Aire sucio, gobiernos y otras machangadas

La contaminación del aire está de moda en estos días por las medidas tomadas por el ayuntamiento de Madrid de dejar en días alternos circular solo a la mitad vehículos (matrículas pares o impares) y en Canarias por la calima intensa. Cada día es más evidente que los gobiernos no velan por el interés general, y eso ocurre por una de estas dos causas: o están sujetos por los poderes económicos y actúan a su dictado, o en el caso de que sean independientes están compuestos en sus distintos niveles por personas incompetentes o preocupadas solamente de perpetuarse en sus cargos y a ser posible pillar otro más alto. Si sabemos desde que existen los motores que los diesel expulsan más partículas nocivas y más dañinas que los de gasolina, ¿cómo es posible que los gobiernos hayan permitido que en los últimos años se promocionen los coches diesel, desde los utilitarios hasta los de gama alta?

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Antes, se usaban motores diesel en vehículo pesados, seguramente porque su fuerza era mayor, y los coches ligeros iban a gasolina, salvo algunos de servicio público porque la diferencia de precios era abismal entre los dos combustibles. De repente, el gasoil se ha convertido en una maravilla y ya solo falta que haya motocicletas diesel, precisamente en una época en la que se debería impulsar la tracción eléctrica o la de los llamados híbridos. Y caemos en el escenario de siempre: intereses económicos. Con la proliferación de los motores diesel, el precio del gasoil de ha puesto a niveles muy cercanos a los de la gasolina, con lo que no hay tanta diferencia a la hora de repostar. Ganan las petroleras, que se ahorran parte del proceso, y ganan los estados porque buena parte de ese nuevo alto precio son impuestos. Con los avances tecnológicos, los diesel han reducido el ruido y la vibración hasta equipararlos a los de gasolina. Pero, claro, siguen siendo doblemente dañinos por la cantidad y la calidad de las partículas que expulsan. Mucho diseño, nuevos materiales y robótica incorporada, pero contaminan muchísimo, tanto, que algunos fabricantes han hecho trampas, no solo la marca que se vio envuelta en un escándalo recientemente. ¿Y los gobiernos qué han hecho? Mirar para otro lado y a veces poner trabas al desarrollo de motores alimentados por energías renovables. Blanco y en tetrabrik…
cantaminacion 2.JPGEn otros ámbitos, la sensación de impunidad es la misma. Escucho en un noticiario que las empresas de perfumes pierden mil millones al año debido a la introducción de productos falsos que incluso pueden ir contra la salud. Y lo único que se les ocurre es advertir a la ciudadanía para que se ponga atención y no nos den gato por liebre. Sucede con muchos productos, sean de vestir, de alimentación o de cualquier otra clase. El usuario no es un experto y, además, confía en que lo que le venden, sea autóctono o de importación, está supervisado por el organismo correspondiente. Entiende que los gobiernos poseen mecanismo de control e inspección en diversas áreas, desde la industria al comercio y la sanidad. Pero, claro, para que todo eso funcione hace falta que haya más inspecciones, y eso cuesta dinero. Bastaría con que esas grandes empresas pagasen impuestos al mismo nivel que las pymes, asunto, por supuesto, disparatado e impensable. Por no llorar, me entra la risa cada vez que escucho a los (i)responsables políticos hablar de algún tema concreto, haciendo gala de su desconocimiento o de su cinismo, porque o es un incompetente o una marioneta (no sé qué es peor). Y para hacernos una idea de lo insalubre que es la contaminación por calima, diré que el aire de Canarias, por ese polvo que viene desde África todo el año (hasta los días en que no se percibe), ya tiene niveles de contaminación que aconsejaría que en Canarias no se quemase ni una gota de combustibles fósiles para no enrarecer más un aire que ya tiene bastantes impurezas con las que le da la naturaleza. Posibilidades para producir energías renovables hay como en ninguna otra parte del mundo, pero siguen empeñados en el petróleo y el gas. La conclusión vuelve a ser la misma: intereses económicos de unos pocos. Y nada de esto se aborda porque quienes tienen que hacerlo están muy ocupados inventando realidades paralelas para contarlas en los telediarios o maquinando crisis cainitas de parvulario y otras machangadas.

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