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DIARIO DE CUARENTENA. Jornada 14: Tenerle miedo al miedo (28/03/2020).

 

Decía el poeta popular argentino Buenaventura Luna en sus Sentencias del Tata Viejo:

“…Ha de saber el mortal

con ocasión de un enredo

no tenerle miedo al miedo

que más miedo le va a dar…”

El miedo es probablemente el arma más poderosa que existe. No tengo la preparación ni la información para pontificar sobre las decisiones que se están tomando, pero sí que me llama la atención la facilidad con la que hemos renunciado a muchos de nuestros derechos fundamentales, y para ello no se han necesitado medidas de fuerza, ha bastado simplemente el miedo. Luego está el debate de si son adecuadas las medidas, si se quedan cortas o si se han pasado. Ponen los ejemplos de países asiáticos fuera de China, como Corea del Sur, Japón o Singapur, que están remontando esta crisis sin parar la economía pero sí con un control absoluto y digitalizado de los contagios. En ese sentido, está claro que estos países van por delante. Por lo tanto, al miedo añadimos la confusión, y la luz que vemos es la insistencia de los responsables en decir que esto pasará. Es un mantra que nos repetimos para conjurar el miedo.

Lo que más pesa y más miedo da es que está muriendo gente, y parece una especie de mensaje tranquilizador cuando dicen que la mayoría de los fallecimientos corresponden a personas de edad avanzada o con patologías previas. Posiblemente sirva de respiro a la mayoría, pero me parece de una crueldad tremenda. Es una obviedad que las personas mayores son más frágiles porque tienen un organismo cansado, así como aquellas más jóvenes que tienen algún padecimiento grave o crónico. Por lo tanto, son más sensibles a cualquier situación que entrañe riesgo, aunque solo sea ponerse en corriente entre ventanas. Ya se sabe, no hace falta repetirlo una y otra vez.

Han muerto personas célebres o muy populares, y aunque solo sea por unos segundos se pone atención a su partida, pero también mueren centenares de personas anónimas, que solo son números en el parte diario de bajas. De esas personas me acuerdo constantemente, porque la mayor parte fueron madres, padres, abuelas o ciudadanos que arrimaron el hombro para construir esta sociedad que esperamos volver a disfrutar. Tienen familiares que ni siquiera han podido despedirse como mandan nuestras costumbres culturales, y ya dicen los psicólogos que ese será una secuela añadida para quienes han tenido que llorarlos a distancia. Esas personas desaparecidas en tropel merecen un gran homenaje, porque cada una de ellas tiene un valor infinito; su gran mérito ha sido el de hacer lo que era correcto, con el único objetivo de una vida digna para su gente. Esa memoria será una de las cosas importantes que tendremos que hacer en cuanto sea posible.

Buen sábado. No tengan miedo, pero sigan cuidándose, por favor.

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DIARIO DE CUARENTENA. Jornada 13: La ventana indiscreta (27/03/2020).

Antes que nada,

¡Feliz día mundial del teatro!

Ayer fui a reponer la despensa; eso sí, debidamente protegido. Tengo que decir que en el supermercado al que suelo ir se cumplen rigurosamente las normas, y encuentro alimentos bajos en sal, sin gluten y sin lactosa. Me pregunto si eso lo tienen en cuenta todos los comerciantes de la alimentación, porque hay personas que son celíacas, diabéticas o que tienen alergias o intolerancias a determinados alimentos y es necesario que puedan acceder a ellos. De paso, debe servir para que las autoridades recuerden que estas personas puedan alimentarse debidamente sin correr ningún riesgo sobre sus padecimientos crónicos y den instrucciones al respecto, si es que ya no las han dado. Es ocasión para agradecer a las personas que trabajan es esos establecimientos la labor que están haciendo, que en estos momentos exige un gran esfuerzo físico y mental. También merecen un gran aplauso.

