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Un post de refresco (verano)

zjcolbert014[1].jpgComo hoy entra el verano y el mundo se mueve como el molinillo de una batidora, voy a hablar de un tema instranscendente; cine y series de televisión. Siempre he sido un enamorado de la imagen en movimiento, me encanta el cine (el bueno me hipnotiza) y cada día veo más series de televisión, en las que últimamente hay mucha calidad. Y claro, como gran parte de ese material proviene de la industria audiovisual americana, uno supone que en cierta medida son un reflejo de aquella sociedad, aunque no estoy muy seguro, porque las productoras se rigen por normas y costumbres que (casi) nadie se salta (recuerden el código Hays). Es frecuente ver que un ciudadano medio vive en un chalet de dos plantas, jardín y garaje, con lo que se da una imagen de bienestar que se rompe cuando ves una película de Spike Lee. Otra cosa que me llama la atención son las edades. Los abuelos de los niños en edad escolar suelen ser muy ancianos, octogenarios; por el contrario, la mayor parte de los chicos y chicas de no más de treinta años suelen hablar de sus padres en pasado, con lo que ponen la esperanza de vida de sus progenitores no mucho más allá de los cincuenta años. El o la protagonista de muchas series tuvo un padre de su misma profesión que murió en acto de servicio (policía, abogado, juez, militar, bombero), o asesinado por los malos que él o ella sigue persiguiendo. Puede que todo sea una gran fantasía, y seguramente por eso alguien llamó a Hollywood la fábrica de sueños.

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Cine y novela

Los cinéfilos siguen empeñados en que el cine influye claramente en los novelistas. No estoy de acuerdo, a mí no me pasa, por mucho que lo diga la parte contratante de la primera parte. Y para que lo entiendas, Milana, bonita, no me influyen los diálogos de Bogart, Brando, Warhol o Vivien Leigh. Cierto es que todo el mundo tiene derecho a sus quince minutos de gloria, pero a Dios pongo por testigo que hasta a esos yo les haré una oferta que no podrán rechazar. zz54029-656].jpg Porque a los enemigos de mis amigos yo los convierto en mis enemigos. A mí el cine no me influye, porque a cada personaje que invento le digo «yo soy tu padre», y aunque piensen que estoy loco, no es cierto, soy mentalmente divergente. Una vez me dijeron que escribir es como amar, y amar significa no tener que decir nunca «lo siento», y hay tres maneras de hacer las cosas: la correcta, la incorrecta y la mía. Estoy convencido de que si no hubiera sido rico, sería un buen hombre, pero cuando escucho a Wagner me entrar ganas de invadir Polonia. ¡Ahí está el detalle! Cuando escribo soy el rey del mundo, y no tolero que nadie me diga «escríbela otra vez, escribe otra vez esa novela». Como ven, soy autónomo, el cine por su lado y yo por el mío, aunque algunos se empeñen en que este sea el principio de una gran amistad. Así que, a los novelistas, siempre nos quedará París como a los rusos el don de tocar la balalaika. Puede que algo que haya dicho suene raro, soy un hombre, nadie es perfecto. Y como es casi de madrugada, buenas noches, buena suerte.

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Temporada de cine

zzFoto0270.JPGComo en los carteles de los dibujos animados de Bugs Bunny, hay temporada de conejos y temporada de patos. No sé con cuál de las dos asimilar estos dos meses vertiginosos en los que se raparten premios cinematográficos a mansalva: Globos de Oro, Goya, Oscar, Bafta, César, David… En realidad tampoco es que haya tantos premiados, porque casi siempre los galardones se concentran en unas pocas películas, actrices, directores… Unas veces por calidad incontestable y otras por inercia, moda o lo que sea. El caso es que la rueda ha empezado ya con los Globos de Oro, y resulta curioso ver cómo se discute sobre candidaturas y la mayoría de las veces entre personas que no han visto las películas o las actuaciones de las que hablan. Funcionan las simpatías y antipatías, porque escuché decir hace unos días que Meryl Streep no debería ganar premios por su papel de Margaret Teatcher porque el personaje real no era del gusto de quien hablaba. No me extraña que por eso actores y actrices especializados en papeles de personajes antipáticos fuesen poco premiados (Peter Lorre, Ethel Barrymore, Lino Ventura, Klaus Kinski…), y curiosamente también pasaba con los que caían muy simpáticos (Paul Newman, Cary Grant, Marylin Monroe…) Con esos criterios me imagino que también votan muchos de los componentes de las academias que finalmente otorgan los trofeos. De manera, que esto de los galardones del cine no es más que una plataforma publicitaria, que a menudo poco tiene que ver con la calidad artística y prima casi siempre la fuerza de la industria. Pero eso también es cine.