Los indignados desconciertan al sistema
El movimiento que se rebela contra los desmanes del capitalismo y la política enquistada del bipartidismo ha cogido por sorpresa al sistema. Al principio creían que eran unos pocos jóvenes desorganizados que ejercían su derecho al pataleo, pero los próceres se van dando cuenta de que el asunto puede ser más serio de lo que pensaban. El Gobierno ha tratado de hacer oídos sordos, mirar para otro lado, el PP se queda quieto, que es lo que viene haciendo últimamente, porque se supone que tiene las elecciones ganadas (estas y las otras) y que de lo que se trata es de no hacer algo que pueda romper esa dinámica. Esa es su idea, aunque algunos, como Mayor Oreja o el alcalde de Valladolid, parecen no haberse enterado de la consigna y van por libre, lo que pone de los nervios a Rajoy y su guardia pretoriana. El poder establecido casi de manera automática durante más de treinta años creía en una alternancia hasta el infinito, pero siempre ellos (unos u otros) controlando el gallinero. Y no contaban con este movimiento, que nadie sabe el calado que tiene ni qué consecuencias puede generar. Cuando la gente empieza a perder la esperanza es imprevisible, y desde luego creo que acabaron los tiempos en que todo se decidía en las ejecutivas de las fuerzas políticas dominantes. Algo tendrán que hacer porque si no esa desesperanza les pasará por encima. Ya saben, en política, lo que no ocurre en décadas puede suceder en días, como un terremoto, que en cinco segundos lo cambia todos. Si los partidos políticos no toman nota y empiezan de una vez a hacer democracia de verdad (listas abiertas, servicio al ciudadano, control de los tiburones…) el huracán no dejará de soplar, y ya pueden mandarle a la policía a los jueces o a la Junta Electoral. La historia avanza con mucha más fuerza que todo eso.