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La memoria exige justicia

Hace treinta y seis años que Pinochet, la ultraderecha chilena y la política del letal tándem Nixon-Kissinger quebraron la democracia de Chile, un ejemplo hasta entonces para toda América Latina. La crueldad y el ensañamiento con que trataron de arrasar cualquier idea libre fue de una contumacia espeluznante. Recordar lo acontecido en el Estadio nacional, convertido en campo de exterminio, es para echarse a temblar.
foto12[1].jpgVíctor Jara se convirtió entonces en uno de los emblemas de la resistencia tanta barbarie. Después de la muerte de Allende en el Palacio de La Moneda, el cantautor chileno es un icono de la libertad de expresión, de la denuncia de los intelectuales, de los hombres coherentes. Si como dice Javier Cercas sobre Adolfo Suárez, un hombre puede resumirse en un solo instante de su vida, Víctor Jara es una voz solidaria, comprometida y asesinada. Eso es lo que queda.
Ahora han exhumado su cadáver y tratan de identificar a sus asesinos. Nunca es tarde, y por eso sigo sin entender esa negación de la posibilidad de la memoria justa que hay en España. Mientras los muertos no estén bien enterrados no habrá justicia, y deberíamos tomar ejemplo de Chile, y salir de una vez de esta cerrazón carpetovetónica que sigue dejando los restos de García Lorca en un barranco y los de muchos asesinados en cunetas vengonzantes.

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Otra historia sobre el compromiso de César

