Por lo visto nadie aprende del esfuerzo y la capacidad de emprender de los norteamericanos, ni de su potencia integradora de culturas, ni del pensamiento de sus grandes figuras. Lo que aprendemos de los norteamericanos es lo malo, la guerra de bandas urbanas y los tiroteos en las escuelas. Lo positivo se ignora porque necesita esfuerzo, trabajo, dedicación.
Esa costumbre demencial de entrar en una escuela con un rifle y emprenderla a tiros contra profesores y alumnos se produce secuencialmente en Estados Unidos, pero ya ha empezado a suceder con repetición en Finlandia y ahora salta a Alemania. Por mucho resentimiento que se guarde al profesor o la profesora que un día hizo o dejó de hacer algo que a juicio del pistolero era reprobable, nunca merece la muerte.
Y lo que es más inexplicable, la muerte de niños que nada tiene que ver con sus demonios mentales. Es más, seguramente nunca encuentran en el punto de mira a esa bestia negra profesoral.
Matan a cualquiera, y si ya es complicado ser profesor ahora se está convirtiendo en una profesión de riesgo. También lo es la condición de alumno. Los colegios empiezan a no ser lugares de cultura, formación y convivencia para tornarse campos de tiro al blanco, y el blanco es cualquier persona que ande por allí.
Hace tiempo que casi nada tiene lógica en nuestro ámbito, y esta es una moda que ya empieza a preocuparnos, porque si hace unos días hubo un tirador sin motivo en nuestra ciudad, ayer atacaron un centro de salud en Murcia y mañana quién sabe. Los políticos lo resuelven siempre diciendo que es un caso aislado, mientras degradan por sistema y parlamentariamente la educación, y ahora encima viene la UE y remata el asunto en el nivel universitario con lo de Bolonia.
Definitivamente, nos hemos vuelto locos, o tontos, o las dos cosas.