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El día que murió Marilyn

zz-rama.jpgAgosto me atrapa con sus efemérides, con sus memorias, con su fechas, unas jubilosas y festivas, otras melancólicas y hasta nostálgicas, la mayoría filón para escribir novelas, como aquella de Terenci Moix, El día que murió Marilyn, que no es otro que el 4 de agosto, día en que La Palma, Lanzarote y Agaete festejan a la Virgen de las Nieves. El 4 de agosto, cómo no, La Rama, una fiesta peculiar, atávica y contemporánea al mismo tiempo, y el día 3, fecha en que Cristóbal Colón partió de Palos de Moguer hacia lo desconocido, que no lo era tanto porque los Templarios y los vikingos ya habían estado en América. De la gesta colombina lo que más me atrae es lo surrealista que emerge de su memoria, como cuando nuestra entrañable María Dolores de la Fe quiso provocar y provocó diciendo que Colón era una mujer, una especie de Catalina de Erauso, la Monja Alférez. Es agosto, no parece grave, tomaré algo y se me pasará.

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Iconos irrepetibles

Los grandes iconos del cine lo son porque tienen algo especial, que nadie sabe qué es, pero que se filtra en el inconsciente colectivo y nada puede igualarlo. Ahora se va a hacer una película sobre Marilyn Monroe, y ha habido candidatas tan atractivas y sugerentes como Scarlette Johansson, Michelle Williams o Naomí Watts, que es quien finalmente ha sido la elegida. Las tres, y otras muchas que se me ocurren, son muy bellas, grandes actrices y atractivas a más no poder. Pero lo son por sí mismas, pero cuando se las compara con Marilyn pierden todas. Y no es porque Marilyn fuese la más bella, ni la mejor actriz, sino porque era eso, un icono irrepetible que va más allá de sí misma y pertenece a la memoria de todos. Chaplin se presentó de incógnito a un concurso en el que se elegía al mejor Charlot, ¡Y quedó segundo!
aaamaryl.JPGLa explicación es que hay un Charlot y una Marilyn en la memoria colectiva, y seguramente nadie, ni ellos, pueder igualarlo. ¿Quién podría encarnar hoy a la idea que tenemos (cada uno una distinta) de Bogart, de Brando, de James Dean, de Marlenne Dietricht o de Greta Garbo? Nadie. Hubo una Lolita cinematográfica que fue Sue Lyon, y esa es la imagen que luego no se ha podido repetir, como la Scarlette O’ Hara de Vivien Leigth o el Drácula de Bella Lugosi. Veremos la versión de Marilyn, seguramente harán mucho dinero en taquilla, pero estoy convencido de que nos decepcionará, porque cada uno de nostros se ha construido una Marilyn particular que nunca será la que nos dé una película. Además, Robin Hood es Errol Flynn, Espartaco Kirk Douglas y Hamlet Laurence Olivier, pero el que hemos creado, ni siquiera el de los clásicos que los consagraron.

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La galas, el glamour y la ropa de los chinos

Esto de las galas se ha convertido en habitual, sobre todo en el mundo del cine, el teatro y de la música pop, porque no recuerdo galas de artistas plásticos o escritores, ya que no pueden considerarse tales las cenas en las que se dan a conocer los premios más sonoros de nuestra lengua. Cuando se da el Premio Nacional de Literatura, se publica y luego se entrega en un acto casi académico, sin más fanfarria que la presencia de premiados y premiadores.
Es evidente que el cine, el teatro y la música son espectáculo, y quienes están en ese mundo forman parte de él. Las alfombras rojas son un componente esencial de festivales, entregas de premios y galas de MTV, 40 principales, Premios Max y docenas de festines alrededor de lo mismo. Creo que hay demasiados premios en el mundo del espectáculo, pero ya que lo hacen, deberían hacerlo bien, porque junto a las damas vestidas con más o menos fortuna pero con voluntad de estilo y a los caballeros que acuden como es debido, se presentan otros y otras que parecen haber comprado la ropa en un rastrillo, o simplemente se visten como si fueran al fútbol.
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(Muestario de atuendos -línea «barbacoa»- en la inauguración del Festival, en fotos de Arcadio Suárez. Sólo muestro caballeros porque exponer a las señoras sería caer en lo que critico)

Esto sucede en España, donde se practica el antiglamour, y esos y esas que acuden al Festival de Cine de Las Palmas de Gran Canaria con aspecto de pordioseros, que parece que se han comprado el vestuario en los chinos, cuando alguna vez tienen que pasearse por las alfombras rojas de La Berlinale, Cannes, Venecia o Hollywood, van a todo trapo, ellas con modelos de grandes modistos y pintadas como puertas y ellos bien afeitados y con esmoquin de Armani. Yo creo que el público de aquí merece un poco más de respeto. Alguno, incluso debería limpiarse los zapatos, asunto elemental donde los haya.