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Réquiem habanero por Fidel

El pasado 16 de mayo, junto al novelista Santiago Gil y el autor, tuve el privilegio de presentar en Las Palmas de Gran Canaria Réquiem habanero por Fidel, novela de J.J. Armas Marcelo que cierra su Trilogía de La Habana. El post es el comienzo de mi intervención, y al final hay un enlace para el texto completo, más comentado que leído en la presentación. La fotografía es una traslación a blanco y negro de la realizada por nuestra amiga común Mariauxi González Guzmán.

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Juancho Armas Marcelo y yo somos amigos desde hace más de 500 lunas. Nos conocimos cuando éramos los mejores, al sur de la resurrección, justamente la noche que Bolívar traicionó a Miranda. Hemos visto pasar los años que fuimos Marilyn con calima e incluso a punto del estado de coma, pero hasta hemos hecho confitura con el fruto del árbol del bien y del mal. En esa larga singladura hemos caído en el vicio de escribir, fantaseado con casi todas las mujeres y al final se ha visto que fue bueno dejar en la playa las naves quemadas. Esto no puede gustar a la vez a tirios, troyanos y contemporáneos, y por ello los dioses de sí mismos, tanto en Madrid, distrito federal, y así en La Habana como en el cielo, tratan de cerrar las puertas de la Orden del Tigre. Pero hasta el Niño de Luto y el cocinero del Papa saben que es imposible impedir la celebración de la intemperie. Y este es Juancho, todo en él escritura literaria, que ahora entona un Réquiem habanero por Fidel…

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ENLACE: Presentación Juancho-Requiem Fidel.pdf

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Juancho, La Habana y el estilo

Juancho 22 img051.JPGDicen que el escritor está hecho cuando se distingue por el estilo, palabra que por otra parte nadie ha podido definir con solvencia indiscutible. Desde su primera novela, y ya ha superado la docena, la escritura de J.J. Armas Marcelo tiene un aire inequívoco, definido e inconfundible. Eso debe de ser el estilo. Incluso en sus novelas más alejadas argumentalmente del mundo hispanoamericano, se respira ese aire oceánico. Dijeron que venía del clasicismo y por ello que era capaz de construir frases más largas que nadie, sin el más leve error de concordancia porque en su cabeza declinaba la oración completa. Puede ser, pero, ¿qué sabe nadie lo que hay en la cabeza de un escritor cuando escribe? Luego ha hecho novelas y ensayos con frases más cortas, con larguísimos párrafos, con diálogos directos e indirectos, con… El estilo es la personalidad de Juancho escriba como escriba. Porque maneja lo barroco cuando quiere, es directo si así lo estima y es, en definitiva, un escritor que domina todos los registros posibles, y siempre es Juancho, el estilo.
Juancho 1 img050.jpgAcaba de publicar Réquiem habanero por Fidel, novela que cierra su trilogía habanera conformada, además por Así en La Habana como en el cielo y El Niño de Luto y el cocinero del Papa, una novela que se estaba haciendo esperar porque en medio ha habido otras, como el díptico que transcurre en el Cono Sur. Y esto que digo del manejo de un malabarista lo ha demostrado con sus dos últimas novelas, la que acabamos de citar y la muy reciente La noche que Bolívar traicionó a Miranda, muy pausada y profusa en cavilaciones y sentencias; Réquiem es más directa, casi opuesta en su estructura y redacción a la anterior. Y siempre sin dejar de ser Juancho.
La Habana es una obsesión en el imaginario de Armas Marcelo. Su prosa, su conocimiento y su presencia van desde Río Grande hasta Tierra de Fuego, no escapan Venezuela, Argentina, Panamá, Colombia o Perú a su voracidad intelectual, pero Cuba está en la génesis de su escritura literaria, que se mezcla con su permanente crítica a los muchos aconteceres de la revolución cubana. Y en esta novela, que corona la trilogía, está toda esa historia, resumida en las vivencias de un hombre, Walter Cepeda, coronel retirado de la Seguridad del Estado, que es el instrumento literario que Juancho utiliza para engancharnos desde la primera página sin dejar respirar al lector, contando y contando, con humor, con dolor y con una eficacia narrativa tan contundente que aparecen en la mente del lector incluso pasajes que no están escritos.
Estamos ante una novela que sin duda se convertirá -ya está sucediendo- en referente literario de un espacio que ningún español pisa con tanta seguridad como J.J. Armas Marcelo, una obra que, una vez más nos da la dimensión de un narrador que cuando cuenta un minuto tiene siempre delante los últimos tres mil años de pensamiento, de literatura y de historia. Y eso se nota.
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(Este trabajo fue publicado en el suplemento Pleamar de la edición impresa del periódico Canarias7 de Las Palmas de Gran Canaria el día 14 de mayo de 2014)

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Uccellacci e uccellini (papanatas-papanatas)

zzzz ucelini.JPGDicen que todo aquel que escribe un folio con pretensiones literarias lo que en realidad pretende aunque sea remotamente es el Nobel, y aquellos que se dedican al cine en cualquiera de sus modalidades lo que persiguen es que les den un Oscar. Eso de escribir o hacer cine porque sí es una chorrada, a juzgar por los comportamientos. Hay una legión de escritores que se sienten minusvalorados, y lo están colectivamente, porque el eso de la periferia y la aldea global ha quedado en lo que los más viejos esperaban: nada; y aquí cultura es arrastre de bueyes. Finalmente, muchos son los llamados y pocos lo que consiguen una cierta visibilidad, y es humano que quieran que se les lea fuera, se les traduzca, ser académicos, ganar el Príncipe de Asturias y el Cervantes, y, por qué no, el Nobel (claro que eso depende si el nivel está ese año en Echegaray o en Faulkner). ¿La gente de cine quiere hacer una buena película o ganar un Oscar? Cuando ya los reconocen en España, van por el mercado europeo, y luego el norteamericano. Paco Rabal, Berlanga o Concha Velasco no son nada porque no han salido en la portada del Vanity Fair americano, los grandes son Antonio Banderas, Penélope Cruz y Javier Bardem porque cuentan en Hollywood, y, claro, Buñuel, no porque fuese bueno, sino porque una vez le dieron un Oscar. Como bien dijo Pasolini en 1966, Uccellacci e uccellini, que en esperanto bengalí quiere decir papanatas-papanatas.