Publicado el

Se ha ido don Rafael, más que un gran profesor

zzzzz vega1.JPGHay personas que resultan determinantes para otras. Generalmente quienes se dedican a la enseñanza y lo hacen con generosidad y largueza suelen serlo y por ello merecen respeto y reconocimiento. Pero a veces esa dedicación va más allá de lo exigible, y hay docentes que son el origen de la transformación de toda una comunidad. Este es el caso del profesor don Rafael Gómez Santos, que nos ha dejado a los 88 años hace unos días. Seguramente la mayor parte de la gente lo relacionará con el nombre de un colegio en la Vega de San Mateo. Pero en este municipio y en todo el centro de la isla el nombre de don Rafael es una referencia imprescindible, porque en tiempos muy difíciles en los que la enseñanza pública estaba abandonada por la dictadura, él armó una academia que más que un centro privado era una misión. Allí se formaron varias generaciones de chicos y chicas, que él supo encaminar a metas mayores con la mochila bien pertrechada, sin reparar en horas y esfuerzo. Aquel fue un tiempo en blanco y negro muy desvaído, que se ha transformado en una sociedad en color gracias a las aportaciones de muchos de sus alumnos y alumnas. Y esto no habría sido posible sin la abnegación, la generosidad y la visión futurista de figuras providenciales como don Rafael Gómez Santos. Hay que añadir, además, su gran sabiduría y el talento y la constancia para transmitir conocimientos y valores. Se ha ido en silencio un hombre solo, pero deja una estela que se va multiplicando. Desde la memoria y el agradecimiento sé que descansa en paz porque fue un hombre bueno.

Publicado el

Acabemos con las tradiciones machistas

Vaya por delante que se quedará corto todo homenaje que se haga a las mujeres del pasado (y del presente), que en una sociedad desigual en general llegando al borde del esclavismo, y con un machismo irracional e injusto, trabajaron como si fueran bestias de carga, en las labores del campo, del mar, del comercio o de la vida doméstica, sin ningún artilugio que les hiciera más fácil sus tareas. Miles de mujeres cargadas como mulas de brutales haces de leña seca, de pesados cántaros de agua, de ropa que llevar a lavar al barranco, o de cualquier cosa que hubiera de vender lejos, fuera pescado, leche, queso o productos del campo. «Llevaban el mundo sobre sus elegantes cuellos», dice el cronista con ínfulas de poeta, ¡menuda metáfora esclavista! Luego tenían que ser madres amorosas, esposas diligentes y audaces administradoras.
zzzz mujeres cargando 1.JPGEste tipo de vida sigue por desgracia vigente en sociedades del siglo XXI, y esos modos culturales, religiosos o llevados por la inercia de la costumbre no ayudan mucho porque siempre aparece la famosa e interesada teoría de que «ha sido así siempre». En la tercera acepción de la palabra tradición, la RAE dice: «Doctrina, costumbre, etc., conservada en un pueblo por transmisión de padres a hijos». Suena muy bien, y es tan étnico y tan enaltecedor de nuestros mayores que parece que cualquier costumbre de antaño debe ser conservada. Pues resulta que no, que lo mismo que hay cosas muy nuevas que no son buenas, también las hay deleznables en las antiguas.
zzzz mujeres cargando 2.JPGEsto viene a cuento de los merecidísimos homenajes que se hacen a estas mujeres, sean las gangocheras, las canastilleras, las queseras, las pescaderas, las lavanderas pintadas por nuestros pintores indigenistas o las lecheritas cantadas en nuestro folclore musical. Me imagino esas cervicales aplastadas por años y kilos de peso sobre un cuello siempre firme. Es necesario recordarlas para que esos abusos no vuelvan a producirse, hacer memoria de lo malo para no repetirlo, porque en nombre de la tradición se ha pisoteado al débil y se sigue abusando de la mujer. Solo hay que abrir los ojos para verlo. Tanta barbarie debe ser desterrada, ya el irracional respeto al pasado solo por serlo ha lanzado demasiadas cabras desde los campanarios. Estoy hasta el gorro de que en nombre de la tradición se siga abusando, discriminando, vejando. Así que menos golpes de pecho en nombre de la tradición y más justicia igualdad y progreso para todos, y especialmente para todas. Que ya vale.

Publicado el

Con Marilyn, de aquí a la eternidad

zzz jfk mary 1.JPGHace unos años, cuando el Festival de Cine de Las Palmas de Gran Canaria funcionaba a plenitud, yo publicaba cada día del festival en el periódico Canarias7 un capítulo de un relato truculento, entre el género detectivesco y la parodia, siempre relacionado con el mundo del cine. Así fue hasta el año 2009. Ese año, el suspense provenía de la memoria, y el desenlace transcurría en la gala de clausura, en la que todo sucedió de manera imprevista. Este es un fragmento de aquel final de relato que se titula Sobre la eternidad:
«…Mientras la gente aplaudía, Sciachi (un periodista) acompañó al escenario, desde el patio de butacas, a un hombre de no menos de noventa años, que se ayudaba con un bastón pero que caminaba erguido y desafiante. Era muy guapo, con los ojos azules y una sonrisa espléndida. Todos se preguntaban por la identidad del anciano mientras él avanzaba y era recibido por Kimberly Rod (una actriz famosa) con dos besos. Luego, con paso lento pero firme, se acercó al micrófono:
zzz jfk mary.JPG-Señoras, señores, me llamo John Fitzgeral Kennedy -dijo en un español terrible, con acento bostoniano mientras el público mantenía la respiración y la mitad de los teléfonos del mundo se bloqueaban-. Igual que no murió Marilyn en 1962, yo tampoco fui asesinado en 1963. Me hirieron, pero luego me llevaron a un barracón. El hombre que dijeron que era yo debió ser un cadáver que buscaron a propósito. Por eso las autopsias no concuerdan con los disparos y se hicieron un lío porque nada de lo que decían que había sucedido sucedió en realidad. Ahora vivo en la isla de Serifos, con Marilyn Monroe, gracias a la generosidad y la inteligencia de Alberto Sciachi y Kimberly Rod. Y ya saben, con Marilyn de aquí a la eternidad.
Kennedy comenzó a bajar del escenario y se fue por el pasillo central del brazo de una anciana bellísima llamada Marilyn Monroe…»