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El «Ardor del agua» de Javier Cabrera (*)

cabrea11.JPGJavier Cabrera es una de la voces poéticas inexcusables en Canarias, desde que, hace ya tres décadas, irrumpiera en el espacio literario. Su trayectoria como poeta es constante, como el herrero que golpea el yunque, una y otra vez, siempre buscando nuevas formas, hurgando en otras culturas además de en la nuestra, sin perder de vista la visión insular tantas veces invocada pero que es una realidad desde que, hace más de cien años, la poesía isleña pusiera la piedra definitiva de una tradición secular con Quesada, Morales y Rivero. Pero es que, además, cuando hablamos de la cultura generada en Canarias durante los últimos 30 años, el nombre de Javier Cabrera aparece por todas partes, como crítico de arte, editor, antólogo, viajante de arte y de poesía por Europa y América y animador constante. No podría entenderse el devenir cultural de la isla de Gran Canaria en ese tiempo sin su presencia, tanto en el papel de poeta desnudo como en el creador de cauces para la actividad cultural, casi siempre ligada a la literatura o a las artes plásticas, territorio este en el que se mueve con carta de naturaleza adquirida por trabajo y méritos.
cabrea22.JPGY ahora nos entrega un nuevo poemario, Ardor del agua, editado por Gas Editions e ilustrado fotográficamente por el maestro Angel Luis Aldai. Ya he perdido la cuenta de sus publicaciones, pero entre libros y plaquettes su obra poética supera la docena de títulos, aparte de antologías, selecciones y recuentos (su obra ensayística circula paralela), pero, además del presente poemario, salvo una excepción que recuerde, sus títulos son siempre de una palabra que sintetiza el volumen (Itinerarios,Tránsitos, Senda, Desierto, Humus…) y se podría pensar que al nuevo libro no le vendría mal Agua, porque es el agua el hilo conductor del pensamiento del poeta, que en este poemario está centrado en la tierra y su esencia, el paisaje, la luz, la roca y la vegetalidad, con el agua siempre como fuente de vida y de poesía. Pero el poeta tiene razones de peso para el título final.
Siguiendo la estela de su ya extensa obra poética, Cabrera agota el lenguaje hasta exprimirlo en dosis de muy pocos verso (casi siempre cuatro), que van cayendo como gotas sobre ese yunque tan del autor y van horadando un camino que en conjunto puede verse como una definición de la isla, o como un recorrido espiritual por ella, o haciendo del camino una gran metáfora de la vida. Tiene otras lecturas, tanto poema a poema como globalmente, y ese es el valor de la poesía de Javier Cabrera, la polivalencia de su palabra, siempre hurtada de la verborrea, escogida del río como el que pesca una a una las cuentas de un collar que nos envuelve. Una vez más, Javier Cabrera clava sus palabras en el agua en sus diferentes espacios que tan bien nos traslada Angel Luis Aldai con sus imágenes luminosas.

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(*) Enlace con la entrevista con el poeta publicada en el suplemento Pleamar de la edición impresa del periódico Canarias7 de Las Palmas de Gran Canaria, Entrevista Javier Cabrera.pdf

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Cultura y negocio

IMG-20141104-WA0001.JPGEn el siglo XXI la cultura también es negocio de una forma general, es un nicho de empresas y un surtidor de puestos de trabajo. Pero las cosas funcionan de otra manera, o al menos deberían hacerlo, porque hay experiencia en el mercado de la cultura. Y este mercado es cada vez más globalizado, controlado a menudo por multinacionales o en el caso de España por grandes empresas que a su vez son tributarias de otras de mayor calado. Es raro encontrar hoy una discográfica, una productora de cine o una editorial que empiece y acabe en ella, suele formar parte de un grupo empresarial multimedia en el que hay cadenas de radio y televisión, editoriales de libros de todo tipo, productoras audiovisuales y empresas paralelas dedicadas a la distribución y al marketing. Canarias es una terminal de ese mercado global, pues aquí vemos las películas hechas en Hollywood, y también forma parte del mercado hispano, y del español. Es una suerte de muñecas rusa hasta que llegamos a la más pequeña: el mercado canario-canario. Y ahí se acabó la posibilidad de negocio y con ello de supervivencia.

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Solo perdura lo que proviene del talento

Suele decirse que cuando un tipo de arte responde a una moda tiene poco futuro, pero esto no es verdad. Lo que sí es cierto es que, cuando se hace determinado tipo de arte porque es lo que se lleva, la mayor parte de la veces no aguanta el paso del tiempo. Pero sucede que, a veces, algunas de esas pinturas, novelas, películas o piezas musicales permanecen a pesar de que han sido dictadas por el mercado. No está de moda, pero sigue en pie porque es una obra hecha desde el talento. Entonces decimos que estamos ante un clásico, aunque hayan sido obras realizadas por encargo, e incluso con un mensaje impuesto por quien las paga.
zzztalento.JPGPinturas por encargo de reyes o papas, óperas compuestas a mayor gloria de un emperador o películas encargadas como pura propaganda se han instalado en la eternidad efimera del arte; el talento de sus autores las proyecta en el tiempo y ya nadie se acuerda de que el Carlos V de Tizziano fue encargado para conmemorar la victoria del Emperador contra los protestantes, que Aida fue un encargo a Verdi, con tema incluido, para celebrar en El Cairo la apertura del Canal de Suez, o que Casablanca fue una película propagandística para mentalizar al pueblo americano de que Estados Unidos debía entrar en la II Guerra Mundial. Y así podríamos enumerar cientos de obras de arte que hoy celebramos, incluyendo las catedrales góticas, el Partenón y las pirámides. En literatura el mecenazgo se ha notado menos, siempre fue la pariente pobre porque no es de ahora que al poder le interesara poco la lectura. Un libro da menos lustre que un cuadro, un palacio o una ópera, aunque bien que se han ocupado de quemarlos o prohibirlos cuando no gustaban las ideas que contenían. Así y todo, muchas de las grandes obras de la literatura universal fueron publicadas bajo la protección de alguien poderoso. Así que, al final, lo que perdura es lo que ha sido producido con talento. El resto sí que es moda pasajera.