Publicado el

Yo creo (¿es de crear o de creer?)

No acabo de entender esa publicidad en las guaguas peninsulares (allá autobuses) que pasean en letreros curiosidades como «Es muy probable que Dios no exista» y otros por el estilo. Pero también sé que hay un sector de creyentes que por lo visto van a sufragar contrapublicidad guagüera proclamando por todas las líneas de autobuses que Dios existe.
catar.jpgY en estas andábamos cuando entra al trapo un vocero del arzobispado de Madrid para rasgarse las vestiduras alegando que airear en carteles móviles la posibilidad de que no haya Dios es una blasfemia que hiere a los creyentes. Siempre he defendido que hay cosas que pertenecen al ámbito privado, y hacer apología de una creencia (o no creencia) es un esfuerzo inútil, porque cada cual seguirá con lo suyo, pasen las guaguas que pasen.
Lo que sí me parece insostenible es el tratamiento de blasfemia que hace el mentado portavoz, porque si predicar el ateísmo hiere a los creyentes, proclamar la creencia en un Dios podría hacer lo mismo a los ateos. Es de una incoherencia espectacular, pues los creyentes publicitan su credo continuamente, incluso cerrando calles al tráfico cuando toca procesión.
Y es que estamos como siempre. También les digo, que no entiendo muy bien este embrollo, porque una cosa es el laicismo y otra la prédica de la no existencia de Dios. Y a estas alturas se preguntarán qué creo yo. Pues les diré: creo que, con lo bien que está jugando y con tantos puntos de ventaja, va a ser difícil que al Barça se le escape la Liga… Pero ni de eso estoy seguro, porque al fútbol lo carga el diablo… Ya… ¿Y qué pasa con el diablo?

Publicado el

DOMINGOS IM-POSIBLES (V)

Lilith-Lolita (1)
Cuando Adán, después de haber pedido compañía al Creador, despierta de un profundo sueño y encuentra a su lado a Eva, dice: «Esto sí que es carne de mi carne». ¿Por qué dice Adán, «Esto sí»? ¿Es que había tenido otras opciones que le llevaron a decir no? Pues sí que las tuvo, al menos una: Lilith. Cuenta la tradición cristiana de los primeros siglos de nuestra era que Dios creó a todos los animales y al hombre en parejas de ambos sexos. El varón era Adán, la mujer Lilith. Pero resultó que Lilith no se conformó con ser la sumisa compañera de Adán, sino que se comportó de manera igualitaria. Adán no estuvo de acuerdo, se quejó al Creador y éste expulsó a Lilith del Paraíso. Adán quedó solo y reclamó compañía adecuada a sus conveniencias, esto es, Eva. El resto de la historia ya es bien conocida, y tal vez por eso Adán pronuncia la frase que, como hemos visto, se refería a hechos anteriores.
lilith.JPG¿Qué fue de Lilith? Según tradiciones muy desarrolladas en algunas zonas del Medio Oriente y en las culturas eslava y germánica, Lilith pasó a ser un incordio, una especie de encarnación maligna rabiosamente feminista. Según la tradición judía, Lilith fue la primera mujer de Adán. Se negó a yacer en la posición dominante del varón, es decir, debajo del macho, y por algo tan leve y al mismo tiempo tan simbólico fue desterrada del Paraíso, es de suponer que previa petición de Adán al Creador. Lilith, ya fuera del Paraíso, expulsada de un idílico lugar como lo había sido Luzbel, se convirtió por definición en una diablesa que se casó con el rey de los demonios. Este es un punto muy paradójico, pues se habla de matrimonio entre dos fuerzas del mal, creadas por Dios. O sea, que el mal también es obra de Dios si seguimos este razonamiento. Unos relatos dicen que era un ser alado que asesinaba recién nacidos, y otros que era un súcubo que se dedicaba a robar el semen a los hombres durante el sueño. Ese es otro de los terrores adolescentes que infundían a los púberes varones cuando tenían sus primeras poluciones nocturnas.
En este sentido, Lilith, la mujer libre, es condenada y sin duda es la base del mito de la mujer fatal, devoradora de hombres, que utiliza el sexo para dominar la virilidad, desposeyendo al macho de su esperma, su dignidad y, por supuesto, de su tarjeta de crédido. Lilith está casi desterrada del mundo cristiano, aunque existe una mención a su figura en la Biblia (Isaías, 34:14), en la que se la sitúa en el desierto, rodeada de hienas y otras alimañas. Curiosamente, el personaje también es nombrado en el milenario, épico y mesopotámico Poema de Gilgamesh, en el que aparece viviendo en un árbol custodiado por un dragón. Cuando el héroe mata al monstruo, Lilith huye al desierto.
Pero todo esto ha permanecido oculto durante siglos para docenas de generaciones de seres humanos, porque desvelarlo habría sido funesto para una civilización que basa su poder en el falo, que es precisamente donde la vengativa y justiciera Lilith socava su fortaleza. Este ha sido el secreto mejor guardado de la historia de la Humanidad, pero el siglo XX se encargó de quitar ese velo, y el tirón final lo dio una niña-mujer, reencarnación de Lilith, y se llama Lolita porque Nabokov era eslavo y sabía de lo que hablaba (Lilith-Lolita).
***
(La parte gráfica se corresponde con la llamada «Placa de Burney», que procede el ámbito paleobabilónico y que se conserva en el Mueso Británico).

