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Actores siempre viejos

En el mundo de los actores, lo que prima es la belleza y la juventud, y así vemos actores de edad más que madura haciendo de galanes como si la juventud se les prolongara hasta hacerla creíble al espectador. Bogart, Gable y sobre todos el inefable Cary Grant lograron prolongar su juventud en el cine hasta casi el final, como le ocurre ahora a Michael Douglas y a algunos más. Esta sería una categoría, la de los galanes eternos. Luego están los que han ido haciendo haciendo papeles acorde con su edad, que son la mayoría (Newman, Mastroianni, Nicholson, Estwood, Peter O’Toole, Pacino, Brando, Omar Sharif…)
zzgrantt.JPGEse contrase es muy curioso en dos actores como James Stewart y Cary Grant, porque en los años treinta participaron juntos en Historias de Filadelfia haciendo de jóvenes (ambos lo eran), y en los cincuenta y sesenta Stewart iba con su edad en Vértigo o El hombre que mató a Liberty Valance, mientras que Cary Grant seguía siendo el impenitente seductor de jovencitas en Atrapa un ladrón o Charada, y eso que Grant era cuatro años mayor que Stewart. Luego están los casos más curiosos, y son los actores que siempre fueron viejos en la pantalla, y la pregunta que siempre me hago es si Walter Brennan o los castizos José Isbert y Paco Martínez Soria nunca fueron jóvenes. Eso podría explicarse porque empezaron mayores en el cine (o no, no lo sé), como sucede también con Morgan Freeman al que hace treinta años que vemos haciendo de hombre muy mayor.
zzsydow.JPGPero sin duda el caso más curioso es el del actor sueco Max Von Sydow, al que siempre hemos visto haciendo de viejo, pues ya lo parecía hace más de cincuenta años en toda la ristra de películas que hizo con Bergman, y cuando hizo El séptimo sello no había cumplido treinta años. Y siempre fue el viejo y venerable cura de El exorcista o un malvado más de la serie James Bond. Es justo el caso contrario a Cary Grant y a tantos galanes que se niegan a envejecer en la pantalla. Y si lo miras bien, Max Von Sydow no tiene cara de viejo, ni es un feo oficial como Anthony Quinn (en Lawrence de Arabia o Zorba, el griego era sólo un cuarentón y aparecía mucho mayor); al contrario, Von Sydow es un sueco alto, rubio y elegante, por eso su caso es tan raro. Tampoco es el caso de Orson Wells, que en muchas de sus películas asumía papeles de viejo y se maquillaba para ello. Albert Einstein dijo que la razón de que exista el tiempo es para que todo no suceda a la vez, pero en el caso de Von Sydow se le paró con cincuenta años de adelanto.

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Lumet, un artista discreto

Con la muerte de Sidney Lumet (1924-2011) desaparece un director de la vieja escuela, un artesano que a menudo fue más allá y trabajó algunos guiones de sus películas, aunque casi siempre a cuatro manos, porque solía basar sus títulos en novelas SERPICO-AL-PACINO1[1].jpgy obras de teatro y tenía la costumbre de hacerse acompañar por otras plumas, a ser posible los autores de las obras originales, como ocurrió con la inolvidable Doce hombres sin piedad, del dramaturgo Reginald Rose. Si esta película se recuerda por la interpretación de Henry Fonda, otras son recordadas lo mismo: Serpico por Al Pacino, Veredicto final por Paul Newman, Equus por Richard Burton y así una larga lista de películas inolvidables en las que el talento de Lumet se escondía para dar protagonismo a los actores y a la historia. Pero estas obras son lo que son por Lumet. Si miramos el listado de sus obras, nos encontraremos con títulos que ya son clásicos, por lo que tuvieron que darle el Oscar Honorífico después de habérselo negado varias veces cuando estuvo nominado. Cuando vayan al mueble de clásicos del videoclub, pueden coger cualquier película que lleve la firma de Lumet; será buena: El prestamista, Panorama desde el puente, Llamada para el muerto, Tarde de perros, Network, A la mañana siguiente…

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Liz Taylor de perfil

Se ha dicho que la trayectoria de Liz Taylor como actriz, estrella y referente del cine abarca seis décadas, récord sólo igualado Katharine Hepburn. Yo creo que no, que si bien Liz empezó siendo muy niña, su presencia en las pantallas de estreno se apagó al filo de 1980, aunque luego hizo algo de televisión, lo que viene a ser irrelevante y nada quita a su condición de icono del cine. cleopatraliz-taylor[1].jpgA James Dean le bastaron cinco películas y cuatro años para instalarse en la iconografía del séptimo arte. Liz Taylor fue una gran actriz que, además, estuvo en grandes películas, bien por casualidad o porque supo escoger. Vemos grandes actrices y actores que no alcanzan la notoriedad que merecen porque se meten en proyectos equivocados, pero ella casi siempre acertó, sobre todo en los años 50 y 60, sus décadas gloriosas. Hacer un listado de las grandes películas en las que participó en ese tiempo casi equivale a enumerar sus apariciones en pantalla. Tuvo también la bendición de que, siendo tan bella, siempre la consideraron una actriz, en la misma época en la que la belleza se anteponía al talento en actrices legendarias como Marilyn Monroe, Ava Gardner o Kim Novak, y la fortuna de coincidir con actores magníficos que le aguantaban el nivel: Montgomery Clitf, Paul Newman, Marlon Brando, Spencer Tracy, Richard Burton, Mickey Rooney, James Dean, Robert Taylor, Peter O’Toole… El dramaturgo Tennesse Willimas le debe mucho por sus interpretaciones en el cine y nos imaginamos a Cleopatra tan bella (no lo era) porque al evocarla vemos el rostro de Liz Taylor. En realidad, fue una gran actriz que vino al mundo para ser uno de los iconos imprescindibles del cine. Descanse en paz.