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De los adioses y el oro del silencio

Quienes amamos la literatura y la palabra como instrumento de liberación estamos tristes por la muerte de Benedetti, pero, como decía anoche Antonio Becerra en un foro, también se nos ha ido una escritora nuestra, Josefina Mujica, que nos dejó una obra que quiso ser humilde, pero que deja un hueco en la cultura de esta tierra.
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La cultura se hace como la playa, grano a grano, no hay Mozart, Picasso o Cervantes que pueda por sí solo hacer la cultura, porque esta se nutre de muchas fuentes, y a veces tan importante es un gran río como un leve torrente, pues juntos afluyen y conforman el hábitat del pensamiento. Por eso le dedico hoy esta nota en su partida, con el respeto que merece esa generación de mujeres canarias escritoras, que tanto han dado a la colectividad.
Por ora parte, el poeta Gamoneda ha perdido una oportunidad de oro para callarse, descalificando la forma de hacer poesía de Benedetti cuando su cuerpo estaba aún insepulto. Podrá ser todo lo buen poeta que se quiera, pero desde luego ha dado una lección de falta de estilo, y si me apuran de mezquindad. Razón tienen los árabes cuando hablan del oro del silencio. Si les digo la verdad, nunca me entusiasmó la poesía de Gamoneda, por su frialdad casi mecánica, aunque la valoro, pero ahora que me ha ofendido -porque me ha ofendido- empiezo a no tener ganas de leerlo más.
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No tengo ni idea de lo que representa la foto, al mirarla, tan informe e inexpresiva, se me parece a un poema de Antonio Gamoneda.
Ya, ya sé que tal vez me paso, pero es que este leonés me ha tocado algo más que las narices con sus melindres poéticas y su falta de educación básica. Hay tipos que se creen… mejor me callo, que sigo cabreado.

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Querido Benedetti, gracias por el fuego

Al final, querido Mario, todos tenemos que acudir a la inexorable cita con esa señora que nos está amenazando cada minuto. Tú lograste burlarla durante muchos años, y como escudo usaste la literatura, la bonhomía, el compromiso, la dignidad. Y lo hiciste bien, porque nunca fuiste neutral, nadie que tenga corazón puede serlo.
Te has muerto, Mario, pero ya en vida era un estandarte para Latinoamérica, no sólo para Uruguay, de quien dijiste que era la única oficina del mundo que tiene categoría de república, criticando la intrincada burocracia de las democracias vigiladas.
Benedetti.jpgTe has muerto un 17 de mayo, día de San Pascual Bailón, curiosamente el detonante de la primera novela que intenté escribir y que finalmente terminé, y te recuerdo como eras hace 25 años, sentado en la terraza del Hotel Santa Catalina, tomando café y bromeando con las obras urbanas de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, a donde ya habías venido otros 15 años antes, y también estaba en obras. Cuando te despedí en el aeropuerto te pregunté que cuando volverías a nuestra ciudad y me contestaste con ironía: «Cuando la terminen». Volviste después, cantando con Daniel Viglietti, y siempre eras el mismo, asmático pero incansable.
Fuiste el poeta universal de cabecera de varias generaciones, que tenían en su cabecera el compendio de tu poesía, Inventario, un libro que llega al alma porque es la poesía que piensa en los seres humanos. Y también fuiste novelista, que no perdonaba a los narradores que no cuentan una historia. Siempre mantuviste encendida la hoguera de la libertad, y usando el tútulo de una de tus novelas, te digo Gracias por el fuego.

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Saramago y Benedetti

benedetti1.jpgHa circulado con mucha fuerza la recomendación de Saramago en su blog, para que leamos a Benedetti, ahora que el poeta uruguayo está enfermo. Se diría que Saramago entiende la poesía como una especie de oración atea, pero está claro que Mario Benedetti es uno de los poetas más notorios de Latinoamérica, que ha acompañado a varias generaciones con sus poemas, muchos de ellos convertidos en canciones en las voces de Daniel Viglietti, Nacha Guevara o Joan Manuel Serrat.
La edad no perdona y ambos autores, Saramago y Benedetti, están más cerca de los noventa años que de los ochenta, y encima el asma hace que el uruguayo tenga una vejez muy dura. Todos deseamos que Benedetti mejore y que siga dándonos versos tan inolvidables como los que ya nos ha dado, Leámoslo para darle vida, como pide Saramago. ¡Salud, maestro!