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Jennifer Jones, el final de una época

La muerte de Jennifer Jones remacha el final de una época dorada en el cine de Hollywood. Ganó un Oscar y tenía fama de guapa, aunque otros suelen afirmar que no era muy buena actriz y que más que guapa era resultona. Pero está en la lista de las grandes, y si no lo está yo la tengo, porque me encantaron películas como Adiós a las armas, La colina del adiós o Jennie. Creo que en su rostro había algo mágico que transmitía a sus personajes, y eso se tiene o no se tiene.
z333333333333.jpgCuentan que Gary Cooper exigía en los contrato no morir en la pantalla, pero Jennifer Jones es probablemente la actriz que más veces hemos visto morir en el celuloide, y son especialmente dramáticas las escenas de su muerte en La canción de Bernardette, Madame Bovary y Duelo al sol. En Jennie ya estaba muerta antes de empezar, era un espíritu. Y tengo también un asunto personal con ella porque conocí al personaje de Madame Bovary en la pantalla antes que en la literatura. Es decir, cuando leí la novela de Flaubert, el rostro imaginado de la protagonista era el de Jennifer Jones, y lo mismo me pasó con Anna Karenina, que siempre la imagino con la mirada lánguida de Greta Garbo. Ya quedan pocas figuras de aquellos años dorados, y se está cerrando la segunda edad de oro del cine americano. Pero todavía nos quedan Kim Novak y Kirk Douglas.

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Gracias, Aminatu

Aminatu: Lo que procede ahora es desearte buena suerte, pero sé que cada persona se fabrica su propio camino, como lo haces tú, y por ello acumulas tanto respeto. Un poeta español, Antonio Machado, dijo que se hace camino al andar, y los clásicos afirman que lo importante es el camino, porque la vida es una ruta por la que tenemos la posibilidad de andar con dignidad o con la cabeza baja. Tu fuerza es una lección para todos. La resistencia pacífica se enfrenta a la violencia, y cuando hay un corazón fuerte se consigue el objetivo: mantener la dignidad. La política es otra cosa, y en el futuro tu nombre será siempre un clamor aunque guardes silencio. Te lo has ganado.
zz-sahara[1].JPGTe admiro por tu firmeza de espíritu, grande como el desierto que es tu hogar, poderoso como el viento que lo modela, infinito como sus granos de arena. Quiero que te acompañe muy buena suerte, porque a veces también ayuda, y yo te deseo lo mejor. Incluso, cuando la suerte ayuda, hay que tener la presencia de ánimo necesaria para administrarla. Y ya que sabes cómo tratar con la adversidad, quiero que en el futuro sólo tengas que vértelas con la fortuna.
Gracias.

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17 de diciembre, 92 años

Todos deseamos inconscientemente ser eternos, vivir siempre, pero también hemos visto que a veces llega el cansancio de la vida. Ser nonagenario está bien, mientras uno se valga por sí mismo y no tenga hipotecada su dignidad, y cuando no es así casi nadie quiere ser eterno. Conozco a un hombre que nació el 17 de diciembre de 1917; es decir, cumple hoy 92 años de los buenos, que no ponen en entredicho el pensamiento ni la autosuficiencia. Todos firmaríamos un futuro así para nosotros, con una memoria que mira hacia atrás sin ira y que es la historia real del siglo XX en primera línea. Con la misma claridad que habla de Zapatero, este hombre desgrana detalles cotidianos que sucedieron hace setenta u ochenta años, porque habla de la vida.
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En el fondo de sus relatos está la dictadura de Primo de Rivera, la II República, la Guerra que él vivió en primera persona y cada una de las décadas en su trato diario con el mundo. Podría componer epopeyas con lo que ha vivido, pero cuando habla de esos momentos se para en los detalles; por ejemplo, cuenta cómo una rata de enormes dimensiones, que se paseaba por la cumbrera de una iglesia, distrajo al sacerdote que oficiaba una misa mientras caían las bombas. Y era en Belchite en el verano de 1937, una de las batallas más sangrientas de la guerra, hasta el punto de que el pueblo quedó tan destrozado que nunca fue reconstruido, sino que levantaron uno nuevo al lado. Conoció al legendario General Pozas pero nunca habla de él, sino de sus compañeros, del paisaje de los Montes de Teruel o de cualquier cosa que no está en los libros de historia pero que son la verdadera historia.
Y esa manera de entender la vida en los detalles más pequeños y las personas más cercanas es tal vez lo que le ha hecho llegar a la lucidez de tantos años, porque tiene memoria remota, pero también sabe qué está pasando en Irak o qué número salió ayer en el sorteo de la ONCE. Aquí estampo mi firma para llegar así a los 92 años, y poder seguir hablando con este hombre, junto a un vaso de buen escocés, comentando lo que tenemos alrededor, que es lo que finalmente compone la vida. Lo demás es el Telediario.
¡SALUD, Y FELICIDADES!