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El Greco como imagen forzada

Ahora que se cumplen 400 años de la muerte del pintor Doménikos Theotokópoulos, más conocido como El Greco, podemos constatar el refrán que dice que «no es oro todo lo que reluce». Tenemos una memoria de las cosas y de las personas que a menudo no concuerda con la realidad, y si se trata de grandes figuras la distorsión suele ser tremenda. Recientes investigaciones sobre la figura de El Greco pueden sorprendernos, porque nos muestran a una persona casi opuesta a la que siempre hemos imaginado a causa de las informaciones forzadas y a menudo interesadas que nos han dado durante siglos. Para empezar, ahora resulta que el pintor era religiosamente muy tibio y aunque cristiano, venía de las costumbres de la iglesia ortodoxa griega, que ya entonces zzzzz El greco.JPGestaba muy distante de la de Roma. Una parte muy importante de su obra es pintura religiosa porque esos eran los encargos que entonces le hacían, pero no es que fuese muy devoto. Su verdadera devoción era la belleza, y su estilo tan característico se nutre de su Creta natal, de su paso por Venecia y Roma y de su impronta personal. Por eso El Greco es tan especial, porque su pintura es como arte bizantino trasplantado a los modos castellanos, una mezcla que, en manos de un hombre de su talento, dio lugar a una obra grandiosa y diferente. Pero lo que más llama la atención es ese «cambio de imagen» que aportan las nuevas investigaciones, pues ese artista ocuro, callado y misterioso que nos han vendido siempre era en realidad un bocazas que hablaba demasiado y por ello se metía en problemas, vivía al límite y carecía entonces de prestigio social, hasta el punto de que los grandes figurones de entonces no estaban entre sus clientes. Las iglesias y conventos sí, porque era muy trabajador y cobraba poco. Por eso cada vez estoy más convencido de que hay que quedarse con las obras y desconfiar de lo que nos cuentan de los autores, pues sus biografías a menudo son afeitadas para adaptarlas a intereses de terceros. Y en todo esto solo hay un verdad irrefutable: Doménikos Theotokópoulos, El Greco, es uno de los grandes en la historia del arte.

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Premios Canarias 2014

El escaso respeto que tienen nuestras instituciones por la ciencia, el arte y la cultura se manifiesta, entre otras muchas cosas, porque cada modalidad del Premio Canarias se otorga cada tres años, lo que dice sin decirlo que en Canarias no hay suficiente gente merecedora de esos galardones y por eso hay que espaciarlos. Y eso es mentira. Me da vergüenza que en comunidades con menos de la mitad o la cuarta parte de habitantes que Canarias (Murcia, La Rioja, Cantabria, Extremadura, Navarra) este tipo de premios institucionales se otorgue cada año como estímulo a quienes han dedicado muchas horas a diferenciarnos de los tigres. Por ello es siempre motivo de satisfacción que, aunque sea con tacañería, se reconozcan méritos singulares.
zzzzzzAAMO.JPGSoy un agradecido admirador de la ciencia y la investigación, especialmente la que se mueve en el campo de la aplicación médica. Los científicos son los grandes desconocidos pero no por ello menos importantes. Más allá de Pasteur, Fleming o Barnard, pocos son los nombres que nos suenan de las personas que han sido cruciales en los avances de la lucha contra la enfermedad. Por eso, el Premio Canarias a Sergio Moreno es más que merecido. En cuanto a Lothar Siemens, ya estaba tardando este reconocimiento, por esa racanería que comentaba, pues estamos hablando de una figura referencial en nuestra cultura.
Pero qué quieren, me ha complacido especialmente que el pintor Fernando Álamo haya sido premiado ahora, en plena creación y hecho un gigante. Es así cómo se reconoce una obra insoslayable, a su tiempo, cuando en lugar de un premio «a toda una vida» es un saludo en el rellano de metas mayores. De un artista como Fernando podemos esperarlo todo, y yo lo espero porque se lo merece, porque nos lo merecemos. Ah, y es mi amigo.

Que lo disfruten los tres, que lo tienen bien ganado

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Eruditos inalcanzables

Hay un espécimen que se cree de otra dimensión que va más allá del erudito a la violeta definido por José Cadalso, que es alguien poseedor en apariencia de todo lo que hay que saber y más, tras largo estudio en solapillas de libros, contraportadas de discos y resúmenes de registros y taxconomías. A pesar de su desprestigio creciente, sigue abundando. Pero ya digo que hemos sido bendecidos, además, con la presencia de este otro tipo de criatura zzz78Foto0887.JPGmuy superior a esta y que está fuera de catálogo por su magno y omnímodo conocimiento, que por lo que habla y escribe es experto en cine uzbeko, lee a poetas somalís de nombre impronunciable, conoce a músicos indonesios que pulsan instrumentos inalcanzables y hace suyas teorías de ensayistas remotos a los que plagia, como si los demás fuésemos tontos. Para ellos, Muñoz Molina, Truffaut, Felo Monzón o Mozart son una vulgaridad inconsistente para gente intelectualmente plebeya. Toleran a Borges, pero sólo cuando han tomado neurolépticos. El síntoma más claro es que saben mucho, muchísimo. Aparte del ridículo, jamás han hecho nada, pero poseen una ciencia infusa que les permite saberlo todo. Por supuesto, el resto del mundo está en el error, y la gran verdad que solo ellos poseen es un arcano inescrutable que nadie sabe en qué consiste porque ellos nunca la han definido. Su visión del mundo, del pensamiento, de la ciencia, del arte y de las cosas se manifiesta diciendo «no» a todo y esbozando una sonrisa de suficiencia mientras perdona a los demás una respuesta que nunca podrían dar porque sencillamente no existe. Nunca les merece consideración cosa alguna nacida de otros. Ellos creen que imponen respeto, o incluso miedo, pero sólo dan risa. Es una enfermedad muy grave que conduce a la soledad a quienes la padecen. Y vomitan, sobre todo vomitan, pero ellos no lo asumen porque desde muy jóvenes dejaron de tomar la medicación.