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Otra ronda de gatopardismo

Los acontecimientos de los últimos tiempos, que parecen haber soltado su fanfarria en la última semana, han hecho que muchos se rasguen las vestiduras escandalizados. Seamos serios, no teníamos datos concretos, pero es obvio que el mecanismo funcionaba así. No es una justificación, porque las sociedades tienen que avanzar en la transparencia y en la necesidad de que quienes están al frente deben ser ejemplares. La corrupción en el corazón del sistema no es nueva. Existió en la antigua Roma de los patricios, en el Medievo de los señores, en el barroco de los nobles y siempre entre familias que heredaban el dinero y el poder, que se comunican en dos direcciones hasta ser en la práctica un círculo vicioso en el que uno vale para conseguir el otro y viceversa. Durante siglos, en cada sociedad, un grupo concreto y reducido de familias han decidido por todos, siempre a su conveniencia. De vez en cuando hay cambios muy sonoros, o dejan entrar en el círculo a alguien sin blasones pero con dinero o con armas para que ese grupo siga conservando su status. Cuando se calman las aguas, todo sigue igual; esa es la norma del gatopardismo que en esencia funciona desde mucho antes de que Lampedusa lo retratase. Continuar leyendo «Otra ronda de gatopardismo»

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Y la culpa de todo es de…

Noriaaaaass.JPGLa culpa de la actual situación política es del PP porque Mariano Rajoy practica el inmovilismo, si es que no es del PSOE y Pedro Sánchez porque sigue empeñado en un gobierno de cambio tratando de mezclar el agua y el aceite (hay que dar un premio a su psicólogo por fortalecer su autoestima). O tal vez la culpa sea de Ciudadanos, que quiere un gran pacto a tres a toda costa, en caso de que no sea de Podemos, que hace propuestas inasumibles, o de Alberto Garzón, siempre enredando con sus dos diputados. Continuar leyendo «Y la culpa de todo es de…»

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Tiempos de sofistas con máquina perversa

Utilizar verdades a medias y argumentos incorrectos es una práctica utilizada para sacar provecho de una situación, justificar un error propio o inducirlo en los demás y siempre con fines interesados. Aristóteles llamó sofistas a quienes utilizaban trampas dialécticas, para tratar de envenenar las palabras, embelesar al que escucha y convertir en fuertes los argumentos insustanciales o incluso falsos. Los sofismas están de moda porque son usados continuamente para enaltecer lo propio o descoyuntar lo ajeno. Se llega al insulto grosero a la inteligencia, porque se repiten razonamientos que son obviamente erróneos que se apoyan en consideraciones cuya falsedad está a la vista de todos. 1111IMG_0812.JPGCuando Rajoy y la gente de su partido dicen que han ganado las elecciones, no mienten del todo, pero lo dejan ahí y a continuación extraen la conclusión que ello les da derecho a gobernar. En una democracia parlamentaria, si no hay una mayoría absoluta, haber sido el partido más votado no convierte a su líder automáticamente en presidente del Gobierno, porque quien lo inviste es el Parlamento representativo que sale de las urnas, no las urnas. Por lo tanto, no hay impostura cuando alguien de un partido que no ha sido el más votado es investido, puesto que así son las reglas mientras no sean cambiadas. Continuar leyendo «Tiempos de sofistas con máquina perversa»