Cada uno de nosotros tiene un objeto (o varios) que trascienden su valor real, porque tienen un significado especial: el reloj heredado del abuelo, aquel llavero que fue el puente de una relación o el anillo que alguien nos regaló. Hace unos días Serrat comentaba que guarda con especial cuidado la primera guitarra que tuvo, un regalo que a su padre le costó un gran esfuerzo económico y con la que pulsó sus primeros acordes. Esas cosas tiene aun más valor, porque formaron parte de nuestra vida durante un tiempo, a veces años, y son para nosotros como seres vivos, compañeros de viaje con los que muchas veces hasta hemos hablado. Hay niños que se encaprichan de una almohada, de una manta frisada o de un muñeco de peluche, que para los demás no solo carece de valor sino que es sencillamente un trasto que hace tiempo tendría que haber estado en la basura. Pero, ¡ay! Cuidado, porque ese peluche barato, que tal vez fue adquirido en un bazar de paso, en una estación de tren, en un aeropuerto, a lo mejor de manera apresurada para cumplir un compromiso, se convierte en compañero inseparable de un niño, que poco a poco le va insuflando vida, con el soplo de tantas noches compartidas y hacerle sentir que siempre estaría ahí. Por eso rindo hoy homenaje a esos objetos tan queridos que, aunque sean de lana, algodón o franela, son depositarios de una memoria afectiva muy humana, y porque seguramente serían el mejor regalo para alguien que creyendo haberlos perdido los vuelva a encontrar.
3 opiniones en “Hay objetos que tienen alma”
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¡Qué bonito artículo!, el alma de los objetos.
Es cierto que los impregnamos de recuerdos, son depositarios del afecto. En especial algunos juguetes, criaturas que cobran vida a través de nuestros sentimientos más bellos e intensos, heraldos del cariño, celosos guardianes de nuestras ilusiones. Es estremecedor encontrarse un viejo muñeco tirado por ahí, testigo de una infancia perdida, del paso del tiempo, quién sabe qué historias custodia. Recuerdo que algunas de las fotografías periodísticas más desgarradoras son aquellas que se centran en un peluche abandonado en medio de la desolación de un tsunami, de una guerra, una catástrofe, un drama… son imágenes que desbordan la pena y ahogan. Esas pequeñas criaturas hechas de amor merecen un homenaje, merecen que las cuidemos.
Gracias, amigo
Tienen energía.Entré a un negocio.Me dirigí ,casí automata hasta un aparador y me agaché.Y allí estaba él.Un oso hermoso.El último oso de una juguetería que estaba por cerrar.Lo tomé entre mis manos,lo abracé y adopté.Así de mágico.El último peluche de esa juguetería estaba esperando paciente.Vaya a saber cuanto tiempo estubo allí,solo,tirado.Lo bauticé Pupi.