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Por la paz

Hoy es el Día Mundial Escolar por la Paz. No hay mejor mensaje que la música, y ante la posibilidad de escuchar a Antonio Flores, a John Lennon o a Miguel Ríos, lo mejor es que canten los tres.
guernic.jpgCómo no recordar hoy a Monseñor Romero, a Marthin Luther King, a los jesuitas asesinados en Centroamérica, a Rigoberta Menchu, Madre Teresa de Calcuta, Nelson Mandela, Padre Vicente Ferrer, Willy Brandt, Adolfo Pérez Esquivel, Desmond Tutu, Mijail Gorvachov, Muhammad Yunus, Martti Ahtisaari… Y por supuesto a Gandhi, a Monseñor Pildáin y al Jesucristo de los Evangelios.
Ojalá la paz deje de ser un deseo y se convierta en una realidad. También depende de cada uno de nosotros.
También recuerdo a Picasso, que lleva la parte gráfica de este post.

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Yo creo (¿es de crear o de creer?)

No acabo de entender esa publicidad en las guaguas peninsulares (allá autobuses) que pasean en letreros curiosidades como «Es muy probable que Dios no exista» y otros por el estilo. Pero también sé que hay un sector de creyentes que por lo visto van a sufragar contrapublicidad guagüera proclamando por todas las líneas de autobuses que Dios existe.
catar.jpgY en estas andábamos cuando entra al trapo un vocero del arzobispado de Madrid para rasgarse las vestiduras alegando que airear en carteles móviles la posibilidad de que no haya Dios es una blasfemia que hiere a los creyentes. Siempre he defendido que hay cosas que pertenecen al ámbito privado, y hacer apología de una creencia (o no creencia) es un esfuerzo inútil, porque cada cual seguirá con lo suyo, pasen las guaguas que pasen.
Lo que sí me parece insostenible es el tratamiento de blasfemia que hace el mentado portavoz, porque si predicar el ateísmo hiere a los creyentes, proclamar la creencia en un Dios podría hacer lo mismo a los ateos. Es de una incoherencia espectacular, pues los creyentes publicitan su credo continuamente, incluso cerrando calles al tráfico cuando toca procesión.
Y es que estamos como siempre. También les digo, que no entiendo muy bien este embrollo, porque una cosa es el laicismo y otra la prédica de la no existencia de Dios. Y a estas alturas se preguntarán qué creo yo. Pues les diré: creo que, con lo bien que está jugando y con tantos puntos de ventaja, va a ser difícil que al Barça se le escape la Liga… Pero ni de eso estoy seguro, porque al fútbol lo carga el diablo… Ya… ¿Y qué pasa con el diablo?

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DOMINGOS IM-POSIBLES (V)

Lilith-Lolita (1)
Cuando Adán, después de haber pedido compañía al Creador, despierta de un profundo sueño y encuentra a su lado a Eva, dice: «Esto sí que es carne de mi carne». ¿Por qué dice Adán, «Esto sí»? ¿Es que había tenido otras opciones que le llevaron a decir no? Pues sí que las tuvo, al menos una: Lilith. Cuenta la tradición cristiana de los primeros siglos de nuestra era que Dios creó a todos los animales y al hombre en parejas de ambos sexos. El varón era Adán, la mujer Lilith. Pero resultó que Lilith no se conformó con ser la sumisa compañera de Adán, sino que se comportó de manera igualitaria. Adán no estuvo de acuerdo, se quejó al Creador y éste expulsó a Lilith del Paraíso. Adán quedó solo y reclamó compañía adecuada a sus conveniencias, esto es, Eva. El resto de la historia ya es bien conocida, y tal vez por eso Adán pronuncia la frase que, como hemos visto, se refería a hechos anteriores.
lilith.JPG¿Qué fue de Lilith? Según tradiciones muy desarrolladas en algunas zonas del Medio Oriente y en las culturas eslava y germánica, Lilith pasó a ser un incordio, una especie de encarnación maligna rabiosamente feminista. Según la tradición judía, Lilith fue la primera mujer de Adán. Se negó a yacer en la posición dominante del varón, es decir, debajo del macho, y por algo tan leve y al mismo tiempo tan simbólico fue desterrada del Paraíso, es de suponer que previa petición de Adán al Creador. Lilith, ya fuera del Paraíso, expulsada de un idílico lugar como lo había sido Luzbel, se convirtió por definición en una diablesa que se casó con el rey de los demonios. Este es un punto muy paradójico, pues se habla de matrimonio entre dos fuerzas del mal, creadas por Dios. O sea, que el mal también es obra de Dios si seguimos este razonamiento. Unos relatos dicen que era un ser alado que asesinaba recién nacidos, y otros que era un súcubo que se dedicaba a robar el semen a los hombres durante el sueño. Ese es otro de los terrores adolescentes que infundían a los púberes varones cuando tenían sus primeras poluciones nocturnas.
En este sentido, Lilith, la mujer libre, es condenada y sin duda es la base del mito de la mujer fatal, devoradora de hombres, que utiliza el sexo para dominar la virilidad, desposeyendo al macho de su esperma, su dignidad y, por supuesto, de su tarjeta de crédido. Lilith está casi desterrada del mundo cristiano, aunque existe una mención a su figura en la Biblia (Isaías, 34:14), en la que se la sitúa en el desierto, rodeada de hienas y otras alimañas. Curiosamente, el personaje también es nombrado en el milenario, épico y mesopotámico Poema de Gilgamesh, en el que aparece viviendo en un árbol custodiado por un dragón. Cuando el héroe mata al monstruo, Lilith huye al desierto.
Pero todo esto ha permanecido oculto durante siglos para docenas de generaciones de seres humanos, porque desvelarlo habría sido funesto para una civilización que basa su poder en el falo, que es precisamente donde la vengativa y justiciera Lilith socava su fortaleza. Este ha sido el secreto mejor guardado de la historia de la Humanidad, pero el siglo XX se encargó de quitar ese velo, y el tirón final lo dio una niña-mujer, reencarnación de Lilith, y se llama Lolita porque Nabokov era eslavo y sabía de lo que hablaba (Lilith-Lolita).
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(La parte gráfica se corresponde con la llamada «Placa de Burney», que procede el ámbito paleobabilónico y que se conserva en el Mueso Británico).