Jennifer Jones, el final de una época
La muerte de Jennifer Jones remacha el final de una época dorada en el cine de Hollywood. Ganó un Oscar y tenía fama de guapa, aunque otros suelen afirmar que no era muy buena actriz y que más que guapa era resultona. Pero está en la lista de las grandes, y si no lo está yo la tengo, porque me encantaron películas como Adiós a las armas, La colina del adiós o Jennie. Creo que en su rostro había algo mágico que transmitía a sus personajes, y eso se tiene o no se tiene.
Cuentan que Gary Cooper exigía en los contrato no morir en la pantalla, pero Jennifer Jones es probablemente la actriz que más veces hemos visto morir en el celuloide, y son especialmente dramáticas las escenas de su muerte en La canción de Bernardette, Madame Bovary y Duelo al sol. En Jennie ya estaba muerta antes de empezar, era un espíritu. Y tengo también un asunto personal con ella porque conocí al personaje de Madame Bovary en la pantalla antes que en la literatura. Es decir, cuando leí la novela de Flaubert, el rostro imaginado de la protagonista era el de Jennifer Jones, y lo mismo me pasó con Anna Karenina, que siempre la imagino con la mirada lánguida de Greta Garbo. Ya quedan pocas figuras de aquellos años dorados, y se está cerrando la segunda edad de oro del cine americano. Pero todavía nos quedan Kim Novak y Kirk Douglas.