Nuestro Ateneo de La Laguna

El fuego parece empeñado este año en  dañar nuestro patrimonio natural y cultural. Ahora arde el Ateneo de La laguna y se nos abre otra dolorosa herida. Porque el Ateneo es mucho más que un valioso edificio centenario ubicado en una ciudad que no es ajena a ningún canario de las siete islas, es memoria lagunera y un corazón que lleva más de un siglo latiendo por toda Canarias. Cuando he sabido que las llamas atacaban a la venerable institución, sentí que también ardía parte de mi memoria, porque El Ateneo  me ha acogido en muchas ocasiones, entre sus paredes he compartido palabras e ideas y, sobre todo, he aprendido de los demás. No es solo un edificio y una institución que se circunscribe a La Laguna, es un lugar espiritual que ha sido espacio de muchos momentos fundamentales en el devenir de Canarias, su cultura y su sociedad.

Hoy quiero compartir el dolor con la gente lagunera y con todas las personas que valoran un emblema de nuestra cultura, y me alegro de que, en la desgracia, no haya habido que llorar pérdidas humanas, aunque es muy humano lo que el fuego ha liquidado. Por las noticias que me llegan, gran parte del tesoro documental y artístico que alberga el edificio ha podido ser salvado, pero lo que nunca destruirá el fuego es la memoria colectiva de una entidad ejemplar.  Por eso estoy seguro de que el querido Ateneo de La Laguna seguirá siendo lo que siempre fue, un refugio para todas las libertades, y la primera la libertad de expresión. Queda mucho futuro.

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