Saramago o la sencillez de un sabio

Cuando todos los años sonaba el nombre de Saramago como Premio Nobel, una y otra vez nos llevábamos el disgusto de que no se lo concedían; pero un día sucedió, y se le reconoció a lo grande el valor a una obra incuestionable, la de un novelista que nunca olvidó que, antes que escritor, era un hombre, y por lo tanto cada cosa buena o mala que le pasara a la Humanidad le estaba pasando a él. En los últimos años, desde Lanzarote nos llegaron varias veces noticias preocupantes sobre la salud del escritor, pero, al contrario que ocurría con el Premio Nobel, esperábamos que nunca llegara la triste nueva que hoy ya es una realidad. Esta vez ni siquiera ha habido un preludio de hospitalización, ha sido bruscamente; su corazón dejó de bombear sangre, aunque no de latir porque seguirá latiendo durante mucho tiempo entre los renglones humanos de sus libros.
Nuestros mayores tenían la costumbre de tomarse a chanza la muerte, porque sabían que es un destino inexorable para todos; y en la broma solían decir que procurarían morirse un viernes, para que los vecinos no perdieran de trabajar el día del entierro. Tanto se involucró Saramago en la vida de nuestras islas, que finalmente cumplió con el propósito de nuestros campesinos, morirse en viernes para tener un buen entierro. Hasta eso hizo bien. Hablé muchas veces con él, y siempre me llamó la atención el profundo conocimiento que tenía de Canarias, y eso que entonces sólo llevaba cinco años en Lanzarote. Le interesaba todo y seguramente por eso tuvo una vida y una obra tan fecunda.
aagal4004-11[1].JPGSu idea de Canarias era muy nítida, no tomaba partido pero se expresaba con claridad porque se consideraba canario y por lo tanto con derecho a opinar: «Para que existiera nacionalismo en Canarias sería necesario que existiera una nación canaria, y creo que no existe. Cuando yo me encuentro con siete islas que no acaban de entenderse, con dos regiones enfrentadas, no creo que exista una nación canaria. Lo que me parece muy bien es la afirmación de una identidad propia, eso sí. Se habla mucho de nacionalismo pero no se habla de nación canaria».
La obra de José Saramago, escrita originariamente en portugués, es una de las grandes enseñanzas de este tiempo. Antes de que se lo dieran a él, la lengua portuguesa era la única de Europa Occidental que nunca había sido galardonada con el Nobel, aunque ello sólo da idea de la ignorancia de los premiadores, pues con o sin el Nobel queda intacta la gloria de una lengua en la que han escrito Camões, Machado de Asís, Eça de Queirós, Jorge Amado, Fernando Pessoa y el propio Saramago, uno de los grandes fabuladores contemporáneos. Lanzarote no fue su segunda casa, sino la misma que tiene en Lisboa, porque la casa de un escritor es el entorno que le da aliento.
Su talento y el tiempo lo dotaron de una gran sabiduría. Para él, lo importante es que cada uno conozca sus propias limitaciones. Si cada uno sabe cuál es su espacio y que no puede pasar de un sitio determinado, su trabajo es hacia abajo, profundizar, ver la forma de hacer cada vez mejor lo que sabe hacer. Nadie puede con fortuna ir más allá de los propios límites, se puede engañar a los otros, pero sobre todo se estará engañando a sí mismo. Y su gran enseñanza es que cada uno tenga su pequeña verdad y ahonde en ella.
Haría falta un libro (que sin duda se hará) para desarrollar con todos sus matices cada uno de los conceptos vertidos por José Saramago, que están en sus libros y se escuchaban de su boca compartiendo una comida. Como ocurre con autores como Oscar Wilde o Shakespeare, en el futuro se venderán libros de citas de José Saramago. Pocas veces he estado ante una persona cuyas palabras sean tan densas, con tanto contenido, y al mismo tiempo expresadas con absoluta sencillez, a veces incluso con sentido del humor. Es el goteo de muchos años de reflexión, y salían así, mientras tomaba ensalada. Esta es parte de su herencia:
aaz1234.JPG«La civilización se derrumba porque está hecha para los ojos y por los ojos; Si mirásemos con la razón y tuviésemos en cuenta al otro, la diferencia del otro, gran parte de los conflictos no existirían; Dentro de cada uno de nosotros hay una cosa que no tiene nombre, eso es lo que somos; El infierno está aquí y vivimos en él; Me conformo con que cada mañana el hombre se diga a sí mismo: «hoy no haré daño a nadie», ni siquiera pido que se proponga hacer algo bueno; Los animales pueden ser feroces o agresivos, nunca crueles, porque la crueldad es exclusiva de los seres humanos; Somos lo que somos por nuestra relación con el otro y respetar al otro es respetarse a sí mismo; Un amor que no desee es sospechoso; Se ha separado la razón de los sentimientos, y yo creo que los sentimientos deben estar en la razón; Dios está en nuestra cabeza, el diablo está en nuestra cabeza; fuera de nuestra cabeza no hay nada…»
Ese era José Saramago, un Premio Nobel que se conducía con la sencillez de un campesino, porque nunca olvidó de dónde venía, y a la vez siempre tuvo muy claro hacia donde iba. Honestidad, humanidad, coherencia y generosidad fueron sus divisas. Era de donde estaba, por eso podemos decir que hoy lloramos a un canario que circunstancialmente nació en Portugal.

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(Este trabajo fue publicado en el suplemento Pleamar especial del día 19 de junio, de la edición impresa de Canarias7, con motivo del fallecimiento de José Saramago)

Un comentario en “Saramago o la sencillez de un sabio”

  1. Mal lo tiene el Papa que pedirá perdón por este desmedido ataque a una persona, ¿dónde queda esa misericordia Divina de la que presume la Iglesia? Aquí la Iglesia ha pecado de Soberbia, un hombre bueno al que le seguimos muchos como un casi amigo de los hombres en la actualidad, no reprime su Ira porque no puede presumir sobre él. Tendrá que pagar por los Sietes pecados Capitales que ha cometido contra José Saramago.
    La Vanidad que proyecta la Iglesia al sentirse desplazada por un Premio Nóbel. Después de todo se ha manifestado como una institución que ha cometido todos los pecados Capitales.
    Envidia de no poder capitalizar la muerte de un ser humano . Nadie ha requerido de sus «oficios», por lo tanto atacar, atacar y ensombrecer la memoria de un hombre que veía en la Iglesia una institución contraria a las necesidades humanas, y entonces la Iglesia ataca como una Cruzada y anatemiza esa figura que siempre fue sabia y humilde. ç
    Con la Iglesia no hemos topado, ha sido ella la que ha manifestado un odio increible hacia los que queremos un mundo más justo.
    La Avaricia por no ser uno de los suyos no les deja ser mas generosos con Saramago,La Gula de creer que todo es para rentabilizarlo la Iglesia,La Lujuria de poder sin censura minimizar y creer que todo el mundo sin la Iglesia y el Vaticano no son nada. No sé si en estos casos se puede decir: Padre no los perdones porque Si saben lo que hacen

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