¿La verdad? No lo sé
En el 1948, el escritor John Steinbeck publicó en el New York Herald Tribune una serie de reportajes con fotografías de Robert Capa sobre un viaje que ambos hicieron durante el verano anterior a la URSS entre la desconfianza de unos y de otros, pues entonces, en el comienzo de la Guerra Fría, los rusos tenían cuernos y rabo para los norteamericanos y viceversa. Hartos de las informaciones sesgadas que se escribían en despachos por personas que nunca habían visto la URSS, Steinbeck propuso ir a aquellas tierras que todavía estaban arrasadas por la reciente guerra, ver cómo vivían sus gentes, qué pensaban, qué sentían, y apoyarse en el testimonio gráfico de su amigo Capa. Fue trabajoso convencer a los suyos para realizar el proyecto y más trabajoso aun que Moscú les diera permiso, pero lo consiguieron y fruto de ello es esa serie periodística que luego en libro se ha llamado Diario de Rusia. Cuando en Washington y Moscú le preguntaban qué iba a contar, Steinbeck decía: «la verdad». ¿Cuál es la verdad?, le inquirían ambos; «no lo sé», contestaba lacónico el escritor. Y es que vio que, ni paseando por las ciudades rusas, tratando con los granjeros del campo o hablando con los parroquianos estaba seguro de lo que allí sucedía, seguramente porque los rusos de a pie tampoco lo sabían. Estos reportajes fueron muy criticados porque lo que en ellos aparecía no era lo que se contaba en el comienzo del macarthismo y seguramente no convenía, pero Steinbeck tampoco estaba seguro de que él estuviese contando la verdad por muy honesto que tratara de ser.
Esto viene a cuento de lo que en estos días está ocurriendo con el final del franquismo y la Transición. Cuentan versiones distintas y aun opuestas del mismo hecho, todo bien respaldado por declaraciones y supuestos documentos verídicos, y está claro que alguien miente o mienten todos, porque dos versiones contradictorias no pueden ser verdad. Ahora se anuncia un voluminoso libro con una entrevista de su prestigiosa autora que ha desencadenado respuestas y hasta descalificaciones. Como le pasó a Steinbeck con Rusia, probablemente nunca sabremos qué ocurró realmente, los medios y las redes sociales vomitan informaciones, opiniones y testimonios que ya no sabe uno qué fiabilidad tienen, porque en estos casos buscamos la fuente y el por qué ahora; sobre lo segundo nunca hay respuesta, y eso que no hemos tenido que ir a Rusia para que nos cuenten. Si ahora me preguntan cuál es relmente la verdad sobre ese período de nuestra historia reciente, si soy honesto tendré que decir como Steinbeck: «No lo sé».