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La vida es puro teatro

Hoy es el Día Mundial del Teatro, y debiera felicitar a los teatreros de Canarias, pero no sé si hacerlo porque tal vez pensarían que estoy de coña y pretendo burlarme de ellos. Que yo sepa, no hay una sola razón para felicitarlos, porque no recuerdo una época en las últimas décadas en la que el mundo del teatro estuviera tan dejado de la mano de Dios.
valle-inclan[1].jpgDicen que es la crisis, pero lo que no acaba de entenderse es que haya crisis para unas cosas y para otras un rumberío parecido a las Bodas de Camacho (no es Camacho el que ex-seleccionador, es otro Camacho) . No hay dinero para producciones canarias, pero sí que lo hay para entrar en un proyecto foráneo de envergadura en el que no había en la práctica representación isleña. También hay dinero para que vengan a sacarse la foto una muchedumbre de teatreros peninsulares que… ¿Sigo?
Pero finalmente he decidido felicitar a los teatreros canarios porque mantienen viva la llama de una actividad que es tan vieja como la cultura, un vehículo de comunicación y reflexión como pocos, y al fin al cabo, hoy es Día del Teatro y todo en la vida lo es, hasta los Premios Max. Por cierto si Max Estrella levantara la cabeza…
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El tipo de la foto es un tal Ramón María José Simón Valle Peña, más conocido como Valle-Inclán, que creó el personaje de Max Estrella en una obrita que está muy bien y que se llama «Luces de Bohemia». Está tan bien que es probablemente una de las ocho o diez funciones teatrales fundamentales en todo el mundo durante el siglo XX.

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Nadie la pifia como nosotros; somos los mejores

España nunca se ha distinguido por una brillante política exterior. Más bien por todo lo contrario. Desde que España es un solo estado, tratar con los de fuera no se nos ha dado bien. El asunto data del siglo XV, y aunque los Reyes Católicos, los supuestos unificadores, trataron de llevarse bien con media Europa a través de la política matrimonial con sus hijos e hijas, tampoco anduvieron muy finos, pues expulsaron a los moriscos y a los judíos, y no expulsaron a los jesuitas porque todavía no existían. Era el fanatismo religioso de aquella época ¿De aquella?
florencia.jpgLuego tampoco se hicieron mejor las cosas, y eso que casi siempre España era amiga del Papa, y ya sabemos que la diplomacia pontificia ha sido exquisita. Pero nunca aprendieron los dirigentes españoles y se especializaron en elegir mal a sus amigos y a sus enemigos, y si no recuerden la alianza con Napoleón que nos enfrentó a Inglaterra, y luego el Corso nos salió por peteneras.
En el siglo XIX, más de lo mismo, y en el XX otro tanto, pues pocos países de Occidente se han visto vejados, bloqueados, aislados e ignorados internacionalmente tantas veces por su propia torpeza. Somos especialistas en hacer el ridículo. De Primo de Rivera y Franco ni hablo, por obvio, y luego, en los gobiernos democráticos, cuando había un ministro como Fernando Morán, que sabía lo que había que hacer, le inventaban chistes.
Por eso no sorprende que el Gobierno de Zapatero meta la pata hasta donde casi es imposible hacerlo. Son las maneras. Es genético, y los del PP que no se vengan arriba porque después del pintoresco episodio de Perejil y sobre todo de los delirios de Aznar y su flequillo al viento en Las Azores, tienen para estarse calladitos un par de siglos.
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Ya sé que es llover sobre mojado, y por eso les remito al blog que publiqué el 3 de noviembre de 2008 con motivo de las negociaciones para poder estar presentes en las reuniones del G-20.
Política exterior.doc

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¿El nombre imprime carácter?

Se ha dicho siempre que el nombre imprime carácter, pero eso debe venir de la consideración que tienen los demás. Como Clodoaldo, Carlota o Virgilio tiene buena sonoridad, se les asocia a personas fuertes y con determinación, mientras que otros nombres menos sonoros sugieren lo contrario. También están las combinaciones de nombres, que vienen de la realeza y retumban como bóvedas: Luis Felipe, Victoria Eugenia o María Antonieta. Y es simplemente una percepción auditiva de los demás y en abstracto.
ARCADIOS SUÁREZ.jpgCuando concretamos y destinamos un nombre a una persona, este tiene el rango de quien lo lleva, y no al revés. Leopoldo, que pasa por ser nombre de reyes y emperadores, también era el del tonto de mi pueblo, y de ese modo a nadie en Argentina se le ocurre tener en poca consideración a José Hernández, nombre y apellido corrientes, pero insigne autor del Martín Fierro. De ese modo, da igual cómo te llames, porque finalmente no es el nombre lo que determina, lo mismo que la matrícula nada tiene que ver con la potencia de un coche.
Ayer fue día de los Josés y las Josefas, pero este nombre se usa infinitamente más en los hombres, y hay tantos que sería interminable la lista de Josés conocido en combinación con otros nombres (Antonio, Luis, Miguel, Manuel, Ignacio…) desde presidentes y vicepresidentes de Gobierno a presidentes de Cabildo. También a Josés a secas, y muchos Pepes, y cada uno es único, de manera que José o Pepe no es menos que Maximiliano. Con un día de retraso felicito a todos, y en muchos de ellos celebro la amistad, pero todos me van a perdonar si personalizo mi felicitación en dos ilustres y venerables vecinos de Gran Canaria: José Miguel Alzola y José María Millares.
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La fotografía es de Arcadio Suárez y se publicó en Canarias7 después de uno de los temporales de este invierno que hoy acaba. La pongo porque es magnífica, no hay más relación.