Pocas veces nos encontramos con un narrador tan definido en su manera de escribir como Santiago Gil. Cierto es que eso que llaman estilo hace reconocible la escritura de cada uno cuando alcanza su propia voz, pero en el caso de Santiago las constantes se repiten de forma casi matemática y se ponen a funcionar sus tres signos de identidad fundamentales que ya he resaltado más de una vez: es un escritor en espiral, es un observador que en el mar de la vida ocupa un submarino siempre con el periscopio en servicio, es un navegante que conoce su destino pero ignora la ruta y se orienta por los vientos y las corrientes del ritmo de su prosa. No puede evitarlo; la historia va contándose sola porque se ha ido almacenando en el disco duro de lo cotidiano que Santiago Gil convierte en materia novelable.
Después del resultado colosal de su anterior novela, La costa de los ausentes, que es un punto de inflexión en su obra, un intento logrado de cerrar uno de los muchos y fructíferos círculos que tiene el autor, vuelve ahora con Gracias por el tiempo, una novela corta que aparentemente solo pretende mostrar el desgarro social y humano que genera la desigualdad y que se ha multiplicado después de este nuevo «crack» programado de 2008 y que se alarga a conciencia y con regodeo. Continuar leyendo «Los sin nombre de Santiago Gil»