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Dios nos odia, si no no se explica

zwer67.JPGLa muerte de Mandela nos recuerda cómo hay naciones que son capaces de aprovechar hasta la más remota oportunidad, y como dice el poema Invictus, «no importa lo estrecho que sea el camino». España es especialista en perder oportunidades. Perdió una después de expulsar a Napoleón, para convertirse en un adalid liberal (Fernando VII la jodió); otra en la revolución de 1968 y la I República, cuando cada cantón y hasta cada ciudad quiso ser independiente (Viva Cartagena); otra más hacia la mitad de la II República, cuando los extremismos y los poderes reaccionarios (Iglesia y poder económico) abocaron a este país hacia una guerra civil; aún así, tuvo otra oportunidad al filo de1950, cuando al amparo de la ONU pudo convertirse en una democracia y subirse al carro del Plan Marshall, pero el deseo de poder y venganza de Franco y los suyos lo impidieron; La Transición fue la quinta oportunidad en menos de dos siglos, pero el miedo y los poderes ocultos manipularon la realidad con medias verdades y olvidos clamorosos. Y es que, es verdad, Dios, que tanto está en la boca de los nacionalcatólicos, nunca ha querido darnos un Mandela. Cada día estoy más convencido de que, si Dios existe, nos odia. No hay otra explicación.

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Menos condolencias y más Mandela

Vergüenza ajena da escuchar a los prebostes españoles de la política lanzando sus mensajes de condolencia por el fallecimiento de Nelson Mandela, aparte de que los titulares de algunos medios resultan patéticos por la banalidad con que tratan un hecho así. El gran hombre sudafricano fue un espejo en el que cualquier sociedad diversa debería mirarse. Sudáfrica no es solo un país de negros y blancos; dentro de cada una de esas colectividades hay mucha diversidad, zzbFoto0774.JPGblancos de ascendencia británica u holandesa con religiones distintas, negros de al menos once etnias catalogadas con sus costumbres, su lenguas, sus credos y su memoria, además de los que se han cristianizado. Estamos ante un puzle de encaje muy complicado, y Mandela consiguió armarlo desde el liderazgo de la concordia. Escuchas a nuestros políticos hablar de Mandela y te dan ganas de vomitar, porque ese mensaje que dicen admirar lo pisotean cada día, haciendo políticas partidistas, territoriales, sectaristas y de toda laya, encaminadas siempre a desunir y a escarbar en el rencor, incluso con mentiras. Como arquetipo, son la antítesis de Mandela. De manera que lo mejor que pueden hacer es no decir una sola palabra sobre el líder africano y dedicarse a imitarlo. En este país hay demasiado rencor acumulado, pero con ser muy diverso no tiene ni de lejos la complicación de la Sudáfrica que Mandela sacó del fango del odio. No predico el olvido, digo que hay que tratar de entender al otro y mirar hacia adelante, enterrar a TODOS los muertos con la dignidad que merece cada ser humano y construir puentes hacia el futuro. Si así fuera sí creería en las palabras hipócritas que dicen nuestro políticos sobre Mandela.

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Maria Callas y el descubrimiento del chicle

zzzzMARIA-CALL.jpgHoy, la mítica cantante María Callas cumpliría 90 años. Como homenaje a su voz única adjunto un fragmento de mi novela El baile de San Pacual, que forma parte del libro Tríptico de fuego (2008), que contiene tres novelas cortas. Trata de una visita que hace medio siglo hizo a Gran Canaria la gran diva de la ópera, en el yate del millonario griego Aristóteles Onassis. El episodio del chicle, que podría sonar a pura fantasía, ocurrió realmente en el sur de Gran Canaria.

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«… Al entrar en el patio de la casona donde aún se balanceaban los sillones de remo donde Doña Irina les leía, Marina recordó el día en que vino a Pozo Grande el hombre más rico del mundo y ella descubrió el chicle. Doña Irina había salido al encuentro de su marido, que acaba de llegar en su Ford gris plata en compañía de una pareja que fondeaba su yate en el puerto de la capital. La visita a Pozo Grande de los amigos de los amos se había anunciado como rumor salido de la casona desde hacía muchos días, y los aparceros esperaban con expectación ver de cerca al hombre más rico del mundo, que tal vez pensaran ver recubierto de oro.zzPICT0c058.JPGY así lo esperaba Marina, pero sólo pudo ver fugazmente, desde el bosquecillo de pinos donde se había escondido, a un hombre corpulento y adusto que desapareció en la casa mientras ella miraba con envidia al niño preferido de Doña Irina, que se remaba en el sillón con la Biblia abierta como compañera de asiento.
La dama que acompañaba al hombre más rico del mundo, dueño de muchos barcos y quien sabe de cuantas cosas más, era una mujer delgada, con los ojos enormes y una sonrisa tierna y estridente en su boca amplia. La amistad con los amos le venía a la pareja de la coincidencia en el canto de la ópera de Doña Irina con aquella mujer vestida de blanco que se acercó hasta el sillón de remo donde el niño predilecto la miraba con los ojos abiertos en desmesura. Marina la percibió desde su escondite como una mujer afable y cariñosa, tierna, lejos de la idea que de ella se habían formado. Le habían dicho que era la cantante de ópera más famosa del mundo y que su voz estaba en los discos que Don Pablo ponía en la radiogramola que a veces se oía desde la carretera. Doña Irina le presentó al niño y ella le dio un beso maternal. Marina sintió envidia, pero siguió escondida porque estaba fascinada por la elegancia de la mujer, que dio al niño un chicle, y luego, cuando Doña Irina la descubrió entre los pinos, también ella probó por primera vez la rosada goma que tanto la impresionó. El chicle de la dama era el primer signo de progreso que llegaba a Pozo Grande…»