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Miremos al Sol

Foto0109.jpgEn Las Palmas (ya, ya, de Gran Canaria) llovizna en verano, es la panza de burro en toda su plenitud. Cada vez que esto sucede escuchas el mismo comentario, que el clima ha cambiado y que dónde se ha visto que llueva en el estío. En el sur de la isla hay un sol luminoso, se va uno un rato a la playa y solo escucha el rumor del mar y la caricia del calorcito (ni frío ni calor, cero grados, como dice mi amigo el pintor José Antonio García Alvarez). Es que miras un telediario, abres un periódico o escuchas la radio, y no hay una sola noticia que alegre. Tendido al sol, durante ese ratito me meto en una burbuja en la que no fanáticos ultraderechistas portadores de un mesianismo asesino, ni senadores que dimiten por asuntos confusos, ni prima de riesgo para la deuda española, estadísticas de accidentes de tráfico, incendios forestales, ni la maldita violencia de género que no cesa llueva o haga sol. Rajoy, Zapataero y Rubalcaba son una ficción. Incluso Ortega Cano es humo. Y es que, a este paso, la profesión de periodista va a ser como la de mensajero de un juzgado de lo criminal, nunca da buenas noticias. Y como parece que esto no lo arregla ni el médico chino, yo me tiendo y miro al Sol, y ya veré el Fin del Mundo cuando llegue a casa y salga en la televisión Pedro Piqueras («apocalíptico», que diría Buenafuente).

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Noruega: pecado y penitencia

zzznoruega.JPGDesde que en los años veinte, Rudolf Hess ayudó a Hitler en la cárcel a escribir su maléfico libro Mein Kampf, muchos han sido los que han tratado de convertirse en guías visionarios de un nuevo orden. Esto siempre viene de la extrema derecha, y nace de ideas excluyentes, donde siempre la religión, la raza y la cultura de quien predica es lo que debe prevalecer a fuego y sangre. Después de la II Guerra Mundial esta ultraderecha se acobardó al quedar en evidencia con el Holocausto, pero poco a poco se ha ido envalentonando y ya es un verdedero peligro. Lo ocurrido en Noruega ha sido ejecutado por una persona, pero si lo tachamos de «loco» a las primeras de cambio estaremos cometiendo un error. No es un loco enajenado e ignorante como los hermanos de Puerto Hurraco, es algo mucho más serio. Se trata de la punta del iceberg de una ideología que lo justifica todo en aras de una Europa blanca, cristiana y ultraliberal en lo económico. Hay doctrinas que se extienden como la pólvora por Internet, y ya los medios tradicionales no sirven para prevenir esta ola terrible. Noruega era un blanco fácil, como en su día lo fue Suecia cuando asesinaron a Olof Palme. Pero ya nadie está a salvo, y lo más triste es que el poder va a usar a esto fanáticos como coartada para restringir libertades. De hecho, ya está ocurriendo en la UE. Los crímenes de Noruega son condenables, pero a la vez son el pitido del comienzo de otro partido, el que van a jugar con nosotros, ya no sólo son los islamistas, ahora también está el enemigo en casa. Y eso nos afectará a todos. Qué pena de siglo XXI.

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Para algunos la guerra ha empezado


zzzpack.JPGLo sucedido en Noruega ha puesto a funcionar todos los mecanismos extremistas. El horror producido por un hombre solo que sigue una ideología delirante está siendo aprovechado por la derecha supuestamente civilizada pero también extrema. Una muestra es el comentario que hace el periodista norteamericano Glenn Peck, comparando a los jóvenes asesinados en la la isla de Utoya con la juventudes hitlerianas. Entre otra cosas, se pregunta si es presentable que se haga un campamento político para los más jóvenes, lo que muchos podrían interpretar que, si la muchachada estaba convocada allí por el partido laborista, el acto tiene en cierto modo justificación, porque como dijo el terrorista en su declaración a la policía trataba de eliminar a los futuros dirigentes de la socialdemocracia noruega, que en su fanática mente es la depositaria del marxismo. Glenn Peck es un periodista que, según las agencias, financia al «Tea Party», el ala más extrema y radical del partido republicano. Hay otros comentarios que hubiera preferido no escuchar, incluidos algunos en España, pero hay que estar atentos, porque al final para la extrema derecha los noruegos son culpables porque entregan cada año el Premio Nobel de la Paz (aunque últimamente no han estado finos), y no hay que conciliar sino emplear mano dura. Estos comentarios se acercan a la apología del terrorismo, si es que no lo son directamente, y en ningún caso hay justificación para asesinar a sangre fría a más de setenta chicos y chicas. En cierto modo, la guerra ha comenzado para estos tipos.