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Campaña electoralista

Ha empezado la campaña electoral y el gran debate mediático es sobre los debates de campaña, metapolítica. Otra de las características es el uso polisémico y abusivo de términos como democracia, libertad, soberanía o transparencia, que cada cual interpreta a su manera llevando el agua a su molino. Pero lo más destacado es que los líderes y sus segundos hablan solo de burocracia, reforma de esto y de lo otro, cambio de modelo de contratación, proyecto de creación de comisiones, observatorios y gabinetes de seguimiento. Burocracia, pero nunca bajan a lo concreto, y se establecen verdades supuestamente absolutas de que todo lo nuevo es bueno y que todo lo viejo es corrupto o está amañado. Y las verdades absolutas no existen, y en política menos. Se les llena la boca hablando de casi todo, pero nunca concretan ni explican cuánto van a poner sobre la mesa, y cuando lo dicen nunca sabemos de dónde van a sacarlo. Continuar leyendo «Campaña electoralista»

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La ciencia infusa del poder

Decía Aristóteles que un gobierno ha de ser práctico, no perfecto. Supongo que el gran filósofo tendría en cuenta que la perfección es imposible, y por lo tanto hay que buscar la eficiencia. Y gobernar es muy complicado porque se trata de coordinar todos los elementos que confluyen en el bien común, o al menos el mayor número que se pueda, porque luego están las distintas formas de ver las cosas. Teniendo en cuenta lo complejo y agotador que es gobernar, asombra que haya tantas personas que aspiren a ostentar el poder (cuando es democrático) o incluso detentarlo (cuando se obtiene de forma ilegítima). Gobernar para todos es una quimera por esa imposibilidad de perfección, pero se supone que hay que hacerlo tratando de resolver los asuntos incidiendo en los puntos más débiles. Pero resulta que muchas veces -demasiadas- el poder no se usa como instrumento de mejora colectiva sino para mayor lustre personal de quienes lo tienen en ese momento. Continuar leyendo «La ciencia infusa del poder»

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El efecto Casablanca y La Marsellesa

Desde que tenemos constancia, se han compuesto loas a personajes poderosos, a hechos memorables y finalmente a los sentimientos colectivos. Con el tiempo, surgieron los himnos patrióticos, que trataban de representar a todo un pueblo. Generalmente, los himnos son solemnes, grandilocuentes y chauvinistas. Durante las guerras garibaldinas de unificación italiana los combatientes y el pueblo se enardecían con el Coro de los esclavos de la ópera Nabuco, cambiando «Va pensiero» por «Mía Italia». Hay himnos muy regios como el británico y de una calidad sinfónica incontestable como el alemán. Pero de todos, el himno más conocido es el francés, que en contra de lo que se cree no es un cántico popular de la Revolución Francesa, sino un encargo en una década posterior para alentar a las tropas durante la guerra de Francia contra Austria. Continuar leyendo «El efecto Casablanca y La Marsellesa»