Hoy César Manrique tendría 90 años, y seguramente tendría la vitalidad de un Picasso a esa misma edad. Nos dejó a su pesar el 25 de septiembre de 1992, al mediodía, a causa de un estúpido accidente frente mismo a la Fundación de su nombre, en la carretera de Tahíche. Según me contaron, César le dijo adiós porque se iba, pero antes de marcharse definitivamente hizo una llamada telefónica, colgó y salió hacia su coche, en busca de su destino. No habló con nadie más antes de arrancar. Quien estuvo al otro lado de la línea telefónica era quien esto escribe, porque lo que me cabe el triste privilegio de ser la última persona que habló con César Manrique.
Me llamó para darme una muy buena noticia, fruto de la generosidad que siempre derrochó cuando se trataba de hacer cosas que redundaran en beneficio de los demás o de Canarias. César fue generoso conmigo y con Canarias y es esta la historia que hoy quiero contarles, porque arrimaba el hombro siempre que podía y de forma desinteresada. Puedo decir que César, que no era un hombre de letras, ayudó como pocos a que en Canarias se normalizara la creación de literatura escrita para niños y jóvenes.
Hacia 1991 se habían escrito en Canarias apenas media docena de libros infantiles y juveniles. Hay que decir que los escritores a veces rehusaban escribir este género porque lo consideraban bajar de nivel, y era necesario hacer algo que estimulase la creación de esas historias cercanas para los más jóvenes. Con la implicación de muchas personas, salió adelante un proyecto que llamamos la BIC (Biblioteca Infantil Canaria). Fui el encargado de poner en marcha tan ambiciosa empresa, que tuvo como fruto directo seis títulos (doblamos los que había), con nombres legendarios como Angel Guerra o Pedro García Cabrera y autores vivos como la desaparecida Dolores Campos-Herrero. El fruto indirecto fue se crearon colecciones por distintas editoras privadas y se generó una dinámica que ha hecho que hoy la lista de obras literarias pensadas para esa franja de edad sea por fortuna muy larga, y los autores consagrados escriben sin complejos para niños.
Diseño César Manrique.JPGPor lo tanto creo que el éxito de la BIC fue total, puesto que cumplió con su propósito de dar un empujó a la literatura infantil y juvenil en Canarias, ponerla a funcionar en definitiva. Y en ese reto tan atractivo César Manrique tuvo una participación decisiva, porque para llamar la atención y buscar los apoyos necesarios era importante que estuviesen implicados en el proyecto personas de prestigio cultural. Cuando se habló del diseño de la colección de libros pensamos que el nombre y el talento de César serían un aval insoslayable, pero también pensábamos que tal vez estuviésemos tirando demasiado alto y sus muchos compromisos no le permitirían atendernos.
Fue tan sencillo como decírselo, contarle el proyecto y el interés que teníamos en que un artista de su peso fuese uno de los tripulantes de aquel barco que zarpaba. No lo dudó ni un segundo, dijo que sí, y se comprometió a hacer tres diseños, uno para cada franja de edad, de manera que las series «Chinijo», «Guayete» y «Galletón» iban a tener cada una imagen propia salida de los pinceles de César. Y, claro, tenía que llegar el momento en que le preguntaría su caché, asunto que nos preocupaba porque temíamos que, dado su prestigio, sería alto.
Segunda sorpresa: casi se ofendió. Para colaborar en que los niños de Canarias tuvieran su propia literatura él no iba a cobrar ni un céntimo, y adquirió el compromiso de darme en un tiempo corto lo diseños. Este encargo se le hizo en pleno verano, y aquel 25 de septiembre, apenas mes y medio después, me llamó por teléfono desde la Fundación para decirme que acababa de dar los últimos retoques al trabajo, que ya estaba disponible para empezar la edición de aquellos preciosos libros. Esa era la muy buena noticia que me dio en su última conversación y quedamos en vernos a la semana siguiente cuando él viajase a Las Palmas con las carpetas de los diseños.
Aquellas carpetas quedaron encima de su mesa en La Fundación, y también caigo en la cuenta de que su último aliento artístico fue pensando en los niños canarios, dando una vez más una lección de generosidad y compromiso con esta tierra. Los diseños llegaron a su destino como fue su voluntad, y yo los tengo por verdadera joyas, tanto por su valor artístico como por el desprendido compromiso con la cultura con que fueron realizados. Es evidente que hoy los originales obran en poder de la Fundación César Manrique, como debe ser.
Que la colección estuviera diseñada por César Manrique fue un respaldo enorme para que aquel proyecto funcionase, y para ahuyentar complejos a los creadores, porque si un artista del prestigio de César, que había tocado el cielo, se involucraba en la humilde y hermosa tarea de pintar para niños, el más excelso escritor también podría hacerlo para los más pequeños. En todos los sentidos, la última memoria que tengo de César Manrique es su generosidad y el entusiasmo juvenil que puso en un proyecto pequeñito que él ayudó a engrandecer.
Por eso creo que cada vez que un niño se acerca hoy a un libro infantil escrito en Canarias, cada vez que un escritor canario dedica su talento creativo a escribir relatos para niños, cada vez que vemos cómo crece en cantidad y calidad el corpus literario para los pequeños en Canarias, hay que pensar que César estuvo en el origen, arriesgando y apostando por Canarias en cualquiera de su vertientes. Tampoco es nada nuevo, fue lo que siempre hizo y por eso su figura se agiganta con el paso del tiempo.
No recuerdo si había contado esto por escrito, pero aprovecho este recuerdo que hoy hacemos al gran artista para dejar constancia de ello. Por eso es importante que los niños en los centros recuerden a César, porque él siempre pensó en ellos, ya que lo que persiguió siempre fue conservar Canarias para las generaciones futuras; César pensó en los niños, justo es que ellos ahora lo recuerden y sepan de su generosidad y su compromiso. Todos tenemos mucho que aprender de él.
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(Este trabajo fue publicado en el suplemento Pleamar de la edición impresa de Canarias7 el 20 de mayo)

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Museos que son o que pudieron ser

