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Combinar hechos y mensajes

 

El pasado fin de semana fue Día de Canarias. Es una fecha artificial, como todas, que se ha vuelto tradicional con el paso del tiempo, porque Canarias es una idea compuesta por el sentimiento de unas personas que habitan un bello archipiélago, y ahora estamos atravesando un momento de incertidumbre que poco tiene que ver con celebraciones. Esa es la paradoja de unas jornadas que debieran ser festivas, pero que hoy son más voluntarismo que alegría. En circunstancias tan especialmente duras, sería prepotente por mi parte enjuiciar decisiones del Gobierno de Canarias. Lo sí es seguro es que en estos momentos habría que reforzar la unidad de todas las fuerzas políticas y la eficacia para afrontar los tiempos complicados que se avecinan. También debo suponer que los responsables políticos lo saben y que obrarán en consecuencia.

Estamos en una etapa que llaman desescalada. Quienes ignoramos todo sobre epidemiología, nos limitamos a seguir directrices, porque suponemos que se hace lo que se tiene que hacer. Lo mismo que nos sorprendió la paralización total cuando se decretó el primer Estado de Alarma, ahora nos resulta extraño que, de pronto, ser reúnan las familias, cuando hace unas semanas había que distanciarse de las personas mayores. Paseo por las calles y veo grupos de amigos o familiares alrededor de una mesa, y tengo una sensación  rara. Es como si de pronto la gente sintiera que el virus ya no es peligroso, y creo que hay que insistir en que la pandemia no ha acabado.

Llegan varios mensajes al mismo tiempo. Por un lado, se sigue advirtiendo sobre las medidas de seguridad que hay que tomar tanto de forma individual como en los trabajos, los transportes o los establecimientos que abren al público en cualquier sector. Por otro se habla de la vuelta a nueva normalidad, actividades deportivas y hasta baños en la playa, y ves imágenes en las que se contradicen esas advertencias sobre la seguridad. Quiero suponer que esos disparates que  nos muestran los medios son las excepciones, pero al mismo tiempo pienso que a algo tan peligroso como el covid19 no se le puede dar la más mínima ventaja. Y los dirigentes políticos y las grandes voces empresariales hablan de abrir fronteras en julio. Lo que me resulta sorprendente es que hay peticiones de reservas hoteleras, lo cual está muy bien. A lo mejor es que hay que perderle el miedo al virus, lo cual no significa que bajemos la guardia, porque no podemos escondernos siempre. Esos son los variados mensajes que se entrecruzan, y deseo que sepamos tener el pulso, la valentía y la paciencia para conjugarlos.

Así que este Día de Canarias no se nos va a olvidar, por lo mismo que quedarán marcadas las fechas que en 2020 significan algo importante para nosotros: la romería del Pino, La Rama, las Fiestas Lustrales, las Fiestas Fundacionales de Las Palmas. Precisamente por su ausencia, las ediciones de 2020 de estos eventos van a significar en nuestra memoria de futuro el recuerdo de un tiempo en el que tuvimos  -tenemos- que ser valientes, solidarios y rigurosos. Espero y deseo que esas sonrisas que se adivinan cada día más bajo las mascarillas nos lleven a un futuro  que más temprano que tarde sea un recuerdo, en el que nunca debemos olvidar el sufrimiento y sobre todo las vidas que han quedado en el camino. Buena semana.

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