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Venezuela

2184549701_469f6f907d[1].jpgQuerida Venezuela, lo tuyo es una gran contradicción. Cuando Américo Vespucio y sus hombres entraron al territorio de los indios tacariguas y caquetíos de tu interminable llano, lo hicieron por las vías fluviales de las barrancas, perchando con palos contra el fondo del cauce, de una manera parecida a como perchan los gondoleros venecianos. Fue así como nació tu nombre; te llamó Venezuela, pequeña Venecia, y la gran contradicción es que en tu inmenso espacio todo es grande, desde las montañas metálicas de la Guayana hasta la majestuosidad de la mayor catarata del mundo, el Salto de Ángel, que cae casi un kilómetro desde la meseta del Auyantepui hasta el río Caroní, que sigue curso por el Orinoco tremendo de la Gran Sabana, atraviesa el parque nacional de Canaima y llega hasta la orgía de fuerzas que es el Delta Amacuro, donde el río y el océano se dan un beso tormentoso. Todos es grande en ti, también las pasiones, las corrupciones y las revoluciones. Tu gente tenía que elegir apasionadamente entre la revolución personalista que se legitima en las urnas y la moderación que venía de la desunión y se sostiene en la prepotencia petrolera. Y ha elegido, con pasión. Ojalá, querida Venezuela, encuentres el camino y todo deje de ser brutal y homérico, es mejor la vida tranquila si esta proviene de una sociedad justa. La democracia y el griterío casan mal. Que el futuro sea mejor. Ojalá, Venezuela.

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Diputados por amor al prójimo

aFoto0360.JPGEn el siglo XIX, los diputados que salen en las novelas de Galdós y de Juan Valera son ricos terratenientes, encumbrados abogados o aristócratas con mando en plaza. Ir al Parlamento era cosa de ricos, porque entonces los diputados no cobraban salario. La señora Cospedal, presidenta de Castilla-La Mancha, ha cortado por lo sano y ha eliminado de los presupuestos de 2013 la partida destinada a los salarios de los diputados. Esto quiere decir que solo podrán sostener ese nombramiento los que tengan una posición desahogada o un trabajo en el que obtengan buenos ingresos. El otro problema es que si los diputados se dedican a su profesión y acuden al Parlamento solo a ratos, poca dedicación podrán tener. Así que, con unos diputados que dedican poco tiempo a su labor parlamentaria, está claro que se perderá calidad democrática. La otra opción es que solo vayan al Parlamento los ricos, como en el siglo XIX. Y es que aquí o no llegan o se pasan, hay quien cobran varios salarios (la propia señora Cospedal) y quien ahora pasa a no cobrar. Todo muy coherente, maniobrero y disparatado. Como se ve en la foto, el reloj de la democracia no anda muy fino.

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¡Gibraltar, era eso!

Está claro que el destino tiene en su mano enviarno a figuras de mente preclara, pensadores que ven la luz donde los demás solo vemos oscuridad. Estamos salvados, nos ha enviado a Rajoy; como en todas las gestaciones, ha tardado nueve meses en encontrar la salida a la situación en que nos encontramos.
zzmono-penon-gibraltar2[1].jpgSiguiendo los dictados que Maquiavelo daba para el buen hacer del Príncipe, Rajoy no se inmuta por lo que alarma a la mayoría. Él sabe realmente lo que pasa y cómo resolverlo. No importa que Cataluña convoque elecciones que pretenden ser plebiscitarias y constituyentes. No importa que en Madrid la plataforma del 25-S se plante frente al Parlamento. No importa que el PSOE hable de fractura social. No importa que el Rey haya dicho en Barcelona que sería ceguera no ver la gravedad de esta etapa histórica. Nada importa, Rajoy actúa, y lo hace nada menos que ante la Asamblea General de las Naciones Unidad. Y en Nueva York; ni en Cuenca ni en Tegucigalpa. En Nueva York, sí allí, donde Paul Auster, Cotton Club, Scorsese y Coppola. Rajoy está convencido de que ha llegado la hora de hablar claramente de Gibraltar con el Reino Unido de la Gran Bretaña. Tanto darle vueltas a la crisis institucional, al dictado de Merkel y a la prima de riesgo y resulta que el problema es Gibraltar. Como tenemos poco follón dentro y fuera (¿Cataluña es dentro o fuera?), ahora la liamos con Gibraltar. No sé por qué pero se me viene a la memoria un tal Castiella, que fue Ministro de Exteriores de Franco y tenía la misma perra. Debe ser que desde entonces el gran problema de España es Gibraltar, y es que nunca hay que fiarse de un macaco. ¡Gibraltar, era eso!