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El Museo Canario

Lo que está sucediendo con el Museo Canario es una demostración más de la estulticia general que preside en Canarias todo lo que tiene que ver con la cultura. No estamos hablando de un museíto del tres al cuarto, que conserva objetos curiosos e incluso interesantes; hablamos de un fondo único en el mundo, de un valor científico incalculable y que no es sólo patrimonio de los canarios, sino de todo el planeta. Si alguna institución debiera ser declarada Patrimonio de la Humanidad, esta sin duda sería el Museo Canario.
En el debate se mezclan churras con merinas, y se confunden el edificio, los fondos, el mantenimiento y el personal. Y hablado así, superficialmente, es opinable, pero si se entra en la verdadera esencia del Museo, nada hay que discutir, es un patrimonio insoslayable que no admite la menor discusión entre personas que tienen dos dedos de frente. Y ya que estamos, hagamos al menos un boceto de la importancia de esta institución.
Museo Canario_002[1].jpgEn la segunda mitad del siglo XIX hubo mucha curiosidad por conocer el pasado de la Humanidad. La arqueología y la antropología dieron un gran salto, cómo no, en los estados que siempre han ido por delante en casi todo desde hace cinco siglos: Alemania, Gran Bretaña y Francia. Y desde Francia llegó a Canarias un antropólogo y naturalista, el doctor Vernau, que encontró en Canarias un escaparate del pasado de nuestro planeta.
Es evidente que tuvo colaboración de ilustres canarios, como el doctor Chil, de tal modo que, bajo el influjo del científico francés se reunieron vestigios que de otra forma seguramente hoy se habrían perdido. Para muchos, lo que se conserva en el Museo Canario es un conjunto de momias y cráneos y algunos objetos que, como las pintaderas o el Ídolo de Tara, sirven de modelo a colgantes y pulseras. Una curiosidad, una especie de cementerio que merece atención simplemente porque aquellos restos pertenecieron a primitivos habitantes de la isla.
Pero no es así. Los restos humanos y los objetos que se conservan en el Museo Canario son como un gran reportaje a destiempo de algo que sucedió en buena parte del planeta hace veinticinco o treinta mil años. En los tiempos históricos de Europa, Canarias vivía una especie de paleolítico dilatado, y es ahí donde encontramos datos que de otra forma se habrían diluido. Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que el Museo Canario contiene el patrimonio cro-magnon más importante del mundo, aparte de otros valores sociales como haber sido la memoria de esta ciudad y esta isla durante130 años.
Fue fundado en 1879, y desde entonces es una institución privada que hace un servicio público. Ha de ser privado porque así lo ordena el testamento del Dr. Chil, pero es un valor y una responsabilidad de todos, porque guarda secretos aún no descubiertos sobre la evolución del hombre. Hay que pensar que hace unos treinta mil años el hombre de neandertal desapareció, no sabemos si por exterminio violento por parte de los cromañones o por otras causas. A partir de entonces, y coincidiendo con el paleolítico y sus distintas etapas, se fue poblando un gran área de nuestro planeta.
Desde el profesor Álvarez Delgado sabemos que la población aborigen canaria llegó a las islas procedente de África en distintas oleadas. Pocos dudan ya de que los guanches son una rama del pueblo bereber, y a través del estudio de los vestigios que conservamos en el edificio de Vegueta podemos saber también cómo evolucionaron los pueblos del norte del vecino continente, desde Egipto y Libia hasta ir más al suroeste por la costa de Mauritania. Y todo eso está en el Museo Canario, algo que si estuviera en cualquier otro lugar sería un centro de estudios de primer orden. Sólo hay que ver la que han armado en Atapuerca, y nosotros tenemos un tesoro de ese calibre y ni siquiera nos damos cuenta.
Por eso debería caérsenos la cara de vergüenza con esta yenka de presupuestos y recortes. El Museo Canario no sólo debería ser la prima donna de la cultura en Canarias, sino que tendríamos que imponer su extraordinario valor fuera de aquí, e implicar al Ministerio de Cultura, a la Unión Europea y a la UNESCO. En cualquier ciudad europea poseer unos fondos científicos como los que se albergan en el Museo Canario convertiría a esa ciudad en el destino de investigadores y en un reclamo internacional indiscutible.
Recortar subvenciones significa reducir personal, economizar mantenimiento y dejar a la suerte el cuidado de un patrimonio que tenemos el deber de proteger. Creo que gran parte de los canarios no se dan cuenta del calado científico que tiene el Mueso Canario, que no es un casino para jugar al dominó ni un club privado para darse relevancia social. Es un centro de estudio, una aportación única para entender África y el paso del ser humano sobre los milenios.
Es necesario que se apueste decididamente por esa joya de la corona que es esta institución, y lo sería en cualquier país europeo, pero aquí se le trata como un expediente más, e incluso se le compara con otras instituciones supuestamente parecidas pero que son incomparables. Para que se me entienda es como comparar el Museo del Prado con cualquier pequeño museo de pintura, muy respetable, pero incomparable. Estamos hablando de prehistoria, un instante después de que el hombre empezó a hablar, y tal vez antes de que supiera escribir.
Eso es el Museo Canario, y ante un hecho de esta envergadura no caben medias tintas. No verlo así sería atentar contra lo más preciado de nuestro patrimonio cultural.
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(Este trabajo apareció el miércoles día 21 de enero en el suplemento Pleamar de la edición impresa de Canarias7)