Publicado el

El Museo Canario

Lo que está sucediendo con el Museo Canario es una demostración más de la estulticia general que preside en Canarias todo lo que tiene que ver con la cultura. No estamos hablando de un museíto del tres al cuarto, que conserva objetos curiosos e incluso interesantes; hablamos de un fondo único en el mundo, de un valor científico incalculable y que no es sólo patrimonio de los canarios, sino de todo el planeta. Si alguna institución debiera ser declarada Patrimonio de la Humanidad, esta sin duda sería el Museo Canario.
En el debate se mezclan churras con merinas, y se confunden el edificio, los fondos, el mantenimiento y el personal. Y hablado así, superficialmente, es opinable, pero si se entra en la verdadera esencia del Museo, nada hay que discutir, es un patrimonio insoslayable que no admite la menor discusión entre personas que tienen dos dedos de frente. Y ya que estamos, hagamos al menos un boceto de la importancia de esta institución.
Museo Canario_002[1].jpgEn la segunda mitad del siglo XIX hubo mucha curiosidad por conocer el pasado de la Humanidad. La arqueología y la antropología dieron un gran salto, cómo no, en los estados que siempre han ido por delante en casi todo desde hace cinco siglos: Alemania, Gran Bretaña y Francia. Y desde Francia llegó a Canarias un antropólogo y naturalista, el doctor Vernau, que encontró en Canarias un escaparate del pasado de nuestro planeta.
Es evidente que tuvo colaboración de ilustres canarios, como el doctor Chil, de tal modo que, bajo el influjo del científico francés se reunieron vestigios que de otra forma seguramente hoy se habrían perdido. Para muchos, lo que se conserva en el Museo Canario es un conjunto de momias y cráneos y algunos objetos que, como las pintaderas o el Ídolo de Tara, sirven de modelo a colgantes y pulseras. Una curiosidad, una especie de cementerio que merece atención simplemente porque aquellos restos pertenecieron a primitivos habitantes de la isla.
Pero no es así. Los restos humanos y los objetos que se conservan en el Museo Canario son como un gran reportaje a destiempo de algo que sucedió en buena parte del planeta hace veinticinco o treinta mil años. En los tiempos históricos de Europa, Canarias vivía una especie de paleolítico dilatado, y es ahí donde encontramos datos que de otra forma se habrían diluido. Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que el Museo Canario contiene el patrimonio cro-magnon más importante del mundo, aparte de otros valores sociales como haber sido la memoria de esta ciudad y esta isla durante130 años.
Fue fundado en 1879, y desde entonces es una institución privada que hace un servicio público. Ha de ser privado porque así lo ordena el testamento del Dr. Chil, pero es un valor y una responsabilidad de todos, porque guarda secretos aún no descubiertos sobre la evolución del hombre. Hay que pensar que hace unos treinta mil años el hombre de neandertal desapareció, no sabemos si por exterminio violento por parte de los cromañones o por otras causas. A partir de entonces, y coincidiendo con el paleolítico y sus distintas etapas, se fue poblando un gran área de nuestro planeta.
Desde el profesor Álvarez Delgado sabemos que la población aborigen canaria llegó a las islas procedente de África en distintas oleadas. Pocos dudan ya de que los guanches son una rama del pueblo bereber, y a través del estudio de los vestigios que conservamos en el edificio de Vegueta podemos saber también cómo evolucionaron los pueblos del norte del vecino continente, desde Egipto y Libia hasta ir más al suroeste por la costa de Mauritania. Y todo eso está en el Museo Canario, algo que si estuviera en cualquier otro lugar sería un centro de estudios de primer orden. Sólo hay que ver la que han armado en Atapuerca, y nosotros tenemos un tesoro de ese calibre y ni siquiera nos damos cuenta.
Por eso debería caérsenos la cara de vergüenza con esta yenka de presupuestos y recortes. El Museo Canario no sólo debería ser la prima donna de la cultura en Canarias, sino que tendríamos que imponer su extraordinario valor fuera de aquí, e implicar al Ministerio de Cultura, a la Unión Europea y a la UNESCO. En cualquier ciudad europea poseer unos fondos científicos como los que se albergan en el Museo Canario convertiría a esa ciudad en el destino de investigadores y en un reclamo internacional indiscutible.
Recortar subvenciones significa reducir personal, economizar mantenimiento y dejar a la suerte el cuidado de un patrimonio que tenemos el deber de proteger. Creo que gran parte de los canarios no se dan cuenta del calado científico que tiene el Mueso Canario, que no es un casino para jugar al dominó ni un club privado para darse relevancia social. Es un centro de estudio, una aportación única para entender África y el paso del ser humano sobre los milenios.
Es necesario que se apueste decididamente por esa joya de la corona que es esta institución, y lo sería en cualquier país europeo, pero aquí se le trata como un expediente más, e incluso se le compara con otras instituciones supuestamente parecidas pero que son incomparables. Para que se me entienda es como comparar el Museo del Prado con cualquier pequeño museo de pintura, muy respetable, pero incomparable. Estamos hablando de prehistoria, un instante después de que el hombre empezó a hablar, y tal vez antes de que supiera escribir.
Eso es el Museo Canario, y ante un hecho de esta envergadura no caben medias tintas. No verlo así sería atentar contra lo más preciado de nuestro patrimonio cultural.
***
(Este trabajo apareció el miércoles día 21 de enero en el suplemento Pleamar de la edición impresa de Canarias7)