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Genios, ganadores y perdedores

El novelista -y sin embargo amigo- José Correa dice que el ganador del Tour de Francia necesita de todos los corredores que llegaron detrás de él, incluso del último, porque son ellos los que hacen que su triunfo sea meritorio. Si corriera solo no tendría gracia. Esto pasa en todas las actividades en las que por diversas causas se establecen rangos, y tiene que haber de todo para que se note la diferencia de lo que supuestamente está por encima. La palabra genio tiene acepciones caracteriales e intelectuales en el diccionario de la RAE, y en psicología es el máximo estadio cuando se aplica al CI. imagenaladin.JPGKant decía que la genialidad consiste básicamente en la habilidad para comprender por sí mismo conceptos que normalmente tienen que ser transmitidos por otra persona, y suele producir ideas originales e inimitables. Si tomamos al pie de la letra esa definición, cualquiera produce genialidad, porque llega solo a conclusiones no aprendidas, aunque ya estas ideas existan previamente y él las desconozca. En resumidas cuentas, nunca he creído en genios, porque los genios son de humo, salen de una lámpara, miden diez metros y al instante materializan cualquier cosa que Aladino le pida; como chasquear los dedos. Y eso nunca ha sucedido. Todos los llamados genios han sido personas inteligentes como un gran talento (no es lo mismo inteligencia que talento) y una insobornable capacidad de trabajo que les ha permitido aprender de sus errores y llegar a resultados luminosos. Para que eso sucediera hicieron falta también aquellas personas que, con menos inteligencia y menos talento, trataron de alcanzar resultados sin conseguirlo. Y siempre hay que contar con la suerte (estar en el momento exacto en el sitio justo). No hay ganadores sin perdedores, aunque a estos luego nadie los recuerde, pero que si no pedalearan en la misma dirección nunca el triunfador subiría al podio de los Campos Elíseos luciendo el maillot amarillo. Así de dura es la supervivencia y la evolución humana.

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El despertador

imagendesprt.JPGCuando veo esas torres de marfil de los grandes negocios, aplico la regla del dos más dos y no me salen las cuentas. Pienso que de eso entiendo poco y que si esos grandes cerebros se meten en semejantes líos es porque saben lo que hacen. Cuando en el 92 se gastaron en Sevilla el oro y el moro haciendo hoteles lujosísimos yo pensaba que en los seis meses que iba a durar la Expo no amortizarían la inversión aunque estuviesen ocupados al cien por cien y cobraran carísimo. Al cabo de un año, la mayor parte de estos centros del lujo estaban en la ruina, y empecé a creer un poco más en mis cuentas. Luego, cuando las televisiones y las plataformas digitales provocaron el baile de los millones del fútbol y los equipos se enterraron hasta las cejas, tampoco me salieron las cuentas porque se trabajaba con un dinero en hipótesis. A muchos ahora la chaqueta no les llega al cuerpo. Yo creo que aquí llevamos demasiado tiempo soñando quimeras, y cuando suene el despertador el leñazo va a ser de los que hacen época.

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Ucrania, el peligro ciego

Europa parece adormecida y desprecia la historia. Es evidente que la crisis económica que se ha cebado sobre todo en los países del sur europeo centra la atención de los medios, especialmente ahora, que el nuevo gobierno griego se niega a comulgar con piedras de molino poniendo en solfa la tiránica, cruel e interesada política de los países del norte. Los gobiernos de España, Italia y Portugal, metidos en el mismo saco que Grecia, aplauden la bota alemana que los aplasta. Incomprensible.
Sin embargo, este asunto y el conflicto con los movimientos radicales islamistas, con ser importantes y casi podríamos decir que vitales, ponen sordina a otro que es realmente peligroso: Ucrania. La franja intermedia entre Rusia y Europa Occidental ha sido siempre -y lo es ahora- muy sensible, porque durante siglos sus fronteras han funcionado como un acordeón, empujadas por imperios, etnias, lenguas y religiones. Hoy, la Prusia alemana está en Polonia, un estado que no ha tenido límites estables desde la Edad Media, y con Ucrania sucede algo parecido, hasta tal punto que la identidad rusa surgió en la región ucraniana de Kiev y fue avanzando hacia el Este rumbo a Los Urales y el Mar Caspio. Y es en ese límite movedizo en el que hay una guerra que cuenta cinco mil muertos en pocos meses, alentada por Rusia y por la Unión Europea al dictado de Washington.
zzzzCelajes.JPGAfirmaba hace unas semanas Noam Chomsky (por cierto, de ascendencia ucraniana) que si no se detiene esa guerra las consecuencias pueden ser imprevisibles, con el agravante de que estamos tan cerca de un disparate nuclear como en los peores momentos de la Guerra Fría, pues no es baladí que Estados Unidos se esté gastando un billón de dólares en actualizar su arsenal nuclear, Rusia suponemos que no estará de brazos cruzados, y el mayor peligro de todos es que son ya muchos los estados y quién sabe si también alguna organización terrorista los que pueden desencadenar la hecatombe atómica. Pero nada, la atención prioritaria la recibe Grecia, que en todo este entramado es calderilla, pero por lo visto siguen empeñados en demostrar quién manda aquí.