Desde que en 1977 el Consejo Internacional de Museos (ICOM), instituyó el Día Mundial de los Museos, el 18 de mayo ha ido tomando carta de naturaleza en distintos países, pero hay que decir que en España esta es una celebración que ha tardado mucho tiempo en cuajar, porque también es cierto que partíamos de unas posiciones muy atrasadas, como en casi todo.
xcolón.jpgLa idea general es que un museo es una especie de almacén de cosas del pasado que hay que conservar casi más por respeto que por necesidad cultural. Y no es así, porque los museos existen desde muy antiguo, y se tienen noticias de su presencia desde la ocupación helenística de Egipto, cuando Alejandría era la ciudad donde se guardaba todo el saber posible entonces, que era mucho.
Sabemos que las musas eran quienes guardaban la memoria, y los museos son eso, memoria que necesitamos para saber quiénes somos. La Declaración de San Salvador de Bahía del 28 de junio de 2007, en el congreso celebrado entre representantes de la organización Ibermuseos, una de las entidades más importante del planeta es esta materia, exige de los gobiernos y demás administraciones públicas mayor atención a esos guardianes de la memoria que son los museos.
El museo como conservación tipo Louvre o Prado procede de la Ilustración. Sin embargo, hay nuevas concepciones del museo (en Historia del Arte se estudia Museología y Museografía) y se valora el museo no como mero contenedor, sino como generador de conocimiento, un centro en que se expone algo que sirve para articular discursos teóricos, publicaciones, actividades formativas, en suma algo más activo. Y luego está le caso de los museos de la ciencia, muy en boga desde los 80, que no exponen nada, son edificios con módulos y experimentos con valor didáctico.
xcaam.jpgCanarias tiene una particularidad dentro del Estado español: es la única comunidad autónoma que no es titular de un solo museo. Al negociar las transferencias a los Cabildos en materia de cultura, los museo quedaron todos en el lado de las instituciones insulares, y de ahí las características especiales que las políticas museísticas tienen en Canarias, porque al Gobierno lo único que le corresponde es poner dinero presupuestado sobre la mesa, y luego es cada cabildo el que lo gestiona, cuando no es un ayuntamiento, porque también algunos museos cayeron bajo la jurisdicción de los municipios.
Esta particularidad puede que tenga algunas ventajas, como la cercanía en la gestión que es lo que siempre se proclama cuando se grita ¡Viva Cartagena! en cualquier ámbito, pero tiene el inconveniente de que casi nunca se mire más allá del horizonte de la propia isla creando de esta forma políticas cerradas. Se ha pensado también que determinados museos podrían ser también un reclamo turístico y por lo tanto un mecanismo que incide en la economía. Es evidente que una ciudad marinera como Las Palmas de Gran Canaria, con un puerto grande tanto en su potencia como en su historia, merece un Museo de la Navegación; piénsese que en nuestra bahía, aparte de piratas de toda ralea que en sus países son leyenda, también fondearon nuestros propios piratas (quiero decir conquistadores), de paso hacia el Nuevo Mundo o a darle la vuelta al planeta: Magallanes, Elcano, Juan de la Cosa, Vespucio, Alonso de Ojeda (este Ojeda a veces lo escriben con H), Alvar Núñez Cabeza de Vaca (este se llamaba así, lo juro)…
Otro de los museos que podrían tener su espacio en nuestra ciudad es el del Cine. Sí, el del Cine, porque partimos de una de las colecciones particulares más increíbles que existen, la de Andrés Padrón, y que tanto las administraciones municipales como las sucesivas del Cabildo han dejado pasar. Tampoco el Gobierno se ha interesado, y ya sabemos que no tiene titularidad en ningún otro museo, pero bien que se involucró presupuestariamente en el de La Ciencia a través de la Consejería de Turismo. Es una lástima que un museo de esta naturaleza no sea ya una realidad, cuando el dueño de la colección daba todo tipo de facilidades. Que nadie se mese los cabellos si un día cualquiera la colección de Andrés Padrón va a parar a Barcelona, París, Chicago o una ciudad ahora poco nombrada que obtenga nombradía precisamente por crear un mueso único del Cine. Hace 15 años que repito esta historia, así que lleva mucho tiempo, pero nadie escucha y así nos va.
xnestor.jpgPor otra parte, está el Museo Canario, que es una entidad privada porque no puede ser otra cosa, ya que así lo dispuso el testamento del Doctor Chil y Naranjo, su creador. Pero, sea cual sea su titularidad, el Mueso Canario es único en el mundo, una joya de la ciencia que puede servir para conocer más sobre el pasado de la Humanidad. No hay que instalarlo, ya está hecho desde hace más de cien años, sólo hay que conservarlo y promocionarlo. Como saben, ha habido problemas con eso, y tenemos que entonar la misma canción.
Por lo tanto, el Día de los Museos viene bien para recordar que en Las Palmas podría haber un Museo del Cine que incluso generaría beneficios por los royalties (eso lo contaré otro día), habría que poner en primera línea el Museo Canario, crear un Museo de Arte Moderno en el que podamos admirar una muestra permanente de nuestro artistas (Felo Monzón, Santiago Santana, Jorge Oramas, Eduardo Gregorio, Plácido Fleitas, Jesús Arencibia, Manolo Millares, Martín Chirino…) y dinamizar los que existen para que la gente no siga viéndolos como cenáculos de unos cuantos elegidos, que a veces no se les entiende de tanto que saben.
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Este trabajo se publicó ayer en el suplemento Pleamar de la edición impresa de Canarias7