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Indulto para Josefa Hernández

Decía el cantautor, poeta y humorista argentino Facundo Cabral que la vida es una novela escrita por un loco. Esto, que suena como una frase ingeniosa, se convierte en verdad evangélica en cuanto miras alrededor y ves que, en un estado supuestamente justo gracias a muchas leyes, es la injusticia lo que impera. Ya he dicho que no es lo mismo estado justo que estado de Derecho, porque hasta los dictadores arman sus corpus jurídicos que no son justos necesariamente, más bien al contrario. esconchFoto0645.JPGPero ya que estamos en un estado de Derecho y existe una Constitución que se invoca como sacrosanta, ajustémonos a ella, pues en el artículo 14 dice que «todos los españoles son iguales ante la ley» (se les olvidó poner que hay unos españoles más iguales que otros). Continuar leyendo «Indulto para Josefa Hernández»

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El dispar valor de la vida humana

Hace ya muchos años, alguien que conocí trabajaba en un hospital de un país no europeo, cuyo nombre omito para evitar ideas prejuiciosas, ya que no se trata de un país pobrísimo o en guerra; digamos que de tipo medio. Cuando venía de vacaciones, me hablaba de sus largas jornadas como residente en un hospital público de la capital, y comentaba la diferencia de actitud con que se enfrentaban tanto médicos como pacientes a la posibilidad de la muerte. Según contaba, se tomaban decisiones asumiendo riesgos que en España tendrían que pasar varios filtros administrativos, técnicos, deontológicos e incluso judiciales antes de actuar.

zsaloonimagen.JPGEn definitiva, tuve la impresión de que allá se valoraba la vida en menos, aunque esa persona parecía haber tomado partido por aquella manera de enfrentarse a las cosas y venía a decir que en España nos habíamos vuelto unos blandos. Continuar leyendo «El dispar valor de la vida humana»

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Hiroshima: no hemos aprendido

Escribo esta nota a las 00:15 horas del 6 de agosto de 2015 en Las Palmas de Gran Canaria, cuando en Hiroshima (Japón) cuentan 8 horas más, las mismas 08:15 que marcaban los relojes de la ciudad japonesa el 6 de agosto de 1945, hace exactamente 70 años. Hoy todos los noticiarios hablarán del triste aniversario de la primera bomba atómica usada contra seres humanos, un dispositivo que los norteamericanos llamaron Little Boy, lanzado desde el bombardero B-29 bautizado Enola Gay, que era el nombre de la madre de comandante de la nave, que había despegado de la isla de Tinian. La bomba fue lanzada en las coordenadas 34º 23′ latitud Norte-132º 27′ longitud Este; su potencia equivalía a 13 kilotones de TNT y en su radio más cercano generó una temperatura de un millón de grados centígrados. Murieron en el acto 120.000 personas y resultaron heridas 360.000, la mayor parte de ellas con terribles secuelas para el resto de su vida.
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