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Que se mueran los feos

 

Hace más de diez años, un amigo pronunció una frase que cada día se me hace más presente; me dijo: “el mundo que yo entendía, fue liquidado en los cinco primeros años del siglo XXI”. Esa es la sensación que tengo; en mi juventud traté de formarme, adquirir unos conocimientos básicos para moverme por este planeta, y todo funcionaba según lo previsto (catástrofes naturales aparte). Si sumabas dos más dos, salía cuatro, y si restabas daba cero. Había leyes que siempre se cumplían, y a nadie se le ocurría discutir obviedades. Pero, de repente, la lógica despareció (o la hicieron desaparecer) y los sólidos pilares, que hasta entonces valían para entender o resolver situaciones, dejaron de funcionar. Cuando alguien dice que está contando “su” verdad, me pierdo, porque con semejante argumento se puede lanzar cualquier disparate sin necesidad de sostenerlo racionalmente, entre otras cosas porque la razón ha pasado de moda.

 

No solo es el panorama político lo que me hace reflexionar así, es que se ha instalado una ceguera colectiva que no entiendo porque a menudo es suicida, y ya solo tiene relevancia lo secundario, lo efímero y lo inútil. Este lunes por la mañana, escuchaba por la radio las declaraciones de Arturo Bordes, uno de los promotores de la ley para la defensa de la promoción de la salud y la sanidad pública de Canarias, que lleva 13 años empantanada (esta es la quinta legislatura que la contempla), cientos de diputados, consejeros, distintos partidos y gobiernos y sigue sin tramitarse. Se da la circunstancia de que Canarias carece de esta ley fundamental, que tienen la mayoría de comunidades autónomas, si no todas. Entró en el Parlamento de Canarias en abril de 2010, respaldada por 25.000 firmas, entre ellas la mía, y sigue viva porque las propuestas legislativas por iniciativa popular no decaen al caducar las legislaturas. Hay otras iniciativas en el mismo estado, pero a esta le cabe el triste honor de ser la decana. Es decir, con su demora, el Parlamento está demostrando que eso de la democracia es para otros, no para ellos. Ni siguiera con la rebambaramba que se formó con la pandemia del Covid-19, que dejaba al descubierto las grietas de las políticas sanitarias canarias, sus señorías se dignaron echarle un vistazo a una propuesta nacida de una ciudadanía preocupada por el bien común; tal vez esa sea la causa, que no parece que el bien común sea prioritario mientras sea un negocio para unos pocos.

 

Con la lógica que yo me formé, esta ley hace años que habría sido tramitada y aprobada, seguramente con docenas de cambios sobre la propuesta y con las alas cortadas para que se sepa quién manda aquí. Pues ni eso, y nadie es responsable, ni en los cargos personales del Parlamento, ni en La Mesa, ni en ninguna parte. Y así seguimos dando palos de ciego, machacando al personal de urgencias, engrosando listas de espera impresentables y, como en la novela de Boris Vian, Que se mueran los feos. Y de este estilo hay dilaciones que huelen a olvidos conscientes, que representan burlas a la ciudadanía, pero, con tantas comisiones y tanto BOC, se ha creado una tela de araña insufrible que solo sirve para pleitear, nunca para agilizar las administraciones, que luego se complica porque todas son competentes en determinadas áreas, pero, al final, unos por otros y la casa sin barrer.

 

Hay cambio climático generado por el ser humano, es una evidencia, pero me entró la risa cuando, en 2022, se celebró en El Cairo La Cumbre del Clima, a la que asistieron un millar de dirigentes mundiales de toda índole en sendos aviones privados, y nos recomendaron que controlásemos la calefacción y los aires acondicionados por la huella de carbono que generan. Parece un chiste, y es evidente que se ríen de nosotros, porque ellos no piensan viajar en vuelo regular ni renunciar a la óptima climatización de sus residencias, que no son precisamente pisitos de 80 metros cuadrados. Y de las aguas y las piscinas ni hablamos, ni de los aspersores lanzando agua en sus verdísimos clubs de campo con 18 hoyos.

