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Cataluña sin resultados

imagen009.JPGLa RAE define la palabra resultado como efecto y consecuencia de un hecho. Después de las elecciones autonómicas catalanas, me atrevo a decir que no existe tal resultado, porque no resuelve el problema al carecer de efecto y consecuencia. Un plebiscito era una ley romana que proponía el Tribuno de la Plebe y contaba con el apoyo mayoriario de esta. En ese sentido, tampoco se ha producido un plebiscito, porque Artur Mas hizo de tribuno con su propuesta, pero no se cumplió la segunda parte, el apoyo mayoritario. Ah sí, en diputados, pero no en votos, y esa es una de las trampas que hace a la democracia el sistema D’Hont de contar votos y escaños. Continuar leyendo «Cataluña sin resultados»

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El valor poliédrico de la jerarquía Católica

La Iglesia Católica es el aparato político más acomodaticio que se ha inventado, y aunque su poder temporal no supera el medio kilómetro cuadrado, su influencia da la vuelta al planeta siete veces y dieciséis siglos. Esto comenzó en el siglo IV, cuando Constantino proclamó que el Cristianismo era la religión oficial del imperio, y se empezó a mezclar religión con política. En el siglo VIII el Papa Esteban II pidió protección a Pipino el Breve, rey de los entonces poderosos francos y padre del todavía más poderoso Carlomagno. El Papa consagró a Pinino como emperador en la iglesia parisina de San Denis y a cambio consiguió el dominio político de Roma y territorios anexos. Desde entonces, los monarcas cristianos siempre buscaban la bendición papal, y a cambio La Iglesia tendría amplios privilegios en sus reinos. Continuar leyendo «El valor poliédrico de la jerarquía Católica»

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El amigo americano

ssssFoto0576.JPGNunca he podido entender del todo por qué Europa Occidental le viene haciendo el juego a Estados Unidos en los últimos setenta años, casi siempre en perjuicio propio. Ah, sí, que los norteamericanos salvaron a Europa de los nazis, a cambio de condenar a otra media al stalinismo. Ya saben, Casablanca, Teherán, Yalta, Postdam. Olvidamos que hasta diciembre de 1941, casi año y medio después de que Alemania invadiera Polonia y, gracias a la famosa blitzkrieg (guerra relámpago) ocupase Dinamarca, Noruega, Holanda, Bélgica, media Francia (París incluido) y atacase sin tregua a Gran Bretaña (todos muy amigos de Washington), Estados Unidos seguía manteniendo relaciones diplomáticas con Berlín, y el embajador americano acudía a las fiestas de celebración de las victorias alemana. Continuar leyendo «El amigo americano»