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¡Qué gente más lista!


zppoDSCN4046.JPGEn estos días, se me han abierto los ojos como platos leyendo algunas declaraciones, unas porque Perogrullo sería un genio al lado de algunos y otras porque para decir según qué cosas hay que tener cierto respaldo profesional y moral. Es más, cualquiera puede expresar cualquier opinión, pero determinadas personas, aun teniendo ese derecho, calladitos se parecen a Georges Clooney. Pero siempre hay gente por ahí que no se sonroja por nada y está dispuesta dar lecciones a Casillas de cómo se para un penalty. El primero de estos caballeros es el señor Draghi, máximo dirigente del BCE; ha dicho ante la comisión de Asuntos Económicos de la Eurocámara que subir el IVA agudizará la recesión. Ya descubrió la pólvora, como si legiones de especialistas no lo hubieran dicho antes por activa y por pasiva. Hablar es fácil, pero cuando tiene que comprar deuda o bajar el tipo de interés en cifras que incidan en el mercado mira para otra parte. Luego viene Rodrigo Rato y nos dice que es correcta la gestión de la crisis por parte del Gobierno. Ya me quedo más tranquilo, leyendo la opinión de este reputado economista que fue ministro de un gobierno que permitió y atizó la burbuja inmobiliaria, que al frente del FMI ni olió el castañazo que se avecinaba y que fue el patrón del banco más problemático de la historia de España. Por no hablar de Montoro, que debe esperar que los funcionarios incuben billetes de 500 euros si los tiene sentados media hora más cada día. En mi pueblo, cuando alguien quedaba en evidencia siempre había otro que decía aquello de «yo es que me quedo bobo». Pues eso.

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Unos a dieta y otros con dietas

Hay que tener el rostro de uralita para predicar disminución del gasto público, aplicarlo a los demás y dejar a quienes más cobran con sus estipendios prácticamente intactos. Cuando se publican los emolumentos de los cargos públicos, se refieren casi siempre a su salario, pero esa es solo una parte de lo que cobran. Luego vienen las dietas por desplazamientos, las partidas que se dedican a que un parlamentario cobre sencillamente por acudir al Parlamento e incluso por entrar cada día a su despacho. Estamos hablando de que, en muchos casos, se doblan las cantidades, y los que menos cobran reciben bastante más de su salario oficial. zzjhDSCN4031.JPGLuego sucede que los diputados estatales y los senadores (no sé si eso ocurre en el Parlamento de Canarias), tienen una tercera parte de sus entradas libres de impuestos. Aparte de que gustan de viajar en primera clase, dormir en buenos hoteles y comer en buenos restaurantes (a menudo a cargo del erario público), sus costumbres siguen siendo las mismas, porque, por ejemplo, el ajuste que afecta a los parlamentarios canarios se limita al 5% general en su salario (hace años se dieron un subidón), e incluso aparece una nueva dieta que es la de acudir a videoconferencias, con lo que, una cosa por la otra, sus entradas casi no van a verse afectadas. No se les ve un gesto, y tampoco a los componentes de los predios gubernamentales, que gastan sin tino porque moverse significa todo un aparataje de personas y acciones. ¿Se imaginan cuánto costaron los viajes innecesarios de Rajoy a ver la final de la Eurocopa o a entregar el Códice Calixtino a Compostela? Es avión (que aunque sea presidencial gasta mucho queroseno), seguridad, séquito… Por el contrario, no les tiembla el pulso para estrangular a los empleados públicos, que no tienen otras entradas fuera de su salario. Están empujando a los funcionarios de menor escala a las puertas de la miseria, se están cargando lo que queda de la raquítica clase media (la que mueve mucha economía), y están dañando la imagen de los poderes públicos, que en estas circunstancias tendrían que dar ejemplo. Pero mientras la política siga siendo un coto privado, sin democracia interna en los partidos y con listas cerradas, lo público seguirá siendo un panal en el que unos pocos se llevan la miel y dejan la cera para el resto. Impresentable.

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¿La novela de un loco?


Como hoy es 9 de julio, me acuerdo de Argentina (hoy es su fiesta nacional), y el hilo neuronal me lleva a Facundo Cabral, que usaba el humor para decir verdades como puños, y lo hacía en sus monólogos y en sus canciones. En un momento de su recitado dice: «la vida es una novela escrita por un loco». Pero eso no justifica la locura del mundo, porque popularmente se califica de loco a quien padece alguna enfermedad mental, de etiología psíquica, química o incluso fisiológica. Es decir, padeciendo depresión o esquizofrenia, pasando por la bipolaridad y otras tantas afecciones, locos ha habido siempre en el campo de la narrativa: Dostoievski, Virginia Wolf, Malcom Lowrry, Edgar Allan Poe, Mary Shelley, Marcel Proust y muchos más. Padecían tremendas enfermedades mentales, que en algunos casos los llevaron al suicidio. Hubo otros novelistas que quisieron pasar por locos, porque la locura resulta muy literaria, y así, Umbral paseaba con bufanda por la Gran Vía en verano, Azorín salía con un paraguas rojo aunque no hubiese lluvia y Valle-Inclán iba a la plaza de Oriente y se ponía a gritar frente al palacio real para despertar a Alfonso XIII.
zGoya_witches[1].jpgLos locos de verdad y los que fingían locura escribieron grandes novelas, que funcionan de manera muy lógica, muy cuerda, incluso cuando entran en el territorio de la fantasía más exagerada, porque una novela, si se desmanda, ya empieza a ser mala. Por eso este mundo tan cruel, hipócrita y sádico no responde a la estructura de una novela seria, es tan disparatado que si se contuviese en un libro nadie lo entendería. Por eso creo que esta locura de mundo es una novela escrita por gente muy cuerda (eso sí, muy malvada).
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(El cuadro es El Aquelarre de Goya)