 

Así que, estas son las pruebas de que, a todos los niveles, estamos en manos de seres egoístas, irresponsables y cortoplacistas. En Canarias, cada isla tiene su componenda con el agua, la energía y la masa forestal, pero las decisiones o las dilaciones salen de mesas donde a menudo se sientan ilustrísimas personalidades con varios títulos universitarios que, seguramente, nunca han visto una cantonera, no saben el agua que destila un laurel ni qué beneficio tiene el pastoreo. Firman un decreto que sale en un boletín y ya está todo hecho. No se les ocurre pensar globalmente, sincronizar Medio Ambiente con agricultura, aguas y patrimonio forestal, porque son interdependientes.

 

Al legendario Matías Vega Guerra se le metió en la cabeza plantar las cumbres canarias de pinos, pero solo de pinos, cuando está claro que el pino es un árbol egoísta que no quiere a nadie a su alrededor y no es gran cosa en la precipitación horizontal, que es el modo en el que el alisio suelta agua. No basta con dar unas perrillas a los pastores para que los rebaños “limpien” los bosques de monte bajo, es necesario plantar otros tipos de árboles, asesorarse con quien sepa, promover la agricultura y las cañadas que hacen de cortafuegos naturales. Es que, si empieza a arder en una parte de la isla, el fuego puede arrasarla toda, porque nada hay que interrumpa su camino. Así pasa también en La Palma y en Tenerife, pero todo se reduce a asistir cada año a tristísimas ruedas de prensa mientras se nos quema la respiración. Luego se habla de unas ayudas que unas veces llegan y otras no, y hasta el próximo incendio.  De una política forestal seria, coherente y contrastada técnicamente (también con pastores y campesinos, que de eso saben salín) nunca se habla, mientras los ayuntamientos, al menos en Gran Canaria, por un lado, peatonalizan las calles y a la vez talan cualquier muestra de vegetación.

 

Por eso digo, que no entiendo una palabra de lo que pasa, pero algunos partidos canarios sacan pecho en Madrid porque por lo visto su voto es fundamental para el país. Eso es politiquería, como casi todo lo que nos envuelve, la política es algo mucho más noble, más solidaria, más seria y más inteligente. Y si hablamos de turismo, educación, cultura, carreteras, trenes y otros bólidos interestelares es que no acabamos, o de la gestión de las energías renovables, o de… Con decirles que la mayor parte de los municipios canarios carecen de sistemas de acondicionamiento de aguas fecales antes de verterlas al mar lo digo todo. Pero de esas menudencias no se habla en los parlamentos.

 

Echen por la sombrita.

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Cecilia y los mitos personales

 

Por distintas razones, vuelven a mi memoria dos figuras que forman parte de lo que soy: La cantante Cecilia y el escritor Alexis Ravelo. Sucede porque, al ver que hoy es 2 de agosto, mi memoria salta a ese mismo día de 1976 en el que había una larguísima ola de calor como no recuerdo otra, y de una intensidad  que, por suerte, no se ha repetido, aunque haya cifras que me contradicen. Sé que estamos en un peligroso cambio climático, pero el calor de entonces (que no se suele mencionar cuando se mira hacia atrás) fue terrible. Recuerdo a docenas de parejas paseando a sus bebés desnudos en el cochecito y  a medianoche, con las ruedas hundidas en el final de la ola de la playa de Las Canteras. No había otra manera de aguantar .

 

 

Pues ese 2 de agosto entendí el proceso de los mitos. Durante mi infancia y adolescencia, vi la desaparición física de muchas personas mitificadas, la mayoría con razón y otras sin explicación clara. Figurones inalcanzables fueron irrumpiendo en mi percepción del mundo y se turnaron en resplandecer y marcharse; desde la política, el arte, el deporte, la cultura o lo popular, llegaban a la cima y se desvanecían de golpe, pasando de la humanidad a la leyenda, aunque, en realidad, para mí nunca fueron humanos, pues no tuve ocasión de verlos en directo, eran fotos en revistas, periódicos, portadas de discos,  o miniaturas desde las gradas de un estadio. La muerte puso la línea divisoria.

