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Ciudadano Rouco Varela

Ciudadano Rouco Varela:
Ahora que usted cesa, dicen que con Blázquez al frente de la Conferencia Episcopal llega a España con un año de retraso el «efecto Bergoglio». Para empezar, ese nuevo talante del Papa argentino por ahora solo son guiños, medias palabras y nada concreto. «Por sus obras los conoceréis» dice el Evangelio (Mt, 5-7), y de momento Francisco ha remachado el clavo haciendo cardenal a un obispo de larga trayectoria utraconservadora como Fernando Sebastián, que es verdad que tiene 85 años y ya ni pincha ni corta, pero suena a recompensa a alguien que supuestamente es lo contrario a ese «efecto Bergoglio». Ahora eligen a Blázquez, dicen que moderado, pero ya estuvo en el cargo y el discurso de fondo no cambió porque usted seguía en la sombra; ¿va a seguir ahora intrigando? Así que la vuelta de Blázquez es como si regresara Zapatero a renovar su partido (¡Huy! le he nombrado a la bicha).
Usted sabe que La Iglesia Católica (especialmente su jerarquía) pesa mucho en España porque siempre ha sido instrumento cómplice de lo más rancio, reaccionario y ultraconservador de nuestra sociedad, que encima es quien tiene la sartén económica por el mango desde que el Apóstol Santiago a caballo ayudó en el año 844 a vencer a los moros en la batalla de Clavijo (así lo afirman desde los púlpitos sin dejar un requicio a la duda). La Constitución de 1978 dice que el estado español es aconfesional, pero la Iglesia se comporta como si estuviésemos en una teocracia, metiendo la nariz en todas partes menos donde debe. Y ahora se va usted, que siempre habla en tono de reproche, como si el mundo entero le debiera algo.
zzzzzzzFoto0703.JPGMe pregunto qué Evangelios son los que ha leído, y qué criterios sigue para aplicarlos. Jesucrísto dice: «El que escandalice a los pequeñuelos más le valiera atarse al cuello una piedra de molino y arrojarse al fondo del mar» (Mt 18,6), y usted y los suyos han ocultado la pederastia de muchos clérigos, y hasta la han justificado puesto que algunos obispos culpan en la práctica a las víctimas. En cuanto a la pobreza, no se le ha visto el birrete en los deshaucios injustos, en la pobreza infantil o en el pago de impuestos de los inmuebles que posee y explota la Iglesia (la fiscalidad es la solidaridad más básica) y es cómplice del deterioro de la enseñanza pública, porque sabe que una educación libre y de calidad borraría los fantasmas que ustedes llevan siglos creando. Ese sector poderoso de la sociedad se alía con ustedes, a través de ministros, diputados y representantes públicos meapilas e hipócritas, fariseos evangélicos, a los que Jesucristo llamaba «sepulcros blanqueados» (Mt. 23, 27), para quitar al pobre y realzar al rico, para condenar el aborto de un feto malformado y abandonar a niños hambrientos y enfermos. Hay incluso uno de sus obispos que justifica la violación de una mujer que ha abortado. Y no me venga con el cuento de Cáritas, puesto que La Iglesia aporta solo el 2% de su presupuesto, que es una ínfima cantidad comparada con los impuestos que no pagan, y sale, además, de las colectas de los fieles.
Y luego está la perreta del relativismo que enarboló hace unos años el anterior Papa. Es relativismo todo lo que no sea comulgar con las piedras de molino (qué curioso que esos conceptos estén juntos en el refranero) de lo que ustedes dicen, y pasan por encima de Aristóteles, Nietzsche, Wittgenstein, el constructivismo, el estructuralismo o el existencialismo. Ya sé que toda corriente filosófica es discutible, pero para ustedes la receta es «lo que digo yo» y lo demás es relativismo moral. Mire, ciudadano Rouco, usted sabe que en el Apocalipsis una de las claves para reconocer al Anticristo es que «tergiversará las enseñanzas de los Evangelios a través de su nueva doctrina»; ¿le suena de algo? Así que el hecho de que usted se vaya me alegra, aunque sé que siguen ahí y con poder los fariseos, los meapilas y los hipócritas. Ese olor a sotana y sacristía que engañosamente creíamos fenecido y que se dio en llamar nacionalcatolicismo.
Bye.

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Diez años de dolor y vergüenza

Si triste es la ausencia de 191 personas por culpa del
odio y el fanatismo, más triste es que durante diez años ese
dolor haya sido utilizado como argumento político por aquellos
que nunca usan transporte público porque viajan en el asiento
de atrás de un gran coche blindado y pagado con el dinero de
los que viajan en tren. La única palabra que se me ocurre es
VERGÜENZA.

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Obsesión enfermiza por la talla 36

La moda en el vestir no empezó ayer, viene de siglos, aunque ha ido evolucionando poco a poco, acorde con los avances tecnológicos, las costumbres sociales y religiosas y hasta el rango social. No es muy conocido que, antes de la revolución Francesa (dos siglos y medio) determinadas telas, adornos y calzados estaban destinados para una clase social en concreto,; en algunos países había atuendos y colores destinados a los distintos oficios, y se podía ver quién era panadero, albañil, profesor o carpintero por su ropa, una especie de uniforme similar a como ahora sabemos si un militar con el que nos cruzamos por la calle zzzdelgada.JPGes de un cuerpo concreto del ejército y qué rango tiene. Incumplir estas normas estaba penado por la ley hasta el punto de que si pasabas de pobre a adinerado porque te había ido bien en tu profesión no podías vestirte con una chaqueta de damasco ni usar joyas de gran valor, pues eso estaba destinado exclusivamente a personas de la aristocracia. Es decir, si viste de armiño es rey. Las mujeres, siempre a remolque, iban a tono con el rango o la profesión de la familia a la que pertenecía. Fue a partir de María Antonieta cuando se impuso la moda de cambiar los estilos cada temporada, y eso que ocurría en las capas adineradas pasó poco a poco a ser norma común en el siglo XX con la industrialización masiva de la confección de ropa y calzado. El problema es que hay unos pocos que dictan la moda y crean problemas y complejos, pues una modelo que tiene mi altura pesa 10 kilos menos que yo, y soy delgadísimo. Por eso me hago eco de algo que circula por las redes sociales donde se dice que Marylin Monroe usaba la talla 44 y era la mujer más deseada del mundo. No sé si el número de la talla americana se corresponde con la de aquí, pero es muy evidente que no tenía la talla 36, que parece ser el sueño dorado de muchas adolescentes, que enferman física y psicológicamente persiguiendo una imagen que es imposible, y se empeñan en ignorar que a los varones esa delgadez extrema no les atrae. Esa es otra de las condenas machistas que encima suelen tener como gendarmes a las propias mujeres.