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Las medidas del Gobierno

Las medidas del Gobierno parecen buenas, pero yo me pregunto qué efecto tienen en las personas que no vayan a comprar un piso en dos años, en las que tampoco vayan a cambiar de coche y en las que no sean accionistas de los grandes bancos. La oposición -o las oposiciones, para ser más exactos- tampoco ha llegado muy lejos, dice esto no, pero no aporta nada.
DSCN7536[1].jpgAyer me embargaba un sentimiento, mezcla de rabia y tristeza al ver cómo han convertido el Parlamento en una casa de apuestas, a ver quien la tiene más larga. Se les llena la boca diciendo que es el crisol de la soberanía popular y en realidad es un mercado persa; mejor dicho, un mercadillo de baratijas que se compran y se venden al mejor postor.
Cada cual va a mantener lo suyo, y nadie piensa en el interés general, y si lo piensa alguien lo disimula muy bien, porque en el Congreso se habla de todo menos de lo importante, que es unir esfuerzos para salir de la crisis. Es vergonzoso, además, cómo nadie reclama medidas de verdad contra los abusos de los EREs, de la banca, de las muchas corrupciones que existen, que son vox populi y nadie hace nada, y de cómo se aprovechan algunas empresas para quitarse personal de encima. Después se quejarán de que la gente no vaya a votar a la europeas. Sinceramente, ayer me dio vergüenza, no de este ni de aquel, DE TODOS.

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De los adioses y el oro del silencio

Quienes amamos la literatura y la palabra como instrumento de liberación estamos tristes por la muerte de Benedetti, pero, como decía anoche Antonio Becerra en un foro, también se nos ha ido una escritora nuestra, Josefina Mujica, que nos dejó una obra que quiso ser humilde, pero que deja un hueco en la cultura de esta tierra.
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La cultura se hace como la playa, grano a grano, no hay Mozart, Picasso o Cervantes que pueda por sí solo hacer la cultura, porque esta se nutre de muchas fuentes, y a veces tan importante es un gran río como un leve torrente, pues juntos afluyen y conforman el hábitat del pensamiento. Por eso le dedico hoy esta nota en su partida, con el respeto que merece esa generación de mujeres canarias escritoras, que tanto han dado a la colectividad.
Por ora parte, el poeta Gamoneda ha perdido una oportunidad de oro para callarse, descalificando la forma de hacer poesía de Benedetti cuando su cuerpo estaba aún insepulto. Podrá ser todo lo buen poeta que se quiera, pero desde luego ha dado una lección de falta de estilo, y si me apuran de mezquindad. Razón tienen los árabes cuando hablan del oro del silencio. Si les digo la verdad, nunca me entusiasmó la poesía de Gamoneda, por su frialdad casi mecánica, aunque la valoro, pero ahora que me ha ofendido -porque me ha ofendido- empiezo a no tener ganas de leerlo más.
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No tengo ni idea de lo que representa la foto, al mirarla, tan informe e inexpresiva, se me parece a un poema de Antonio Gamoneda.
Ya, ya sé que tal vez me paso, pero es que este leonés me ha tocado algo más que las narices con sus melindres poéticas y su falta de educación básica. Hay tipos que se creen… mejor me callo, que sigo cabreado.

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Querido Benedetti, gracias por el fuego

Al final, querido Mario, todos tenemos que acudir a la inexorable cita con esa señora que nos está amenazando cada minuto. Tú lograste burlarla durante muchos años, y como escudo usaste la literatura, la bonhomía, el compromiso, la dignidad. Y lo hiciste bien, porque nunca fuiste neutral, nadie que tenga corazón puede serlo.
Te has muerto, Mario, pero ya en vida era un estandarte para Latinoamérica, no sólo para Uruguay, de quien dijiste que era la única oficina del mundo que tiene categoría de república, criticando la intrincada burocracia de las democracias vigiladas.
Benedetti.jpgTe has muerto un 17 de mayo, día de San Pascual Bailón, curiosamente el detonante de la primera novela que intenté escribir y que finalmente terminé, y te recuerdo como eras hace 25 años, sentado en la terraza del Hotel Santa Catalina, tomando café y bromeando con las obras urbanas de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, a donde ya habías venido otros 15 años antes, y también estaba en obras. Cuando te despedí en el aeropuerto te pregunté que cuando volverías a nuestra ciudad y me contestaste con ironía: «Cuando la terminen». Volviste después, cantando con Daniel Viglietti, y siempre eras el mismo, asmático pero incansable.
Fuiste el poeta universal de cabecera de varias generaciones, que tenían en su cabecera el compendio de tu poesía, Inventario, un libro que llega al alma porque es la poesía que piensa en los seres humanos. Y también fuiste novelista, que no perdonaba a los narradores que no cuentan una historia. Siempre mantuviste encendida la hoguera de la libertad, y usando el tútulo de una de tus novelas, te digo Gracias por el fuego.