 

Ese día de hace 47 años que ahora evoco, fui al aeropuerto a buscar a mi amigo de Vallecas Joaquín Anes, y en la radio del coche dieron la noticia del accidente y la muerte de la cantante Cecilia. Esta vez fue distinto, no era el presidente Kennedy en imágenes de televisión en blanco y negro, ni Jim Morrison, ni el corredor automovilístico Jim Clark, ni siquiera los llorados Guedes y Tonono, futbolistas de la UD Las Palmas. Se trataba de Cecilia, una mujer distinta, de carne y hueso, que decía cosas muy importantes en sus canciones y que ahora estaba muerta. Estaba, además, el factor humano, pues tuve ocasión de acudir a un concierto suyo en La Laguna, que nada tenía que ver con los de ahora, pues la cantante subía al escenario, cantaba, y luego bajaba y charlaba con el público, con una naturalidad y sencillez que nos asombró. Llegaba a donde estabas, te preguntaba el nombre y te daba dos besos y se despedía llamándote por tu nombre. Los que la admirábamos, nos quedamos perplejos y por ello la admiramos más. Tengo que reconocer que las primeras ideas claras sobre la desigualdad entre hombres y mujeres me llegó por sus canciones.

 

Y de repente estaba muerta y entraba en la leyenda junto a Judy Garland, Edith Piaf o Billie Holiday. Pero yo la había tenido cerca durante un minuto, me preguntó mi nombre y me dios dos besos. No era lo mismo que saber de la muerte de Janis Joplin o de Jimmy Hendrix, a Cecilia la había conocido, dedicó un instante de su vida a memorizar mi nombre para poder repetirlo al decir adiós. No es lo mismo. Por desgracia, sus ideas, su preguntas y sus latidos, llegan hasta hoy, y siguen teniendo sentido su reivindicación feminista o sus lamentos por Mi querida España.  Y es que los mitos traspasan el tiempo.

 

Por suerte, este 2 de agosto ha amanecido con la gran noticia de que van a traducir al griego la novela de otra de nuestras estrellas de vida fugaz, que empieza a perpetuarse en la eternidad; me refiero a Alexis Ravelo, que para quienes lo conocimos es un gran mito personal, como, por desgracia, también forman parte de lo que somos quienes se fueron cuando más fuerza tenían: Antonio Lozano, Lola Campos-Herrero, Andrés Solana, Marcos Martín Artiles, Javier Rapisarda, Sindo Saavedra, Manuel Almeida, Domingo Socorro, Juan Hernández, que, como Cecilia y Alexis, dejaron un gran legado, pero sentimos que les quedaba muchísimo por dar. Por eso hoy he brindado a la memoria de Cecilia, de Alexis y de todo mi altar de amigos eternos porque pertenecen a la misma dimensión que yo habito.

 

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Jugar con las cosas de comer

Acabamos de cruzar el recodo de julio/agosto, lo que siempre ha sido un punto de inflexión, en el que se apodera de todo el mes supremo de las vacaciones. Generalmente no hay más noticias que las cifras de operaciones salida y regreso, las regatas del rey en aguas de Mallorca (ah, no, las del otro rey en Sanxenxo) y el tímido comienzo de la liga de fútbol, que es un acontecimiento para los aficionados, pero ni ellos entran a tope, porque agosto lo cubre todo. También es verdad que, desde que no juegan Messi y Cristiano Ronaldo, para la mayoría de la gente, hasta el Real Madrid y el Barça son unas sombras que andan por ahí. Es decir, agosto es una especie de distracción antes de enfrentarse a la vida real cuando llegue septiembre.

