Solo ante el peligro, como Gary Cooper
De toda la vida se ha dicho que uno es lo que come. Nos advierten que no tomemos esto o lo otro porque tiene exceso de grasa, azúcares, o sodio, y que su consumo pone en riesgo la salud y hasta la vida por el colesterol, el cáncer o cualquier otra circunstancia que afectará al cerebro, a los músculos, a las arterias o a cualquier órgano vital. Paralelamente, nos recomiendan que tomemos determinados productos porque son buenos para el sistema cardiovascular, los huesos, las articulaciones, la vista o las glándulas del cabreo. Cuando ya casi lo teníamos todo controlado, nos salen con que los frutos secos sí pero este no si tienes hipertensión, ese tampoco porque inhibe la absorción del calcio y aquel ni se te ocurra porque influye en el IRPF. También lo aprendes, y luego viene la fruta, que no toda sirve para todo el mundo, porque andan de por medio la diabetes, las transaminasas o yo qué sé. Las legumbres y las hortalizas muy bien, a no ser que… Ahora bien, si llegamos a conocer científicamente todos nuestros parámetros vitales, alergias, intolerancias y tendencias genéticas, podremos alimentarnos adecuadamente y vivir con salud cien años; claro que alcanzar ese conocimiento nos hará invertir horas, días -tal vez años- en análisis y pruebas hasta la extenuación y una fortuna en facturas médicas.
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