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DOMINGOS IM-POSIBLES (IV)

El Salto Ángel
Hay cascadas hermosísimas e impresionantes, tan conocidas como las cataratas del Niágara o las de Iguazú, o tan poco nombradas -y no por ello menos impresionantes- como las del río Zambeze en África. Todas son espectaculares, caudalosas y una muestra ensordecedora de la fuerza de la naturaleza, que es un espectáculo por el solo hecho de ser.
salto de angel 3.jpgSin embargo, la cascada de agua mayor del planeta se encuentra en Venezuela, en la zona de Canaima, en el estado de Bolívar. Cae sobre el río Caroní, un afluente del Orinoco, desde una meseta de 2.600 metro sobre el nivel del mar. Es la zona de los tepuis, que son como mojones basálticos que han resistido la erosión y se elevan sobre la sabana y la selva que empieza al sur, ya muy cerca de la Amazonia.
Uno de ellos es el Auyantepui, una especie de torre de piedra que podría haber sido imaginada por el autor de «El Señor de los anillos». Pero es real, y desde aquella altura cae una cascada de agua de más de 900 metros, que tiene 807 metros en caída libre. No hay nada comparable en todo el planeta, es el vértigo hecho agua, es la constatación de que la naturaleza es el mayor espectáculo del mundo.
Salto de angel 1.jpgMuchos llaman a esta cascada el Saldo del Ángel. Pero no es «del» Ángel, sino «de» Ángel, o sin preposición, simplemente Salto Ángel. Y se llama así en memoria de su descubridor, el pionero de la aviación Jimmy Ángel, en torno al cual hay una historia tan extraordinaria que parece sacada de una novela del género fantástico.
Se cuenta que, en los años veinte del siglo pasado, Jimmy Ángel operaba con su avioneta de alas de tela desde Panamá, haciendo viajes por encargo. salto de angel 2.jpgUna noche fue contratado por un norteamericano desconocido para que lo llevase al Auyantepui, un lugar en el que se suponía que era imposible un aterrizaje. Dicen que hizo ese viaje, esperó al viajero, que se internó entre unos árboles, y al cabo regresó al avión con un maletín lleno de lingotes de oro, aunque otros dicen que eran pepitas, lo que dio lugar al renacimiento de la leyenda de El Dorado. Seguramente era un tesoro que habían escondido previamente.
Jimmy Ángel regresó a Panamá con el viajero y luego se empeñó en volver al Auyantepui, tal vez a buscar más oro. En sus merodeos por la gran roca, descubrió en octubre de 1937 la cascada, que por eso lleva su nombre, Salto Ángel, y estrelló su avioneta en la cima del cerro. Se suele decir que murió en el intento, pero no es verdad, salió vivo, y murió en la cama veinte años después y dejó dispuesto que esparcieran sus cenizas sobre el Auyantepui.
Nunca se supo si encontró el oro que buscaba, aunque parece que no porque ni él ni sus herederos llevaron una vida opulenta. Su avioneta quedó enterrada en el fango del tepui hasta que fue rescatada y hoy se puede ver, cubierta de barro seco, en un museo de Caracas.
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(En mi novela «El llano amarillo», los personajes invocaban el espíritu de Jimmy Ángel cuando hablaban de la legítima ambición, la valentía y la constancia, pues todas estas virtudes fueron las que hicieron posible la gran aventura de este pionero de la aviación).