 

 

Ahora sigue siendo así, aunque las noticias diarias son siempre bombazos. Y no me refiero a la guerra de Ucrania, que por desgracia ya forma parte de la costumbre; hablo del desbarajuste político que hay sobre la mesa, que es el resultado de políticas intransigentes y personalistas durante demasiados años. Los números son endiablados, y lo que significa cada uno de ellos lo sabemos todos. Estamos en una encrucijada económica e histórica, que por lo visto hay manera de afrontar, pero lo que se discute son precisamente esos números, y se da la paradoja de que los partidos más votados, que en condiciones normales tendrían la voz cantante en este enredo, están prácticamente con la manos atadas,  y las minorías parlamentarias, que pueden resolverlo de una manera o de otra, se atrincheran en posiciones y condiciones que nada tienen que ver con el interés general, sino con el particular de cada cual.

 

Digo yo que, aunque los partidos tengan implantación solo en determinados territorios, para esos intereses locales está la política autonómica (para algo hay 17 parlamentos), y cuando se llega a las Cortes Generales (especialmente el Congreso) es para mirar lo colectivo. Es que lo otro huele a chantaje, aunque es cierto que llevamos décadas aguantando ese tipo de política, porque ha faltado valentía y han sobrado las componendas. Ahora todo se vuelve en contra, y dicen que un tipo buscado por los tribunales españoles y autoexiliado en Bélgica tiene a su alcance el botón nuclear, pero no es cierto, porque ese mismo botón lo tienen las otras minorías, aunque solo dispongan de un solo escaño, y me temo que también van a tratar de sacar ventaja. Pero, con estos mismos números, nada de esto sería posible si hubiera un mínimo de sentido de Estado y de la inoportunidad de estos sesgos en un momento tan crucial. El poder que tienen esas minorías se lo han ido dando los dos grandes partidos de Gobierno durante 40 años.

 

Ya imaginábamos las pretensiones que iban a poner sobra la mesa vascos y catalanes, fueran de derechas o de izquierdas, después de erigirse en víctimas. Incluso podríamos suponer lo que haría el BNG con su solitario escaño, que, en esta situación, vale oro, lo mismo que los siete de unos o los 5 de otros porque se necesita hasta el último; exactamente igual que el de CC, que ha llevado el asunto al absurdo absoluto. Alguien de CC debería explicarnos por qué rara divagación aritmética, pueden decir el presidente Clavijo y la diputada Cristina Valido que no apoyarán al PP si entra VOX en el bloque, y que no apoyarán al PSOE si es SUMA la que se añade a fiesta. ¿En qué colegio aprendieron a sumar? No habrá mayorías que apoyar o rechazar sin esas dos fuerzas políticas como prolongación de los partidos mayoritarios. Es el colmo del surrealismo, y remachan la cantinela de que lo único que les interesa en Canarias. Si es así ¿para qué participan en elecciones generales, que buscan la representación de la soberanía del Estado para nombrar el jefe del ejecutivo central? Esto no tiene un pase ni con las matemáticas ni con la política.

 

Todavía no estoy seguro de si son los dirigentes de CC los que tendrían que explicarnos semejante pompa de jabón o tendríamos que ser nosotros los que les explicásemos algunos detalles sobre la democracia parlamentaria, que por lo visto parecen desconocer. Además, tenemos claro que VOX es de extrema derecha (ellos mismos se definen así al adjudicarse en exclusiva el adjetivo sustantivado de patriotas), pero me resulta novedoso que ahora, de repente, la principal fuerza a la izquierda del PSOE es de extrema izquierda. No hubo problema para votar NO a la investidura de Sánchez en enero de 2020, junto a los 52 de VOX. También debo recordar que, en su origen, entre los partidos que confluyeron con ATI para conformar CC estaban ICAN, Asamblea Canaria o Asamblea Majorera, que, aplicándoles su nuevo baremo, serían hoy de extrema izquierda. Es que les pasa como a mí con las columnas de mi garaje, que cuando tengo el giro controlado, se mueven y me machacan los guardabarros.

 

Menos mal que llega agosto, y me entretendré con la Rama de Agaete. Si me aburro, me voy a protestar contra la tomatina de Buñol, que me enseñaron que con la comida no se juega. Aunque será un esfuerzo inútil, porque en España llevamos demasiado tiempo jugando con las cosas de comer. Y no será porque no estén advertidos por la propia historia.