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¡Digan la verdad, carajo!

Los partidos y los nombres que concurren a las elecciones municipales y autonómicas del 24 de mayo ya están lanzados en plena precampaña. Se han soltado el pelo y la lengua y se han convertido en el vendedor de ungüentos mágicos que salía en las novelitas del oeste de Silver Kane, en los enviados anunciadores del tiempo nuevo o en los predicadores del credo que ha dominado en los últimos años. Es tal el caudal de demagogia, verdades a medias, exageraciones, bravuconadas de parvulario y disparates, que va a ser difícil separar la paja del grano y encontrar un gramo de tierra seca entre tanto barro. IMG_0744426.JPGLa presidenta andaluza dice que ahora es más fuerte, porque por lo visto 47 es más que 47 (el mayor hito en las matemáticas desde lo del número Pi). Paulino Rivero culpa a Madrid de todo como si el gobierno de Canarias estuviera de libre oyente. La ministra Báñez ha venido a decir que Canarias ha sido la niña mimada del gobierno central, y hemos sabido que otros cargos del mismo partido han dicho lo mismo en otros lugares, con lo cual será verdad en un solo sitio, pero tampoco nos lo creeríamos por lo del barrizal. Se han soltado la lengua hasta los expresidentes de aquí y de allá, y ni lo comento porque me da la risa.
En Canarias no me cuenten milongas, porque me duelen los oídos de escuchar que tenemos más turismo que nunca. Ah, y que también ha entrado más dinero; pues alguien sabrá dónde está, porque el nivel de salarios es más bajo y el de desempleo más alto que hace cuatro años, y eso significa directamente pobreza. Así que, sigan ustedes con sus prédicas, su demagogia, sus iluminaciones, su crecepelo y diciendo la misma o distinta cosa en lugares diferentes según convenga. Pero, oigan, supongo que no pretenderán que sigamos tragando sapos, que somos sufridos pero no tontos. Y si quieren que los creamos, ¡digan la verdad, carajo!

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Genios, ganadores y perdedores

El novelista -y sin embargo amigo- José Correa dice que el ganador del Tour de Francia necesita de todos los corredores que llegaron detrás de él, incluso del último, porque son ellos los que hacen que su triunfo sea meritorio. Si corriera solo no tendría gracia. Esto pasa en todas las actividades en las que por diversas causas se establecen rangos, y tiene que haber de todo para que se note la diferencia de lo que supuestamente está por encima. La palabra genio tiene acepciones caracteriales e intelectuales en el diccionario de la RAE, y en psicología es el máximo estadio cuando se aplica al CI. imagenaladin.JPGKant decía que la genialidad consiste básicamente en la habilidad para comprender por sí mismo conceptos que normalmente tienen que ser transmitidos por otra persona, y suele producir ideas originales e inimitables. Si tomamos al pie de la letra esa definición, cualquiera produce genialidad, porque llega solo a conclusiones no aprendidas, aunque ya estas ideas existan previamente y él las desconozca. En resumidas cuentas, nunca he creído en genios, porque los genios son de humo, salen de una lámpara, miden diez metros y al instante materializan cualquier cosa que Aladino le pida; como chasquear los dedos. Y eso nunca ha sucedido. Todos los llamados genios han sido personas inteligentes como un gran talento (no es lo mismo inteligencia que talento) y una insobornable capacidad de trabajo que les ha permitido aprender de sus errores y llegar a resultados luminosos. Para que eso sucediera hicieron falta también aquellas personas que, con menos inteligencia y menos talento, trataron de alcanzar resultados sin conseguirlo. Y siempre hay que contar con la suerte (estar en el momento exacto en el sitio justo). No hay ganadores sin perdedores, aunque a estos luego nadie los recuerde, pero que si no pedalearan en la misma dirección nunca el triunfador subiría al podio de los Campos Elíseos luciendo el maillot amarillo. Así de dura es la supervivencia y la evolución humana.

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El despertador

imagendesprt.JPGCuando veo esas torres de marfil de los grandes negocios, aplico la regla del dos más dos y no me salen las cuentas. Pienso que de eso entiendo poco y que si esos grandes cerebros se meten en semejantes líos es porque saben lo que hacen. Cuando en el 92 se gastaron en Sevilla el oro y el moro haciendo hoteles lujosísimos yo pensaba que en los seis meses que iba a durar la Expo no amortizarían la inversión aunque estuviesen ocupados al cien por cien y cobraran carísimo. Al cabo de un año, la mayor parte de estos centros del lujo estaban en la ruina, y empecé a creer un poco más en mis cuentas. Luego, cuando las televisiones y las plataformas digitales provocaron el baile de los millones del fútbol y los equipos se enterraron hasta las cejas, tampoco me salieron las cuentas porque se trabajaba con un dinero en hipótesis. A muchos ahora la chaqueta no les llega al cuerpo. Yo creo que aquí llevamos demasiado tiempo soñando quimeras, y cuando suene el despertador el leñazo va a ser de los que hacen época.