El Boss
No cabe duda de que la actuación de Bruce Springsteen esta noche quedará fichada en los anales de Canarias en la misma medida que la de hace unos años Michael Jackson en Tenerife o alguno de los irrepetibles de la música clásica que han pasado por aquí. Siempre digo (lo digo tanto que hasta de eso me salió una novela) que Canarias es un lugar en el que los que verdaderamente dejan huella son los transeúntes. Nacer, vivir y morir aquí no se valora, y también he dicho que para que reconozcan a alguien aquí hay que vivir media vida -o más- fuera (Chirino), o venirse a Canarias cuando ya se tiene medio vivida (Gelu Barbu). Es lo que tiene ser isleños, aunque todavía no entiendo esa fascinación por los transeúntes en esta tierra; eso se deja para lugares perdidos por donde no pasa nadie, y si alguien llega una vez se monta la fiesta eterna, como les pasa en las islas Galápagos con Darwin. Pero es que por aquí han pasado centenares de figuras que están en letras muy grandes en la memoria del planeta, desde el primer descubridor Cristóbal Colón hasta el más reciente y afamado, el astronauta Neil Armstrong. Pero aquí seguimos, fascinados porque llega el «El Boss». Por otra parte, hay que decir que aunque suelen venir a actuar grandes figuras del espectáculo, también es verdad que de las gigantescas muy pocas, y desde luego Springsteen lo es, porque, salvo el mencionado Michael Jackson, no llegan hasta aquí con frecuencia Madonnas y Sinatras. Por eso tal vez hoy haya que hacer una excepción y considerar que la actuación en vivo del «Boss» será para contarla a las generaciones futuras.
Era tan perfecto que hasta se equivocaba; estuvo en muchas batallas (en todas) y siempre defendió con honestidad lo de todos, aunque a veces esa coherencia se le volviese en contra por las curvas de ese laberinto que se genera en la confluencia de la política con el Derecho Administrativo y el Derecho Penal. Aurelio Ayala es un claro ejemplo de lo que dicen los peruanos de su país: «Si Kafka hubiera nacido aquí sería costumbrista».