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Los límites de la sopladera

Vivimos una de las etapas más convulsas desde hace décadas, y me temo que lo que salga de esta batidora va a ser el patrón para un largo futuro. Asistimos al taller del siglo XXI, y aunque parecía que, en todo su malvado horror, se estaba esculpiendo a cuidadoso y sibilino cincel, empiezo a no estar seguro de si no querrán darle grotesca forma a martillazos. Hacer un recuento de lo que en estos momentos puede ser la mecha sería muy largo, y sin embargo veo a la gente que oye sin escuchar, que mira sin ver, que responde a la consigna de no pensar, como si hubieran impregnado el aire con una especie de suero de la desidia. globo-rojo[1].jpgEl corazón de la vieja Europa tiembla entre Crimea y Los Cárpatos, y a los dirigentes europeos solo les ocupa el tiempo discutir el tamaño de los despachos que se reparten en Bruselas, o en Madrid, o en cualquier concejalía perdida de Canarias. Nadie parece darse cuenta de que, de la firmeza, la inteligencia y la rapidez con que ahora se actúe dependen muchas generaciones, incluidas las que hoy habitan este planeta.
Palestina, toda África, Ucrania… Y todo sigue como si nada pasara, esperando tal vez que se resuelva por inercia. Asesinan a cuatro niños en una playa de Gaza o derriban un avión comercial en la cuenca del río Don y se convierte en un espectáculo que dura unas pocas horas. Luego se vuelve a lo mismo convencidos de que las mareas negras que se vierten en las costas de Agüimes se diluirán por el movimiento de las olas, sin intervención humana. Y advierto que la desidia, la ineptitud, la ambición sin freno y la maldad puede cada una por sí sola ser muy destructiva, pero combinadas son una receta absolutamente letal. Y esto no se resolverá con el comienzo de la liga ni con la manipulación mediática, porque la sopladera aguanta aire hasta un punto en el que revienta. Y como decía mi abuela, sigan soplando que ya…

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Dicotomía, dupla, dualismo

No estoy por entrar en disquisiciones profundas, pero es que «las circunstancias» orteguianas me tienen confundido. Y es que el dos (sí, el número dos) me está exigiendo pensar, asunto al que no soy muy proclive cuando ya, en pleno estío y bien anochecido, he decretado que más bien son horas de reposo. Pero me asaltan las ideas platónicas del dualismo que afirma la existencia de dos principios increados, independientes, irreductibles y antagónicos, uno del bien y otro del mal, por cuya acción se explica el origen y evolución del mundo. Luego me atormenta la filosofía china del yin y el yang que indica la dualidad de todo lo existente en el universo yendo más allá de dos principios irreductibles. Encima vienen Descartes que propone la dupla espíritu-materia, Kant con la razón pura y la razón práctica, y al fondo esa negación de lo dual que sostiene al cristianismo, en el que no hay dicotomía pues el mal no existe en sí mismo, pues solo es la ausencia del bien. Y, claro, para no querer pensar en una cálida noche de verano, ya se me está calentando demasiado la cabellera.
zzzzyinyang.JPGY todo esto viene porque resulta que, aparte de las dualidades monarquía-república, unionismo-independentismo o de otras tan inocentes como las del Madrid-Barça o playa-montaña, resulta que ahora todo viene a pares. Cuando desde lo de Avignon siempre hubo un solo Papa, ahora resulta que hay dos, y dos reyes en España, dos referencias en el PSOE (una oficial y otra que pone los votos andaluces), y dos de casi todo. Hasta han aparecido dos manifiestos de intelectuales que se posicionan sobre el proceso catalán. Y ya uno no sabe si hay dualidad, dicotomía, dualismo (no son lo mismo) y no sé si sumar dos más dos, o restar, o enfrentar, o si dimito definitivamente de pensar, porque veo que pensamiento lógico, razonamiento, evaluación o simplemente sumar uno más uno está cayendo en desuso.

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El peligroso sentimiento de tribu

Con motivo del Mundial de Fútbol, he vuelto a comprobar que finalmente vivimos en el mimetismo inducido de las sociedades tribales de las que procedemos. Comentaba J.J. Armas Marcelo la rabia con que los jugadores brasileños entonaban la letra de su himno nacional, y escenas similares hemos visto con los jugadores de Colombia, México, Argentina… No crean, también ponían énfasis guerrero las selecciones europeas, y me llamó especialmente la atención la concentración casi de samurai que exhibía el jugador Karim Benzema, francés de Lyon con ascendencia argelina. Al sonar el himno francés, su expresión en trance mientras deletraba La Marsellesa me recordó la entrega con que cantaba el mismo himno la alcohólica clientela del Café de Rick en la película Casablanca. Y es que el equipo rival en cuartos de final era Alemania, como en aquella África francesa ocupada, pero esta vez no estaban enfrente el Mayor Strassen y sus taimados oficiales de la SS, sino unos deportistas que simplemente querían jugar un partido de fútbol.
zzzzcasabll.JPGEsa entelequia patriótica que se arroga la representatividad de todo un país me provoca escalofríos, porque por lo visto el honor patrio está en si entra o no la pelota. Las valoraciones son tremendas, contradictorias y hasta cómicas. Cuando un tercermundista Brasil ganaba un Mundial detrás de otro, decían que eran la incultura y la pobreza las que empujaban a los brasileños a convertirse en artistas del balón. Cuando ganó España era la constatación de que somos fuertes y que esa victoria nos haría salir de la crisis (?), y ahora que ha ganado la rica y poderosa Alemania se explica porque son deportistas preparados en un país próspero y organizado. Y todo eso es mentira, es fútbol, un juego de pelota en el que el ser humano ha ido metiendo la mano hasta politizarlo, porque no se entiende que Messi fuese considerado por la FIFA el mejor jugador del Mundial (Balón de Oro) y luego no figure en el equipo ideal del campeonato. Así que, esos ataques febriles de patrotismo futbolero me dan risa por lo ridículos y miedo porque delatan lo cerquita que estamos del sentimiento de tribu que creemos superado. Y ese sentimiento, convenientemente manipulado, siempre ha costado sangre. Por eso no me gusta.