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Una broma infinita

David Foster Wallace se ha suicidado. Este parece ser el sino de los que son calificados como genios, aunque ya he dicho muchas veces que en los únicos genios que creo son en los que salen de las lámparas.
david foster.jpgEstá claro que Foster fue un gran novelista, autor de Una broma infinita (1996), una de esas novelas que quedan prendidas en la historia de la literatura, aunque todavía no hay perspectiva para afirmar que es un libro que va a quedar en el Parnaso de los novelistas. La muerte por enfermedad, accidente o suicidio es sin duda una de las maniobras publicitarias más rentables, y graba en el mito a cualquier personaje que esté destacando en ese momento. Pasó con muchos cantantes de rock, con estrellas de cine y con escritores, como Kennedy O’Toole, el autor de La conjura de los necios, con Scott Fitzgeral, con Roberto Bolaño y si me apuran hasta con el mismísimo Hemingway.
Aparte de sus problemas psiquiátricos, está claro que Foster ha querido inscribirse en el mito. Es una pena, porque quienes lo conocían dicen que lo mejor de su literatura estaba por llegar. Pero el mito tira, y tal vez no le gustó la imagen triste de Paul Newman yéndose del hospital a morirse de viejo a su casa. Seguramente prefirió a un James Dean siempre joven en los anuncios de tejanos. En cualquier caso, descanse en paz y recomiendo su novela-fetiche.

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Sobre literatura

María Antonieta.jpgNo hay una definición consensuada sobre lo que es literatura, y nunca la habrá, y tampoco sabemos con certeza para qué sirve.
Hastiados de tanta comercialidad, tanto Ruiz Zafón y tanta Babelia, lo único que podemos decir es lo que nos gusta o lo que rechazamos, porque aportan algo a nuestras vidas o porque sencillamente son papel mojado antes de publicarse. Pero se publican libros tan inservibles como el último de Rosa Montero, que se vende como rosquillas con el apoyo mediático, pero que es el paradigma de cómo una buena idea y una buena historia se autodestruyen sencillamente porque quien escribe carece de los aperos necesarios para estructurarla o escribió con apuros porque ya le tocaba publicar.
Por el contrario, vuelvo a recomendar un clásico como la Biografía de María Antonieta, escrita por Stefan Zweig, y como siempre doy referencias de la revista La Mancha Literaria, que sí que hace aportaciones interesantes.

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La muerte de un poeta

Canteras331.jpgAntonio García Ysábal fue un canario que nació en Barcelona y vivió gran parte de su vida en Las Palmas de Gran Canaria. Acaba de emprender el último viaje, él que tan acostumbrado estaba a viajar (y residir largas temporadas) por el vecino continente africano, del que nos mostró muchas vertientes, en una obra investigadora y divulgativa que aún no ha sido suficientemente valorada. Como él decía, buscaba la pata africana de Canarias, que existe pero a la que durante siglos hemos dado la espalda.
Su obra científica, divulgativa y editorial es importante, pero no lo es menos su obra poética. Inscrito en la Generación de Poesía Canaria Última, desarrolló una obra muy interesante, que reivindica la tradición literaria de las Islas y a la vez indaga en las nuevas formas. Mantuve hace años una relación muy cercana, pués éramos vecinos, pero esta se diluyó con su última marcha a Madrid, donde la enfermedad lo fue cercando hasta que se lo llevó. Ahora mismo viaja por la laguna Estigia hacia la historia inamovible de nuestra literatura. Buen viaje, amigo.