les pasa lo mismo que a aquellos carretes fotográficos de antaño que solo estaban preparados para fotografiar Europa.
imagenttt.JPGCuando algunos canarios llegan a La Moncloa, se contagian inmediatamente dle virus y ya ni siquiera vislumbran lo que aquí se les hacía muy evidente. Les importa poco lo que suceda en esta zona, y así se permitió cambiar el mapa en los años setenta, con la cesión (porque fue una cesión) del Sahara a Marruecos, disfrazado el asunto de acuerdo tripartito (noviembre de 1975) en el que también hacía de comparsa Mauritania. Esto afectó a la seguridad de Canarias, a las pesquerías, sin olvidar los conflictos en los que Canarias se ha visto envuelta, y la expulsión de los saharauis de su territorio. A los gobiernos que en La Moncloa han sido y son se les hace de noche desde que pasan del Estrecho hacia el sur, porque ya vemos cómo están gestionando las fronteras de Ceuta y Melilla. Ahora se empeñan en hacer prospecciones petrolíferas, que haya petróleo o no va a afectar al ecosistema marino y a muchos de sus seres vivos. Aunque hubiera la seguridad al cien por cien de que nunca habrá vertidos que nos arruinarían definitivamente, las prospecciones por sí mismas infligen un daño al planeta de dimensiones terribles. Aparte de eso, en La Moncloa tampoco ven que las posibilidades de las energías renovables en Canarias son magníficas, y lo que hace es gravarlas. Siempre se basan en la sacrosanta legalidad, como si ley y justicia fuesen sinónimos. Nunca lo han sido, no olvidemos que en tiempos pasados hasta la esclavitud era legal. Y ahora, 39 años después del Acuerdo Tripartito de Madrid, en La Moncloa siguen padeciendo fotofobia que les impide ver el sur con claridad. Si fuese adrede estaríamos hablando de maquinación destructora, maldad y traición, pero seguramente es a causa de la enfermedad.