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Nuevas normas de escritura ahorrativa

Como la electricidad es un elemento fundamental en nuestra vida diaria y ya es casi un artículo de lujo, nos llegan consejos para gastar menos: usar bombillas de bajo consumo, apagar la vitrocerámica a mitad de tiempo y dejar que el café salga con el calor sobrante, no encender la plancha para una sola pieza, no meter productos calientes en la nevera y abrirla lo menos posible… Muchos consejos, pero no nos damos cuenta de que los que tenemos el vicio de escribir tacleamos durante horas, y así gastamos electricidad, porque lo del bolígrafo está cayendo en desuso. Esto quiere decir que, si tecleamos menos pulsaciones tardaremos menos tiempo y apagaremos antes el ordenador. Podríamos incorporar algunas normas nuevas para ahorra tiempo y de paso energía:
xxxFoto0804.JPG1.- Anular las haches, como no se pronuncian…
2.- Prescindir de los artículos, las preposiciones y las conjunciones.
3.- Asignar a los nombres propios una sigla para no repetir (LD Londres, JOM José Manuel, JUM Juan Manuel…)
4.- Sustituir por signos o letras expresiones más largas (bs besos, abz abrazos).
Y algunos otros métodos ahorrativos. Costará trabajo entenderlo al principio, pero luego irá como la seda y bajará la factura. Los pioneros han sido los sms, y en el futuro la lingüística tendra una nueva rama de especialización: las contracciones. Incluso creo que podamos llegar a comunicarnos por graznidos, como lo cuervos. Ese es el futuro que, entre unas cosas y otras, espera a la cultura.
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(La foto… Ah sí, la foto, se trata de … ¿Ven? Hacen falta nuevos especialistas)

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Los más de cuarenta ladrones de Alí Babá

Foto0826.jpgPor simplificar, diré que la RAE dice que la ética es el conjunto de normas morales que rigen la conducta humana, porque si nos metemos en harina podríamos estar un ratito largo y finalmente habría que llamar a Rubén Benítez Florido para que nos delimite todos los aspectos que se han desarrollado durante milenios de pensamiento. Pero volviendo a la definición de la RAE, que es como la fugaz proyección de muchos siglos de comportamiento humano, habrá que convenir que estamos en el apogeo de una ópera bufa que en lugar de risa da asco. Nos hablan de una sacrosanta Constitución que se pasan por el arco del triunfo artículo por artículo, y se muestran como representantes del interés colectivo. Mientras tanto, tratan de vender a una Caja de Ahorros una colección de pinturas que los técnicos valoran en 3 millones en 54. Sí, sí, han leído bien, cincuenta y cuatro, con todas las letras. Esta vez no coló, pero hemos perdido la cuenta de las maniobras similiares que sí han colado. Y estos, otros y los de más allá, siguen ahí, dando lecciones de ética, culpabilizando a las víctimas (nosotros) de sus desmadres, sin guardar la más mínima línea estética, como si las leyes no fueran con ellos. Los jueces que tratan de poner orden acaban en el banquillo de los acusados, hay fiscales que se comportan como abogados defensores de los corruptos, que son cogidos en contradicciones y mentiras monumentales y a nadie se le cae la cara de vergüenza. Ya conocemos a Alí Babá, pero cuento los ladrones y me salen más de cuarenta.

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¿Sabemos realmente lo que está pasando?

Si decía Borges que la historia del siglo XX no podría escribirse por exceso de información, supongo que la del siglo XXI nos conduciría directamente a un bloqueo. Hay exceso de información, que circula por muchos canales diferentes, y muchas veces no sabemos lo que es verdad y lo que se monta como bulo interesado. Otra forma de desinformar es a través de la saturación, se habla tanto y tan repetidamente de un asunto que acaba creando cansancio, zzzDSCN4489.JPGy llega un momento en el que uno deja de prestar atención. Sospechamos que gobiernos y grandes corporaciones nos ocultan cosas, pero a veces no es así, sino que es tal la avalancha de datos, que nos causa estrés mental y es como si no dijeran nada. En otras ocasiones tenemos acceso a esos datos, que suelen ser exhaustivos, pero de nada nos vale porque luego vienen las interpretaciones. No somos físicos nucleares, economistas, sociólogos, biólogos, géologos y politólogos a la vez, para sacar una conclusión de una tabla de números sobre cualquier asunto importante. Al final, salen Fulano y Zutano, que son líderes de opinión reconocidos, y nos sumamos a su análisis. Pero eso tampoco es garantía de nada, porque la gente tiene su tempo, aunque no lo sepa, y así quien cree a Gabilondo desconfía de Anson, y al revés, además de que se duda de las valoraciones de voces diversas. El mismo hecho puede ser una maravilla o un desastre según quien lo diga y quien lo escuche. Como consecuencia, en una época en la que más medios existen para comunicarnos, cabe hacerse la pregunta de si en realidad sabemos, aunque sea de una manera aproximada, qué está pasando, y qué significa.