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DOMINGOS IM-POSIBLES (III)

El grito
Muchos son los cuadros que han dado mucho que hablar y escribir, y generalmente, sean sus autores renacentistas, barrocos, manieristas, románticos o expresionistas, nos fijamos en el propio cuadro y nos desprendemos de quien lo pintó. Cuando se mira El Guernica, no se ve a Picasso, sólo salta del cuadro el horror de la guerra, y si es La Gioconda lo que vemos, podemos hasta especular sobre las técnicas utilizadas por Leonardo, el doble nivel del horizonte o la androginia del rostro de Mona Lisa. Pocos son los cuadros donde se ve el retrato psicológico del pintor, porque en los autorretratos vemos a Van Gogh con oreja o sin ella, y por su mirada pensamos en un loco, pero es lógico que lo pensemos de quien acaba de cortarse una oreja. A Velázquez lo vemos enmarcado por una puerta detrás de Las Meninas, pero es sólo un oscuro cortesano, sin definición psicológica.
grito.JPGHay, sin embargo, algunos cuadros en los que vemos al propio pintor. Uno de ellos, tal vez el más famoso, es El grito del pintor noruego Edvard Munch (1863-1944). En realidad son varios cuadros, siempre con el mismo asunto, aunque el principal fue pintado en 1893, cuando Munch estaba en plena depresión tras la muerte de su hermana preferida. Ese grito silencioso es como un agujero negro que nos habla del dolor, de la soledad, de la rabia por la pérdida de un ser querido, de lo incomprensible que es el mundo. En realidad se plantea el sentido de la vida como si estuviese escribiendo un libro. El grito es un tratado de psicología en color, algo pocas veces conseguido en la historia de la pintura, es el informe psicológico de su autor, y el miedo a que nos pase a nosotros es lo que hace que nos llegue tan hondo.
Lo curioso del cuadro es que la figura antropomórfica que lo preside ocupa apenas el 10% de la tabla, y lo que realmente impresiona es su rostro, con una boca abierta como un pozo insondable y las dos manos tapando los oídos y casi manteniendo la cabeza. El paisaje parece de relleno, pero en realidad es lo que nos retrata al autor, pues son los trazos, los colores y el dinamismo expresionista lo que nos lleva a conocer al pintor.
Podríamos establecer una secuencia en la que el arte y el intelecto se entrecruzan para alcanzar la mente del hombre, el origen de sus comportamientos, su perfil psicológico. No olvidemos el impacto que tuvo la novela psicológica en la segunda mitad del siglo XIX, y no es improbable que Munch leyera o al menos conociera alguna de las novelas más duras de Dostoievski. Luego vienen Sigmund Freud, Young, Virginia Wolf y una lista de hombres y mujeres comprometidos con el arte y con el autoconocimiento, hasta llegar incluso a autores tan raros como el libanés Khalil Gibran, a quien me temo mucha gente ha leído muy mal.
El grito de Munch es tan delator que tal vez por eso se empeñan en secuestrarlo una y otra vez.