Por otra parte, cuando miro de noche hacia la calle, veo el edificio de enfrente, con las ventanas iluminadas. En algunas hay movimiento de personas que pasan hacia otro lugar de la casa, en otras solo luz. Y me viene la imagen de La ventana indiscreta, la película de Hitchcock basada en la novela de Cornell Woolrich. Un edificio que siempre ha estado ahí y por el que nunca he sentido la más mínima curiosidad es ahora motivo de mi atención, algo nuevo, imaginar las vidas de quienes pasan unos segundos por una ventana iluminada, y reincido en la idea de que vivimos encerrados en nuestras vida y sabemos muy poco de quienes forman parte de nuestro barrio, de nuestra calle, incluso del edificio en el que vivimos e ignoramos casi todo de la mayoría de nuestros vecinos. Paradójicamente, ahora que estamos encerrados, caemos en la cuenta de esa gente que hace su vida a escasos metros de  nosotros.

De todas formas, ese edificio, hoy hitchconiano, no me ha dado, de momento, motivos para armar una historia; si acaso para imaginar las vidas de algunas de las personas que ahí habitan, y desde luego, la realidad de la sonrisa de la niña que cada tarde aplaude desde una de sus ventana. Por imaginar que no quede, porque lo verdaderamente interesante de La ventana indiscreta era la historia de Grace Kelly y James Stewart, y esa historia, afortunadamente, no está en el edificio de enfrente. Mientras echamos de menos aquello que nos parecía aburrido, sigamos imaginando hasta que alcancemos la realidad viva que esperamos.

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DIARIO DE CUARENTENA. Jornada 12: Hipondría (26/03/2020).

 

Malos tiempos para quienes sufran de hipocondría. En realidad, todos la padecemos un poco, porque cuando nos hablan de piojos nos pica la cabeza. En estos días andamos vigilantes, analizamos qué tipo de tos ha sido ese golpe que nos ha dado al salir de la ducha, y quienes tienen alguna patología crónica o una partida de nacimiento con cierto recorrido se toman la fiebre dos veces al día. Esas décimas que a menudo aparecían como consecuencia normal de una digestión lenta, un leve resfriado o cualquier otra causa habitual y a la que normalmente no hacemos caso se convierte en una señal de alerta. Y en esas comunicaciones con la familia o los amigos por lo único que se pregunta es por la salud.  Por ello creo que habría que relajarse un poco, porque, por ejemplo, quienes padecen faringitis crónica y conviven con una molestia (a veces dolor) permanente en la garganta pueden ser presa de la angustia. Si no nos encontramos especialmente mal, hay que pensar en otra cosa, porque con esa centinela se añade un factor más de estrés al confinamiento.

Uno no sabe qué pensar, porque los consejos y advertencias que nos dan se contradicen con frecuencia. Por ejemplo, las estricta medidas de limpieza y desinfección; si una persona está sola en su piso, no sale a la calle y el material de supermercado y farmacia entró con las medidas de desinfección necesarias, no entiendo muy bien por qué hay que estar pasando lejía rebajada por la loza. ¿Quién o qué va a infectar a esa persona solitaria? En estas circunstancias, yo siempre apuesto por pasarme antes que por quedarme corto, porque nunca sabemos qué es verdad y qué es un bulo de los muchos que circulan por las redes sociales.

Creo que el día que podamos salir a la calle para hacer la vida que hemos hecho siempre algo se nos habrá cambiado por dentro. Espero que esto sirva para que hayamos aprendido la diferencia entre lo esencial del oropel, y de todo eso valorar que la vida por sí misma es un valor supremo, la nuestra y la de los demás. Ojalá hayamos aprendido la lección y miremos con otros ojos a las personas con las que convivimos y a las que no conocemos pero que son seres humanos que merecen la misma consideración que damos a nuestra propia vida. Tal vez pida mucho, porque tenemos una gran facilidad para el olvido, pero tengo la esperanza de que algún poso haya quedado.