El pensamiento y la LOMCE
Mucha gente cree que un sistema educativo es un listado de temas y se acabó. Para que funcione ha de tener en cuenta muchos elementos, y los psicológicos no son menores. Las siete leyes educativas que hemos tenido en los últimos años se han limitado a cambiar itinerarios, materias y temporalidades siempre a partir de la enseñanza secundaria. Eso estaría bien si se hubiera atacado la base. Pero la Primaria es prácticamente la misma y a peor desde 1971. El asunto se limita a cambiar los nombres de las asignaturas, a engordar la industria editorial de libros de textos (la mayor parte inútiles y sin sentido pedagógico) y a cambiar una y otra vez los conceptos burocráticos de la programación, invirtiendo horas y horas en chorradas que luego no tienen repercusión en el aula. Diría que cada nueva ley empeora la anterior en Primaria, y la LOMCE es sencillamente un disparate. No hablo de ideologías, dejo aparte el asunto de la religión, me olvido de pública y concertada. Todo eso también, pero ahora hablo de lo estrictamente técnico. Todas estas leyes se han hecho de arriba hacia abajo, sin contar con quienes están en el tajo, y si ya con la LOE el sistema se resquebrajaba por la base, ahora será un sindiós. No hay un sistema que enseñe a pensar, a deducir, a crecer, y no va a haberlo. Si a eso añadimos los otros elementos ya mencionados, es fácil entender que quienes se plantean una educación eficaz y profesional se echen las manos a la cabeza y se opongan a la soberbia política del ministro Wert. No es posible aprender a pensar con este sistema, y para remacharlo arrasan con la Filosofía en las estapas posteriores. Ya no sé si es torpeza o maldad.