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Las aplicaciones de los avances tecnológicos

zaawFoto0205.JPGQue no se me entienda mal, no estoy en contra de los avances tecnológicos, muy al contrario, creo que todo lo que haga que el bienestar de las personas mejore es siempre bienvenido. El desarrollo de las comunicaciones es un gran salto, y el PERO que opongo a todo esto es que estamos utilizando ese progreso para cosas inútiles en su mayor parte, y resulta que es un gran negocio para fabricantes y operadoras. Esto viene a cuento por la salida al mercado de una nueva generacion de Iphone, que ha desatado la locura, porque hay miles de personas que quieren tener uno. Entiendo que un aparato de esas prestaciones es muy útil en muchos trabajos, y como medio de comunicarse con rapidez, pero es que la inmensa mayoría de los usuarios lo quieren para asuntos secundarios cuando no prescindibles. Así, hay muchísimos avances que se utilizan mal o que incluso sirven para alienar a la gente. Nadie puede discutir que la televisión o Internet son dos medios potentísimos, pero la una sirve en su mayor parte para manipular la información o para convertir la pantalla en una corrala de maledicencias e insultos, y la red está ocupada mayoritariamente por cosas intranscendentes cuando no dañinas. Y lo triste es que te consideren antiguo cuando «solo» tienes un móvil genérico, que no lo es tanto porque hace fotos y no sé cuántas cosas más, o que usas Internet para buscar determinada información y te comunicas por e-mail. Eso por lo visto es la prehistoria. Si toda esa tecnología se utilizara para fines prácticos, habríamos dado un salto de gigante en nuestra civilización, pero si usamos la televisión como patio de vecinos mal avenidos estamos igual que hace cien años. Tanto avance no nos ha servido para nada; es más, está sirviendo a la tiranía ya nada encubierta del capital para tratar de convertirnos en idiotas.

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Prudencia, mudanza y San Ignacio de Loyola

Las personas prudentes son aquellas que van con pies de plomo, especialmente en situaciones difíciles. Eso no quiere decir que la prudencia sea incompatible con la firmeza, pero parece que en esta España nuestra del griterío ser prudente se equipara a darse por vencido, y por eso cada cual trata de tirar la piedra más lejos y extremar sus posiciones. La prudencia podría incluso desaparecer del diccionario de la RAE, zhhhDSCN4196.JPGporque es una cualidad en desuso, y si no se usa, podríamos ahorrarnos tinta y papel al imprimirla. España atraviesa unos momentos muy delicados desde cualquier ángulo que se mire. Por un lado hay una profunda crisis política que proviene del desgaste de las instituciones, que llevan treinta años sin renovarse, y vivimos en 2012 con estructuras pensadas para 1980. Luego está la crisis económica, que aunque tiene factores externos, también está relacionada con la anterior, porque los políticos no han movido ficha en positivo desde hace décadas. Estamos cansados de escuchar que hay que hacer esto, que hay que reformar lo otro pero todo sigue igual, con la corrupción política al fondo del paisaje, porque parece que lo único que importa es el poder, no su utilización para el interés general. El mundo abertzale vasco y el independentismo catalán lanzan su órdago, sin valorar que una secesión del Estado español pondría automáticamente a Cataluña y Euskadi fuera de la UE, y que para entrar tendrían que conseguir la unanimidad de los 27 estados miembros (¿En el Madrid-Barça traspasado a la política, España qué votaría?) Por su parte, Gallardón está poniendo patas arriba leyes que, aunque imperfectas, no creo que mejoren con tanto ruido. Por si faltara algo, tercia el Rey, que como siempre solo dice ambigüedades a destiempo pero que ya se encargan otros de explicarnos a su acomodo qué fue en realidad lo que quiso decir en su carta cibernética. La lista de imprudencias es larguísima. Ya que casualmente casi todos los que gritan de un lado y de otro son tan católicos (no olvidemos que católico significa «de acuerdo con todo») deberían recordar las palabras de San Ignacio de Loyola, que aconsejaba no hacer mudanza en tiempos de crisis. Pero, claro, son católicos solo para lo que les conviene.

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Carrillo y la Historia

Se ha muerto usted, don Santiago, algo que ya ni considerábamos posible, y de veras que lo siento, aunque sé que la otra España machadiana estará dando botes de alegría. Eso tiene la ultraderecha montaraz y vengativa de este país, que celebra los muertos, es su vieja costumbre. La gente que mira al futuro no celebra la muerte de nadie, aunque sea un adversario ideológico y haya estado enfrentado en una guerra. Su vida ha sido muy larga, pero siempre duele la partida. acarrFoto0225.JPGEn este momento en el que sé que con su desaparición física se cierra un capítulo de la Historia de España, debo recordar sus desvelos por hacer cicatrizar las heridas. Siento que en estos momentos tanto esfuerzo no ha sido suficiente, pero no es culpa suya, es el alma envenenada de este país que tiene la maldita costumbre de liarse consigo mismo al menos un par de veces cada siglo, y como hace más de 70 años que acabó el último aquelarre tiene mono guerracivilista. En realidad hace menos, si consideramos la represión franquista y los 50 años de ETA. Ya sabe, España siempre igual, Luis Candelas y Esquilache, aunque ahora los bandoleros no usan trabuco sino ordenadores, no actúan por los caminos de Sierra Morena sino en los consejos de administración, y a las cargas indiscriminadas de los alabarderos las llaman orden público. Qué le voy a contar, don Santiago, que tenga usted un buen viaje. Ya se le echa de menos.