UWE GRUMANN (y II)

selllo0ooo.JPGEn el año 2004 se realizó en Las Palmas de Gran Canaria una exposición retrospectiva del pintor Grumann, que acaba de fallecer en Las Palmas de Gran Canaria a los 97 años. Con ese motivo, tuve ocasión de hablar con él y de esa conversación salió este texto, que fue publicado entonces y aque ahora recupero como homenaje al artista. Lo publico en dos entregas para hacer más fácil su lectura.
II (En el post de ayer está la primera parte)
Le hablo de Jackson Pollock, el gran pintor norteamericano, y confiesa conocerlo, pierde la mirada y afirma que no tiene ninguna influencia sobre él, al contrario, cree que Pollock estaba influenciado por la pintura europea. Resulta difícil hacerle hablar del pasado, de los años cincuenta y sesenta en Chile, donde conoció a gran parte de los componentes del gran movimiento cultural de entonces. Habla de todos sin especificar y hace algo de hincapié en Violeta Parra: «La conocí, aunque tuve poco trato con ella; era una artista extraordinaria, por sus canciones y por cómo las decía; Violeta Parra es para mí la voz de Chile, maravillosa, pero con un carácter muy hosco, una mujer un tanto agresiva. De todas formas yo la admiro mucho, pero su trato era difícil, no sé si era sólo conmigo porque yo era extranjero y ella consideraba que yo debía ser una especie de representante del gran capitalismo del Norte. No había forma de que entendiera que yo había llegado a su país huyendo de los nazis. Era muy radical».
gruman4.JPGEn ese Chile encendido y vibrante que caminaba hacia el gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende, algo debió decirle a Grumann que era hora de partir. «La cosa se puso muy dificultosa en lo económico», afirma, «y la vida era muy difícl, por algo crece el movimiento que encabezaba Allende, las cosas no suceden por casualidad. Había razones sociales y como sabe yo siempre he tratado de evitar el conflicto, y más en un país extranjero donde muchos podrían interpretar cualquiera de mis actos como una toma de postura política, cuando yo siempre he procurado mantenerme al margen».
De ese modo, treinta años después de haber llegado a Chile, en 1967, Uwe Grumann se trasladó a Las Palmas de Gran Canaria, aquella ciudad que había visto desde la cubierta de un barco en 1937. La memoria de la luz lo condujo a Canarias, y en Gran Canaria se estableció y se integró inmediatamente en la vida cultural de la ciudad durante doce años. Mientras tanto, Chile era otra tragedia que él había dejado atrás por intuición o quien sabe si por azar. «Conocía la isla de haber pasado por su puerto en 1937», relata, «pero también sabía por un amigo que entonces había en Gran Canaria un buen ambiente artístico, con pintores como Felo Monzón o Juan Ismael, que provenían de una época similar a la mía, unos entroncados con el surrealismo y otros con las nuevas tendencias de posguerra. Yo entonces estaba en Chile un poco aburrido y muy descontento. Cambiaron la moneda y aquello estaba claro que iba claramente hacia el enfrentamiento. De modo que cogí a mi familia y me trasladé a Gran Canaria».
gruman5.JPGSorprende que volviera a Chile doce años después en pleno apogeo de la dictadura militar de Pinochet. «Mi mujer era chilena y tenía un gran deseo de volver». Y en Chile, a pesar de la dictadura, lo recibieron como el gran artista que es y lo colmaron de reconocimientos. El crítico de arte chileno Pedro Labowitz lo define entonces en pocos trazos, con motivo de su última gran exposición en Santiago, en 1994: «Grumann ha determinado su manera de vivir: retraído, amante de la literatura, hombre de pocos amigos, que se mantiene al margen de los circuitos del arte, pero apreciado altamente como artista, tanto por sus pares como por la crítica en general. Ese Grumann hombre da pie al Grumann pintor: lo importante, finalmente, será la pintura».
Y es entonces, viudo, joven y octogenario, cuando Grumann fija de nuevo su residencia en Las Palmas por segunda vez. Aún sigue en Gran Canaria, aunque ahora los aviones son más rápidos y permiten visitas a Chile y Alemania sin el esfuerzo de aquello viajes heroicos de antaño. No sabemos por cuanto tiempo, porque con Grumann nunca se sabe. Próximo a cumplir los 91 años, sigue activo y en plena forma física e intelectual, irónico y bromista, tal vez como escudo de su timidez, pero afable y agradecido. Para este hombre, que ha recorrido casi toda la centuria pasada «Picasso es inevitable, un monumento, y está claro que en el siglo XX toda aquella efervescencia parisina de artistas tremendos, con Picasso y Matisse a la cabeza, son las grandes referencias, y ve a este último más interesante como pintor que el pintor malagueño. «Los franceses buscan el equilibrio, Picasso es un terremoto», sentencia.
gruman6.JPGSe resiste a hablar de los pintores españoles contemporáneos, aunque deja entrever algunas simpatías y otras no, que se niega a comentar claramente, y declina hablar de artistas como Tápies y Saura. Da la impresión de que sigue considerándose extranjero en una de sus tres patrias. Habla, eso sí, de Manolo Millares, del que dice que «es alguien que ha hecho algo muy interesante, lo mismo que César Manrique, este no tanto como pintor, pero ha sido un protector del espacio en Lanzarote, un hombre providencial para su isla y ojalá hubiera un Manrique en cada isla».
Hacer una valoración crítica y técnica de la obra de Grumann no es el objeto de este trabajo, en España hay que remitirse a los mencionados críticos Lázaro Santana y Javier Cabrera y al galerista Manuel Ojeda, pero sin duda estamos ante un gran artista alemán, chileno y español, puesto que ha residido y pintado en Canarias durante más de veinte años de su larga y azarosa vida. Y sigue en Gran Canaria, vital y con el talento en plena ebullición. Otro momento habrá para indagar si el espíritu Bahaus hizo mella en él, si es heredero del expresionismo y de las últimas vanguardias, si ha creado un mundo personal que lo hace actual en cada momento, y es una lástima que el gran público español no lo conozca, aunque eso es algo que puede solucionarse. Valgan, de momento, las reproducciones de su obra que acompañan este trabajo. Lo cierto es que, en palabras de Cabrera, en el 2004, con 90 años cumplidos, la pintura de Grumann es más joven y fresca que nunca.

2 opiniones en “UWE GRUMANN (y II)”

  1. Seguramente el mundo de La Bahaus le habrá influido porque lo hizo con todos los artistas del momento y posteriormente, el mundo de las Vanguardias, y si era alemán es lo más probable. A mi me gusta esa sensación y sentimientos que hizo de La Bahaus algo que nunca ha muerto.
    Si miramos al margen de este artista la silla vasily es una silla sencilla que se ha hecho algo imprescindible en los lugares minimalistas.

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