Asco, mucho asco
Hasta hace unos meses uno pensaba que cabía el debate, la contraargumentación, la confrontación de ideas y proyectos. Ahora ya no. Es tanto el descaro y la desvergüenza que exhiben, es tanta la evidencia de que mienten una y otra vez, que tengo la sensación que debatir o rebatir es dar coces contra el aguijón. Tienen todo el poder y no se esconden para mostrarlo, y me cansa que una y otra vez Aznar, Espezanza Aguirre, Mª Dolores de Cospedal y tantos otros y otras nos echen la bronca como si fuésemos niños que han roto el tarro de la mermelada, cuando han sido ellos y sus cómplices los que deliberadamente están rompiendo la baraja. Se creen los depositarios del poder divino, la aristocracia del dinero, y el pueblo es un elemento incómodo, que se empeña en comer tres veces al día, en abrigarse en invierno y en dormir bajo un techo digno. Ellos cobran grandes salarios (hablo en plural porque para ellos nada es incompatible), y le quitan a un discapacitado una mísera ayuda que casi nunca llega. Consideran que gritar frente a su casa pidiendo justicia es un atropello, una invasión de la intimidad, pero dejar sin techo a una pobre familia es simplemente la aplicación de la ley. Claro, su ley, y proclaman que este es un Estado de Derecho, por supuesto, su Derecho. Dicen que Bankia ha obstenido 213 millones de beneficios en el primer trimestre, pero no veo que ese dinero se destine a pagar los miles y miles de millones de su rescate con dinero de todos; ¿o es que ese dinero nunca va a ser devuelto? Y este proceder en el que ellos son los señores feudales y el pueblo es la gleba solo puede inspirar asco. Mucho asco.